Vampiro

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Yo soy la morra de los shipps raros y soportan, no se si cumplí el reto, pero X.

Los monstruos nacen para estar solos ¿Verdad?
Los monstruos no se hacen compañía.
No viven para estar entre ellos, existen para causar terror en las personas, pero no sé enamoran, no viven juntos y tampoco lloran por la perdida de un ser amado, pero aún con todo eso tengo una Historia, de dos monstruos, unos seres que podría acabar con el mundo de desearlo, pero prefirieron pasar su eternidad juntos.

Bram aún podía recordar ese día, estaba solo, su reino cayó en pedazos y aún así encontró la forma de ocultarse en otro lugar, en un castillo alejado de la humanidad, no quería que nadie lo molestará, en esa época aún tenía su cuerpo entero. Estaba caminando por las costas de la playa cercana a su castillo, era de noche, el momento perfecto para un vampiro como él, un ser de oscuridad y maldad... O bueno esa era la descripción general, aunque el no estaba seguro si esa descripción iba con él.

Mientras caminaba acompañado por sus pensamientos y la soledad misma termino por pisar alguien... O más bien algo, en términos claros era un hombre, alto, casi se podría decir enorme, de cabello negro y parecía está muerto o dormido, lo que si es que lo había traído la marea misma.

La respuesta humana ante esa situación esa la preocupación por ver a alguien así, pero hablamos de un monstruo, quien se acercó al sujeto para picarlo, se sentía húmedo y hasta pegajoso,— Parece un pulpo — dijo antes de que los ojos del otro hombre se abrieran,— Sigues vivo — comentó Bram a lo que el otro sujeto miro a todos lados,— ¿Que siglo es este? — salió tan natural y hasta adormilado que cualquiera pensaría que hablaba enserio sobre no reconocer el siglo en el que vivía,— ¿Acaso importa? Más allá de los avances tecnológicos todos se ven iguales — respondió Bram, antes de caer en cuenta como el sujeto también parecía ser igual que él,— Quiero dormir... — comentó mientras parecía perder la poca energía que tenía,— Venga a mi castillo, no le aseguro que tenga un sitio cómodo para dormir, pero al menos si algo de comer —.

Ese fue el inicio, eran monstruos, aburridos de la vida, cansados de todo, de las personas que creían eran dioses o demonios, poco importaba, siempre terminaba en algún idiota queriendo hacer un ritual para invocarlos, eso era agotador, también las turbas furiosas, esas eran molestas, siempre quemando cosas, buscando atraparlos para salvar a la humanidad del pecado creado por ellos.

— Estoy demasiado cansado para siquiera pensar en los humanos y quieren que los convenza de hacerme un culto, ¿Para que quiero eso de todos modos? — se quejo una noche Lovecraft, quien pasaba de estar despierto un mes para luego dormír 15 años, la bañera que le ofreció Bram era mejor que el mar,— No lo sé, siempre nos culpan de todo, no pueden aceptar la monstruosidad de sus almas y bueno nos crean a nosotros — agrego Bram que hacía lo mismo, pasaba la mayor parte de su tiempo dormido, con la única diferencia es que ponía su ataúd al lado de la tina de Bram,— ¿Alguna vez sentiste soledad? — agrego mientras veía a su compañero Lovecraft,— No... Creo que porque antes no había experimento la compañía... — respondió Lovecraft avergonzado un poco a su compañero,— Eres interesante... — fue todo lo que dijo.

***

Los monstruos aman.
En el caso de Bram ese amor era en silencio, Lovecraft estaba demasiado perdido en su mundo para siquiera notar los sentimientos de el o cualquiera, además que ya antes había amado, tuvo hasta gente que lo seguía ciegamente, pero fallo, su pueblo murió y quiénes amo cayeron en desgracia, insistir en un sentimiento que pronto lo llenaría de dolor sería una tragedia, más considerando que ahora tenían libertad, tal vez vivían lejos de las personas y el mundo en general, pero eran libres de vivir en ese castillo, hacer lo que desearán sin importar lo que pasará en un futuro, estaba bien con lo que fuera que tenían.

bungotober 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora