Atardecer

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Se dice que la vida es como el día, pasas por diferentes fases.

La mañana, es el nacimiento, tu pequeña infancia, dulce y llena de recuerdos maravillosos, experiencias nuevas, listo para descubrir un mundo nuevo.

El medio día, es ese momento perfecto en dónde estás en la adolescencia, el mundo no es nuevo, pero es intrigante, listo para darte la oportunidad de llegar y saberlo todo, deseas comerlo.

Finalmente la tarde, ese instante de la vida adulta, de poco a poco llegas a tu época adulta, la energía es menos, pero tienes un bello paisaje de lo que creaste.

Esa era la última etapa de Fukuchi, por desgracia el no tenía un paisaje hermoso, sino una cruel imagen desfigurada del hombre que fue.

Lloraba por la perdida de sus compañeros, por ver cómo su amigo de toda la vida, por quién daría la vida lo dejo en el momento en que más lo necesito y cuando volvió, espero encontrarse todo menos a su amigo con una vida hecha, una tan diferente al hombre que conocio.

— ¿Una agencia? ¿Cuidarás a ese niño? — preguntó sin entender mucho lo que estaba pasando, Fukuzawa actuaba tan seguro de su plan, que hasta cierto punto le dió asco, Fukuchi venía con la vida destrozada, ver cómo sus compañeros se comían los cadáveres de sus amigos para evitar morir de hambre y este imbécil se atrevía a jugar a la niñera, ¡¿Esto era un maldito chiste?! Tenía ganas de matar a golpes a Fukuzawa, es más quería matar a todo el mundo ahí, sus hombres murieron, y estos estúpidos actuaban como si nada, sacrificio su juventud, la etapa con más esperanza en su vida, para nada.

Aún así no hizo nada al instante, fingió su mejor sonrisa y actuó como si nada, cuando llego al atardecer de su vida todo su plan estaba listo y quiso desmantelar el mundo en pedazos.

Cosa que estuvo cerca de hacer, como el mundo ardía fue la mayor satisfacción, más porque sucedió cuando el sol estaba por ocultarse, perfecto para ver, ya estaba en lo último de su vida, quería ver el final de un sueño de su adolescencia hacerse realidad, pero eso no sería verdad, Fukuzawa se levantó del piso, el estaba en ese mismo momento de su vida, el también estaba casi en el final, en ese atardecer, viendo todo lo que creo.

Si fue un asesino, pero también en esa bella vista estaba a ver ayudado a Ranpo por primera vez, cuando Yosano volvió a caminar, podía escuchar los gritos de Kunikida a Dazai, su te llegando tarde porque Naomi se distrajo con su hermano, tener que explicarle a Kenji cómo usar un teléfono celular, ver la sonrisa llena de esperanza de Kyoka al tener un lugar y la felicidad de Atsushi siempre que pasaba por la puerta de la agencia.

Quizás tenía pecados imborrables en lo que fue su medio día de vida, pero en este atardecer tenía una vista bella, personas gritando, corriendo, riendo, rompiendo cosas, arreglando otras y siempre intentando, eso era su atardecer, la agencia, y no pensaba perderlos, no por un sentimiento de que limpio sus pecados, sino por el hecho de que las personas ahí tenían su vida, ese era su medio día.

Su momento en dónde el mundo era suyo, el miedo no existía, querían recorrer el mundo, tal vez tenían pecados, pero nada que no pudieran cambiar en este momento de sus vidas, era su única oportunidad para que al llegar a la edad de Fukuzawa, en un atardecer vieran algo de lo cual sentirse orgullosos, con todo lo que había hecho no podía enseñarles casi nada sobre la dignidad de un trabajo o sus esfuerzos, pero mantenerlos en la agencia, los tendría honestos.

Si la perdían, tal vez al llegar a ese momento serían nada.

— ¿No te vas a rendir? — preguntó molesto Fukuchi a lo que Fukuzawa negó,— No puedo... Si te dejo hacerlo, si los dejo caer... — ahora mismo el hablar era un esfuerzo magnánimo, no tenía idea de cómo lucharia,— ¿Entonces que pasará? — preguntó con hasta cierta burla Fukuchi,— Porque entonces perderán el camino... Cómo te paso a tí... No pude hacer nada por ti... — soltó haciendo enojar a un más a su antiguo amigo,— Sabía que... Algo cambio cuando llegaste... Pero hasta el día de hoy actúe como que nada paso... Ese será mi mayor pecado... La mancha que nubla todo lo que hice hasta ahora... — después de decir esas palabras se puso en guardia,— Eres terco — fue todo lo que dijo Fukuchi antes de lanzarse otra vez a luchar.

Cada uno vería por la imagen que crearon para el final de sus vidas, para ese crepúsculo antes de la llegada de la noche y su muerte, esa pequeña imagen que sería su legado, la razón de su vida y en este caso el porque murieron, defendiendo una causa en la que creían.

Ahora eran más soldados de lo que alguna vez fueron en toda su vida, y siendo honestos ya estaban muy viejos para ello.

bungotober 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora