CAPÍTULO 10

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Estaba un poco aturdida por lo que acababa de suceder. Realmente quería que siguiera tocandome, pero cuando dijo que eso no estaba en los planes, no supe que pensar. ¿Qué quería hacer conmigo?

Ella salió del cuarto de baño y se fué a su recámara, dijo que terminara de asearme y que me vistiera con lo que ella me dejaría en la cama.

Me pregunto qué será...
Tal vez alguna de sus fantasías...
O quizá, un hermoso vestido rojo con un escote prominente y unos tacones, cómo a ella le gusta...

En fin, terminé de enjuagar mi cuerpo y salí del yacusi y me puse la toalla.
Al salir del pasillo me di cuenta de que ella no estaba por ninguna parte, por lo que corrí al cuarto a cambiarme, seguramente me estaba esperando.

Cuando abrí la puerta lo primero que vi fué un vestido azul cielo con flores blancas, unos zapatos escolares negros, unas calcetas largas blancas con encaje alrededor del resorte y una diadema azul. A decir verdad, el conjunto estaba muy bonito, pero tenía un toque de inocencia... Y de niñez

Cerré la puerta tras de mi, sosteniendo aún mi toalla que cubría mi cuerpo con la otra mano. ¿Qué era lo que planeaba? Nunca me había dicho cosas sobre alguna fantasía sexual que tuviera...

Me acerqué a la cama y encontré una nota adhesiva, rezaba:

Ale,
Me gustaría mucho verte con este conjunto.
Quiero que te lo pongas y en cuanto termines de arreglarte me esperes a unos metros al norte, más adelante de la cabaña pero sin adentrarte por completo al bosque.

Ahí te esperaré con una gran sorpresa.

Te amo

No entendía bien por que es que sentía un escalofrío recorriendo mi cuerpo, pero haría lo que ella me pidió.

Tomé el vestido y me miré al espejo. Se veía que me sentaría cómo un guante de seda.
Procedí a colocarme crema, desodorante y mi crema para el cabello, luego me puse el vestido, las calcetas, los zapatos y me cepillé el cabello para peinarme y colocarme la diadema.

Coloqué un poco de perfume debajo de mis orejas, y en mis muñecas. Siempre me ha gustado estar perfumada.

Apliqué un poco de pomada para labios de cereza, parecía que mis labios eran bastante rosados.
Me miré al espejo.
Parecía una niña con un cuerpo muy desarrollado.

Salí de la habitación y bajé las escaleras, me acerqué a la puerta principal y salí al exterior. Caminé unos cuantos metros, tratando de visualizar donde estaba ella.

Miraba por todas partes, pero no veía ninguna señal de ella. ¿A dónde se había ido?

Seguía caminando, teniendo cuidado de donde pisaba y mirando si ella estaba cerca.

No se cuántos metros avancé, pero seguía sin saber dónde estaba. Me detuve un momento, me asusté de no encontrarla, quería regresar a la cabaña, pues dejé mi móvil ahí. Cuando me volví ella estaba muy cerca de mi.

-Me asustaste-reclamé

Ella no habló, solamente me miró sobre el pasamontañas. Sabía que era ella por sus hermosos ojos y su cuerpo afeminado.
Estaba vestida con un pasamontañas verde militar y ropa completamente negra con botas de combate.

-Te ves realmente hermosa, Ale-me dijo. Luego me tomó del brazo y me estampó contra un árbol.

-¡Helena!, ¿qué demonios haces?-grité, pues nunca me había tratado de ese modo.

-Solo es algo que me gustaría experimentar, Ale-contestó-No te asustes, aunque si lo haces, sería aún mejor.

Comenzó a besar mi cuello y a morderlo algo feroz, yo realmente empezaba a asustarme, pues nunca había reaccionado así desde el día de la discusión por lo de César. Mientras que ella seguía mordiendome, yo ponía resistencia con mi rostro para impedirle que siguiera haciendolo.

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