CAPÍTULO 7

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Helena:

Tenía miedo de tocarla y lastimarla. Su piel era frágil y no quería que se marchitara por mi culpa.

Sentía el deseo vivo en ella. Me deseaba, deseaba que yo la tocara y la consumiera por completo. Era tan dulce, tan linda y frágil.

La tomé de los glúteos mientras la seguía besando y ella ponía sus manos sobre mi cuello. Pronto la escuché gemir.

Amaba todo de ella, sus virtudes y sus defectos. Cada día que pasaba yo la elegía, ella es perfecta para mí. No quería dejarla, pese a que ese era mi castigo por haber sido, de algún modo, la causante de su sufrimiento.

Alba nos había hecho daño y por su culpa casi pierdo al amor de mi vida. Alejandra era lo más hermoso que me había pasado en toda mi existencia y no podía renunciar tan fácil a ella. Nunca lo haría.

Yo seguí besando su cuello, pasando mi lengua a lo largo de el. Sentía cómo las defensas de mi chica habían bajado, pues la firmeza de su cuerpo no era la misma. Ella se ponía bastante nerviosa cuando yo la tocaba y ahora era mil veces más sensible, puesto que me alejé un poco de forma física.

Escuché que le costaba respirar debido a mis besos y a mi tacto, así que me detuve.

-Tranquila, Ale. ¿Estás bien?-apenas pude separarme de ella, pues a mi me costaba mucho frenarme. La deseaba locamente y quería hacerla mía en todas las formas y posiciones posibles, pero no creía que fuese el momento indicado.

Le costaba recuperar el aliento. A través de sus pechos unidos con los míos, podía sentir cómo su corazón latía desembocado debido a la alta dosis de adrenalina que le generé.

-Me cuesta mucho poder centrarme-fué lo que dijo.

La tomé de la mano y se la besé. Quería que me tuviera confianza. Tendría que ser demasiado blanda con ella, no quería asustarla, presionarla o lastimarla. Quería que disfrutara, quería que mi amor (cómo bien dijo ella) la sanara completamente.

-Creo que aún no me siento muy bien para tanta adrenalina-aún se veía perturbada-creo que podría desmayarme si no me controlo-.

-Yo no tengo problema. Te Esperaré el tiempo que sea necesario. No tienes que precipitarte-besé su mejilla y la levanté para llevarla cargando a la cama. Ella puso sus manos sobre mi cuello mientras su cabeza se posaba en mi clavícula.

La deposité suavemente sobre la cama, la observé un par de minutos mientras notaba cómo es que se sonrojaba y se ponía de nervios. Tenía muchas ganas de besarle el cuello y hacerle llevar a conocer el cielo.

-Se te va a caer la baba-me dijo al fin-¿No dices nada?, sólo me vez de un modo que no entiendo y me siento muy nerviosa-desvió la mirada.

-Te miro con deseo-le dije. Se puso tensa y apretó las piernas. Su piel se puso de gallina, se veía bastante tierna así de asustada-Te deseo-le repetí mientras me acercaba a ella, noté cómo su respiración se volvía irregular-te deseo más de lo que puedo demostrar-estaba prácticamente sobre ella. No me quitaba la mirada de encima. Estaba bastante nerviosa, pues la subida y bajada de su pecho era más que evidente.

-Yo... -no sabía que decirme, estaba atónita debido a lo que le había dicho-Eh... Yo... -vi cómo se trataba de alejar mientras yo me iba acercando.

-¿Qué pasa?-le pregunté mientras me acercaba a su cuello-¿Es que no soportas tanto placer?-mis labios estaban cerca de su oreja, así que vi cómo se estremeció y se mordía el labio inferior. Encimé mi cuerpo con el suyo y separé sus piernas con mi rodilla.

-Ah... -la oí gemir.

-Sh... Tranquila, aún no te hago nada-volvi a susurrar en la oreja-Relajate, no te haré daño. Si quieres parar, solo dímelo y me detengo-asintió con la cabeza mientras cerraba los ojos.

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