Parte 20: Una función y un vuelo

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Salió de la habitación buscando a Juli para saludarla antes de que se fuera.

Ya había agarrado sus cosas, se había cambiado la remera por su top, y estaba mirando el celular. Levantó la vista y le sonrió.

Le sonrió también. En menos de 24 horas había cambiado todo, para él, al menos.

La realidad que pensaba ayer, antes de verla, era totalmente distinta a hoy.

Si bien la iba a ver actuar a la noche, después se iba a ir directo al aeropuerto... sin saludarla incluso, y no la iba a ver por varios días. 

La iba a extrañar.

Se acercó a abrazarla, y ella inmediátamente le rodeó el cuello con sus brazos.


— Te voy a extrañar. —le dijo ella, ganándole de mano.

— Yo también. — le respondió inclinándose para darle un beso.


Empezaron a besarse como si no fueran a verse por años, no por unos días, ambos con la misma intensidad. 

Ella le tocaba el cuello y los hombros, y él no pudo resistir tocarle la cintura, y bueno, sus manos bajaron un poco más, por si solas.

El celular de Juli empezó a sonar y ella, renuente, se separó. 

Aprovechó para darle un beso en el cuello mientras ella revisaba el celular.


— Llegó el didi. — le dijo Juli, suspirando.

— ¿Te bajo a abrir? — le preguntó. 

— No no, por si te ven... Seguro alguién me abre abajo. — le dijo Juli, sin mirarlo a los ojos.


Se decepcionó un poco, pero tenía razón. Se inclinó para darle otro beso y ella le dió otro. 

La acompañó hasta la puerta y ella, antes de salir, se dió vuelta, se puso de puntitas de pie y le dió otro beso, un piquito. 


— Marcos, sino me escribís estos días... — no terminó la frase pero hizo un gesto con la mano a la altura del cuello.


Sonrió.


— Te voy a escribir. Te veo a la noche, Ju. —  le dijo y se inclinó para darle un beso más antes de que ella saliera.


Cerró la puerta y se quedó sonriendo sin darse cuenta hasta que se dió vuelta y vió que Marquitos lo miraba con una ceja levantada y una sonrisa socarrona.

Se puso serio.

Apenas vió a Marquitos abrir la boca para decir algo, se le adelantó.


— Ni una palabra... Ya sé. —le dijo. 


Estaba hasta las manos y su amigo lo sabía. 

Marquitos sonrió de oreja a oreja, e hizo un gesto de cerrarse la boca. Ja. 

Cinco minutos iba a aguantarse, con suerte, sin decirle algo.


— ¿Vamos al gym? —le dijo para cambiar de tema y ocupar el tiempo hasta la función de Juli.

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