Biblioteca

26 5 2
                                    

Otra vez me quedé dormida, esas cosas pasan ¿No? Bueno no importa ya tenemos otro bello capítulo encargado de destruir su poca estabilidad emocional... Digo de crear más contenido de Mushitarou x Yokomizo.

Se dice que la biblioteca privada de una persona te dirá el tipo de persona que es, no solo la cantidad de libros, sino también sus lecturas, es como leer su diario, tal vez hasta más privado que eso, una parte oculta de su personalidad es revelada al tomar el primer libro de esa biblioteca.

Así debe ser, claro si sabes leer entre las pequeñas líneas de aquellos libros, no las letras sino su razón de estar ahí, por ejemplo;

En la biblioteca de Yokomizo había muchos libros de misterio, algunos sobre venenos, otros sobre formas de escritura, también había libros de historia, anatomía, nombres de niños y muchos más, con tales cosas era obvio que era un escritor, uno muy dedicado, el cual disfrutaba de leer para aprender y crear algo nuevo para su nueva novela.

Sus libros estaban perfectamente cuidados, aunque había muchos de segunda mano, se veía el empeño para dejar aquellos libros en sus mejores condiciones, tampoco podía encontrar polvo, plantas o algún elemento que dañe los libros.

Una persona cuidadosa, deseaba tratar aquellos libros como le gustaría que tratarán sus libros, cada uno organizado por género, autor y editorial, puestos en libreros separados para permitir un orden perfecto.

Esa clase de persona era Yokomizo.

Su biblioteca inmaculada, contrastaba con el desastre que era la Mushitarou.

Había libros de ocultismo, alquimia y de forma extraña algunos de misterio, más considerando lo mucho que despreciaba ese género en general.

Todo estaba el suelo, regados por todos lados, con las pastas rotas, alcohol cerca de ellos hasta el punto que parecía sirvieron para limpiar algo de lo derramado, era un desastre, tanto como su dueño, acostado en posición fetal.

Si la biblioteca privada de alguien te dice mucho, por ejemplo que todos los libros que decían escrito por Kindaichi aparte de ser los únicos de misterio eran los más maltratados hasta el punto en dónde se veía como alguien lo piso, pero de forma inversa eran los más nuevos.

¿Un mal cuidador?

Una idea superficial, carente de lógica, más porque los demás libros también eran nuevos, sus daños eran mínimos en las pastas, mientras que los de Kindaichi daban a entender que alguien los leyó o bueno lo intento.

Es que la verdad esa biblioteca no era la de Mushitarou, perdió todo hace no mucho, logro recuperar algunas cosas, pero no era lo mismo, no importaba la exactitud de los objetos, les faltaba algo.

Cómo dije, una biblioteca te puede decir todo sobre una persona, hasta este momento piensas que Mushitarou es un hombre errático, violento y que no tiene idea de que está haciendo con su vida.

Por desgracia, su vida era más complicada.

Nadie odia tanto un libro y al mismo tiempo lo ama de esa forma, porque a pesar de sus tratos, las páginas esas mostraban un cariño enorme, como su acariciara cada hoja y la única forma de hacerlo es conocer a la persona que lo escribió y Mushitarou lo conocía bien.

Era Yokomizo, su nombre al escribir era Kindaichi, pero quién sabía su nombre real era Mushitarou, lo ayudo con todos los libros, aún cuando los odiara hasta lo más profundo de su corazón, amaba ver a Yokomizo trabajar, emocionarse con ideas y por desgracia rechazar todas las de Mushitarou.
Si no te gusta el misterio, es difícil saber escribirlo.
Aún con todo eso que te dije, diría que Yokomizo era una molestia, alguien de quién no se podía deshacer, una piedra atada a su cuello, alguna clase de penitencia.

Pero si les preguntabas a sus bibliotecas estás dirían algo diferente, como que sus libros estaban revueltos, no combinas algo tan personal de tu  vida con un extraño o un amigo de la infancia, no claro que no, solo combinas aquellos libros con la persona que amas, porque para Mushitarou, Yokomizo era su único amigo, su único amor, su pieza que lo hacía recordar que era humano, era su todo y a la vez su nada, jamás pudo decirle nada a Yokomizo, tal vez cobardía o quizás porque hablarlo implicaría ser consiente de sus sentimientos, se tiene que ser una persona con una imagen de la realidad completamente alterada para ignorar lo obvio, por desgracia la habilidad de Mushitarou le permitía alterar su propia realidad, ¿Por qué no alterar su corazón?

Siguió así, hasta el final, cuando fue que tuvo que matar a Yokomizo, entonces su corazón se rompió en pedazos, ya no pudo engañarse, topo con la pared de sus sentimientos, por desgracia eso significo cómo todo se destrozó en su vida.

Era dolor, odio todo lo de su biblioteca, porque si los libros era lo que amaba con Yokomizo, deseaba destruirlos, pero quería leerlos, sobretodo los de Yokomizo.

¿Era una forma de honrar a su amor?

Por supuesto que no, era para recordar ese día que lo escribieron juntos, Yokomizo diciendo que nada de eso tenía que ver con el género del misterio y el quejándose de tener que ayudarlo, era lo más cercano a un álbum de fotos, lo perdió todo sobre Yokomizo, no le quedaban más que esas historias de misterio, pero era imposible terminarlos, el solo recordarlo lo hacía rabiar, deseaba maldecir a Yokomizo, besarlo, golpearlo, abrazarlo, gritarle, amarlo...
Deseaba todo sobre Yokomizo, quería verlo aunque fuera un momento, pero no podía, se había ido y ahora quedaba él, solo en esa habitación, pensando en cada decisión de su vida.
— Sí... Le hubiera dicho lo que sentía jamás me lo hubiera pedido... Tal vez buscaría vivir más... O quizás lo usaría en mi contra para que lo ayudara — se dijo antes de negar,— Podías escribir los asesinatos más horribles y a los criminales más crueles, pero nunca lastimarias a nadie... Eres demasiado bueno para eso... — se dijo antes de tomar otro libro, fue el primero que Yokomizo público, aún recordaba su emoción al tenerlo entre las manos, como gritaba, brincaba y actuaba como un niño que tenía un juguete nuevo,— Me lo dedicaste... “ Para mi buen amigo... Quién aunque lo odio nunca me dejó de apoyar...” — leyó mientras sentía como sus ojos se cubrían de lágrimas, termino por lanzar el libro para luego dejarse caer en el piso,— Dijiste que si estaba en una habitación cerrada... Te podría ver otra vez... Ahora estoy en una... ¿Puedes venir un momento? — pidió a la nada, sabía que lo vería pero solo sería una alucinación creada por su propia tristeza, un intento de su mente de evitar que la tristeza lo matará aún cuando eso lo volviera loco.

— Enserio te duele que no esté... — escucho la voz de Yokomizo, pero no hizo ningún movimiento, en el momento en que lo hacía Yokomizo se iba,— Mira cómo dejaste este lugar, todos estos libros, si solo querías romper cosas hubieras ido a una casa abandonada... Oye eso se escucha como un buen inicio de una historia — ese último comentario hizo reír a Mushitarou,— ¿No me vas a gritar a decir algo así como “Eres un idiota del misterio”? — preguntó a lo que Mushitarou negó,— Te amo... — susurro a lo que Yokomizo sonrió,— Ya lo sabía... —.
— Eres solo una fantasía hechar por mi cerebro para evitar que me sienta miserable... Creer que sabías mi amor es mi búsqueda de consuelo... ¿¡Crees que soy idiota para caer en un truco tan barato?! — preguntó molesto,— No es eso, eras malo creando misterios, también mintiendo... Yo resuelvo misterios... Perdóname Mushi-kun... — pidió antes de recostarse con su amigo,— También te amo... — fue lo único que dijo antes de que Mushitarou volteara, pero como siempre no había nadie,— Maldita sea... — grito antes de desquitarse otra vez con los libros.

Sí, una biblioteca te dice todo sobre una persona, aún cuando sea algo que no quiera que veas, en este caso un corazón roto y un alma en pena.

bungotober 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora