CAPÍTULO 9

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Alejandra:

Después de todo ese mar de sensaciones, al día siguiente nos dirigimos a desayunar. Era la primera vez que desayunabamos en el comedor ya que por lo regular, lo hacíamos en la cama.

-Tengo una gran noticia para ti, Ale-me dijo Helena-conseguí una casa en un bosque y podremos pasar dos noches ahí. ¿Te gusta la idea?-.

Sentí cómo mis ojos se iluminaron. Era una gran ilusión. Siempre quise ir a un lugar cerca del bosque y ahora tener esta oportunidad con ella... Era de lo más maravilloso.

-Me encanta la idea de ir contigo-dije sonriente-me gustaría mucho. ¿Cuando nos vamos?-.








Al día siguiente me dispuse a acomodar mi equipaje. Estuve seleccionando mi ropa y mis cosas personales para poder viajar tranquilamente.

Helena me había dicho que no podríamos ir juntas, ya que ella tenía que verificar que la cabaña estuviera en condiciones para poder estar ahí esas dos noches, por lo que me iría sola.

Terminé de alistarme y saqué el coche que alquilamos y me dispuse a subir mi maleta y a manejar.

Seguí el camino de Google Maps y aproximadamente el cálculo era de casi media hora, por lo que puse algo de música para disfrutar aún más el viaje.

Durante el camino, no dejaba de pensar en Helena. Era demasiado para mí. Solía sentirme culpable antes por cómo la hacía sufrir cuando ella no había tenido más que atenciones conmigo y me consentía muchísimo. Yo era su adoración y eso me daba una paz y tranquilidad tan plena que sentía que mi corazón se derretía por ella.

Era muy sensual, posesiva, apasionante, ardiente y muy tierna. Era tan versátil que a mí me costaba creer que ella era la mujer más ardiente de mi vida y al mismo tiempo la mujer más tierna y linda.







25 minutos más tarde, paré el coche en la entrada de la cabaña. Bajé y me dispuse a bajar la maleta. Encontré las llaves colgadas al lado de la puerta de la cabaña y había un mensaje escrito.

"Ale. He tenido que salir por unas cosas para la cena. Mientras sube y toma un baño con agua caliente y descansa un poco.

Prometo no tardarme.

Te amo"

Despegué el papel de la madera y lo guardé en la bolsa de mi chamarra. Abrí la puerta e ingresé.

Lo primero que observé fueron los cuadros que había alrededor de la sala, una chimenea grande, una mesilla de centro y 3 sillones alrededor de ella.

El aroma tan suave y encantador de la madera inundó mis fosas nasales haciendo que me sintiera en casa. Subí las escaleras de madera que hacían un leve crujido bajo mi peso y subí a la habitación.

El pasillo no era tan largo. De lado izquierdo tenía la puerta del dormitorio y de lado derecho la puerta del baño. En medio de ese pasillo, una gran ventana con alcoba que daba una vista espectacular.

Era más que encantador este detalle.

Entré a la habitación y dejé las llaves sobre la mesilla de noche y mi maleta sobre la cama. Solo saqué lo necesario para darme una ducha y estar limpia antes de que ella llegara.

Al entrar al baño, me di cuenta de que era bastante grande. Tenía un yacusi y una ventana grande para poder ver el panorama. Era bastante hermoso.

Me desnudé y me metí a la tina, pues Helena había tenido la delicadeza de llenarla antes de irse.

Afortunadamente, el agua estaba templada tal y cómo me gustaba a mi. Decidí cerrar los ojos y ponerme los audífonos en las orejas y disfrutar un momento de esa sensación.

Incluso cuando cerraba los ojos, sentía que Helena estaba conmigo. Era tan hermoso sentirme enamorada de nuevo, que me daban ganas de llorar de tanta felicidad que ella me causaba.

Tener los ojos cerrados, me impidió ver que Helena estaba desnuda a lado mío, pues sentí cómo sus dedos se paseaban sobre mí brazo. Me alteré y abrí los ojos, quitandome los audífonos de las orejas.

-Helena, me asustaste horrible-le dije aún exaltada-.

-No quería hacerlo, pero verte así, tan hermosa y relajada me hizo venir aquí. ¿Puedo entrar contigo?-.

-Eh... Yo... -demonios, me ponía nerviosa de tan solo imaginar que ella se bañaría conmigo-Eh...bueno, si tu quieres... -me detuve por que vi que ella ya tenía ambas piernas en el yacusi, y lo mejor es que sus piernas apretaban las mías y yo me estremesí.

Puso sus manos en cada lado de mi, encerrandome con su cuerpo. Me miró a los ojos de una forma intensa y yo me puse nerviosa.

-He... Helena... -.

-¿Qué pasa?-.

-No... Nada-desvié la mirada.

Sé sentó sobre mí y de nuevo sentí ese calor en mis piernas. Yo no podía verla, estaba un poco asustada y nerviosa.

Se acercó a mi oreja y me dijo:

-Tranquila. Aún no hago nada-.

Luego de eso, me besó, tomando mi mandíbula con fuerza y con su otra mano, ahorcándome.

Su beso era feroz, devoraba mis labios, haciendolos suyos. Me tensaba mucho cuando ella me besaba así.

Luego se dirigió a mi cuello y sus manos se posaron sobre mi cintura y mi abdomen. Bajo el agua, la sensaciones eran aún más deliciosas.

-Te haré mía en todo lugar y en todas las posiciones posibles-me susurró al oído-no dejaré que nadie te toque, eres mía. Mía y sólo mía, Alejandra-.

-¡Ah, Helena!-.

-¿Qué pasa?, ¿te gusta?, ¿quieres más?-.

-Mjum-.

Me tomó de la cintura he hizo que me pusiera en cuatro. Me dio una nalgada muy fuerte que me sacó una leve lágrima. Luego de eso, acarició mi intimidad y después metió sus dedos dentro de mí.

Se sentía demasiado suave y rico, yo apetraba las rodillas para no caerme y aguantar la oleada de placer que ella me estaba dando. Sus dedos no paraban de entrar y salir. Me sentía muy bien y no me dolía nada, al contrario, me gustaba muchísimo que ella me masturbara así.

Luego sentí su lengua en mí. Gemí su nombre y me tensé aún más. La sensación era demasiado rica para mí.

Luego me volvió hacia ella y se puso sobre mi poniendo su rodilla entre mis piernas y rozandola con mi zona íntima. Ella me observaba, cada detalle de mi, de mi cuerpo, mi rostro y sus expresiones.

-Eres preciosa. Te ves aún más preciosa cuando estás así. Gimiendo por mi-.

No supe que responder, yo seguía gimiendo por el placer que ella me causaba.

-Podría seguir todo el día aquí contigo, pero esto no estaba en los planes.

Luego de eso, me sacó del yacusi




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