Hanahaki

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Se que un autor no debe decir esto de sus propio trabajos, pero por favor esto si es literatura 🧐🚬,  quise llorar varias veces al escribirlo, el único problema es que no tengo tiempo para revisar mi ortografía (ノ`Д´)ノ彡┻━┻.


Higuchi termino de sacar el último pétalo con sangre, la verdad era sorprendente como había sobrevivido, siempre enfermaba de Hanahaki, pero vivía, con aquel dolor en el pecho, dificultad para respirar y a veces le era difícil comer, nunca nadie hablaba de que también podías escupir espinas, quizás porque nunca nadie se enfermaba tanto.

Higuchi amo a tres personas en toda su vida y cada una lo rechazo de tal forma que cuando el Hanahaki llegó no tuvo miedo o sorpresa, sabía que era una posibilidad, su madre se lo dijo siempre,— Eres tan oscura como la noche que nadie podrá amarte, pero tan brillante como la luz del sol que te enamoras con una fuerza tremenda —.

Higuchi sabía que esas palabras eran verdad, no nació para la oscuridad porque era demasiada luz, no vivía para la luz, porque tenía una oscuridad muy densa, imposible de vivir en ningún lado, condenada a la soledad, eso lo demostraban esos pétalos con sangre, no nació para ser amada, pero si para amar, con la fuerza de un huracán,— Algún día estás flores dejarán de salir...— se dijo no porque esperara encontrar el amor verdadero, sino porque algún día moriría, aunque la verdadera pregunta sería cual sería su amor que le daría la estocada final.

Contemos a todos sus amores.

Su primer amor fue un hombre mayor que conoció en el barrio mortuario, su nombre era Tosui Nakarai, tenía 25 años y Higuchi solo 12 cuando lo vio por primera vez, el fue un buen amigo, casi un hermano mayor, un poco perdido en su cabeza, sin ganas de salir de barrio, pero odiando todo de el, sin la voluntad para buscar más allá de su propia comida, pero dispuesto a hacer todo para darle un poco más a cualquiera que conociera, era un tipo raro, pero bueno, decente sería la palabra correcta.

Su amor fue tan grande e inocente, pasaba horas escribiendo cartas que jamás daba, poemas con miles de versos románticos, creando historias en donde el era un príncipe que salvaba a Higuchi, una niña cuyo padre murió en la guerra, su hermano también falleció pero el por su débil salud, con una madre loca que buscaba casarla con un tipo rico de la edad de su abuelo y con una hermana pequeña la cual debía ser el adulto, porque Higuchi vivía en su mundo de fantasías mientras buscaba de comer robado autos para la mafia.

Era una historia triste, patética y por desgracia tan común que tal vez Nakarai escucho mil veces, no podría sentir lástima por algo tan aburrido y común, lo que veía en Higuchi no era lástima, pero no era amor.

La sangre salió junto con las flores, que Higuchi guardaba en un pañuelo antes de ir al puerto más alejado y abandonado de la mafia, para lanzarlas al mar esperando que algún día sus sentimientos llegarán a alguien que pudiera amarla y quizás, solo quizás sería a Nakarai, pero eso no pasaría, más tarde se caso con una joven del barrio y Higuchi fue su padrino de boda.

Nunca saco tantas flores como ese día.

Su segundo amor, ese fue extraño, era una mujer, no sabía que le podían gustar hasta que la vio pasando la avenida, su corto cabello verde y aquel hermoso uniforme de una costosa escuela, tenía 16 años.

Su nombre Tsujimura Mizuki, era linda, tan lista, pero con tanto dolor, quería que su madre la viera un momento, un instante en donde fingiera que la reconocía como su hija, no como una niña extraña que por algún motivo nació de ella, pero no era nada de ella.
Su dolor era entendible y Higuchi, la oía, pensando en como deseaba tener mucho dinero, así podría llevarse a Tsujimura a un lugar lejos donde sería libre de los recuerdos de su madre y toda esa indiferencia, pero no lo tenía, así que quedaba estar ahí.

Ese amor fue más emocionante por así decirlo, solía ir por Tsujimura, subir al viejo auto hecho de basura de Higuaín y conducir por las calles de Yokohama como si no hubiera un mañana, con Tsujimura fue que tuvo su primer trago al alcohol, uno que robo de una tienda, con ella tuvo miles de aventuras, sueños sobre un mundo más lejano que aquella enorme ciudad, la cual noche tras noche les mostraba todos los secretos.
Juntas era tontas, intelectuales, guerreras, cobardes, mocosas, adultas, alborotadoras, filósofas, ladrones y jueces del mundo, a su lado sentía podía hacer todo menos decir la verdad sobre sus sentimientos.

Esa vez los pétalos fueron más grandes, con ellos salió aún más sangre, y era más dolor, pero no importaba si en la noche podía salir a hacer el mundo suyo con Tsujimura, pero cuando la madre de Tsujimura murió ella ya no quería nada de Higuchi.

— ¡Ya no puedo seguir actuando como una niña contigo! — grito cuando vio a Higuchi llegar al funeral para darle el pésame a Tsujimura,— ¡Todo lo que hacía con mi madre por tu culpa era pelear! ¡Y ya no está conmigo! — sabía que esas palabras no eran para Higuchi, eran para si misma, por no ser consiente de lo frágil que era la vida, quiso llamar la atención de su madre haciendo tonterías, pero no funcionó como quería, ahora había malos recuerdos empañando los pocos que tenía de su mamá siendo una madre.

— Lo lamento... — fue todo lo que dijo Higuchi mientras agachaba la cabeza, era todo lo que pudo decir, pero Tsujimura odiaba la vida que tuvo hasta ese momento,— ¡Porque tu madre te odiara hasta la muerte no significa que mi madre lo hacía igual! — enseguida que dijo eso se arrepintió.

Higuchi jamás pudo estar con su madre de forma normal, como una ola en una tormenta chocando contra un faro. Higuchi era el faro. En una ocasión llegó a decirle que deseaba jamás haberla dado a luz, lo dijo con tal naturalidad que hasta parecía un chiste, pero por desgracia su madre lo decía enserio, había odio en el poco amor maternal que podía darle a Higuchi.

— Perdón... — fue todo lo que dijo Higuchi antes de irse corriendo, por primera vez escupió espinas con los pétalos, ya nunca más volvió a ver a Tsujimura, se alejo para no lastimar más a la persona que amaba, aunque eso empeoró el Hanahaki.

Tsujimura jamás se perdono haberle dicho eso a Higuchi, cuando se trataba de su madre perdía el camino.

Su último amor, Akutagawa Ryunosuke, su superior de la mafia, el hombre por el cual al no pertenecer ni a la luz, ni a la oscuridad, prefirió quedarse en el último para estar con él.

Era fuerte, sus silencios eran perfectos para Higuchi, nadie entendía su amor por el, pero era simple Akutagawa la veía como era, un error, pero aceptaba a la verdadera Higuchi.

No a la niña soñadora que amo a Tosui Nakarai.

No a la adolescente aventurera que amo a Tsujimura Mizuki.

Veía a una mujer con miedo de decir te amo, pero dispuesta a dar su vida por el ser amado, demasiado cobarde para la mafia, pero capaz de matar a sangre fría por sus compañeros, la mujer que parecía no preocuparse por nada, pero saber todo para mantener vivos y unidos a sus compañeros, una persona incapaz de poder dirigir su vida, pero guiaba con fuerza a sus subordinados.

Higuchi era la definición de contradicción, y Akutagawa no rechazaba nada de ello, tal vez le molestaba a veces, pero jamás dejaría que nadie la obligará a esconder su verdadero ser, tal vez porque ser una contradicción de forma tan honesta le hacía confiar a Akutagawa, quién odiaba los engaños, podía ser que Higuchi no se le pudiera entender, pero era la verdad de su vida.

Con Akutagawa los pétalos fueron más pequeños, ya nacían secos, no era porque no hubiera amor para dar, sino que ya su cuerpo no podía más, aparte salían espinas casi siempre.

Era dolor. Sangre y aún así no lo dejo de amar, no quería morir, pero lo prefería antes de dejar de sentir.

Su amor, ese dolor, la sangre, las flores y las espinas eran todo para Higuchi, porque eran la prueba de que era digna de al menos sentir amor.

Tal vez era un error, algo que nunca debió existir, pero el Hanahaki la hacía sentir parte de un mundo en donde jamás podría entrar.

— Algún día me iré, pero será sabiendo que ame con todo mi ser... Hasta que dolió... Y me mato... Pero ame... Y eso jamás se me quitará — dijo antes de escupir aún más sangre que antes, ahora apenas si podía distinguir los pétalos.

Después de ello todo se volvió negro.

bungotober 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora