Quattro: La Cosa Nostra

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Viernes 4 de enero de 2019

Massimo


Me acomodo en mi lugar, situado al frente de la gran mesa donde todos esperan que hable.

—Buenas tardes, dama y caballeros. Bienvenidos.

Desde antes que yo tomara el cargo de Capo de la Organización, mi padre se encargó de llevarme a todas las reuniones que tenía para que yo me fuera adaptando a ese entorno. Al principio me sentía intimidado por tener a todos esos hombres peligrosos frente a mí ¿Quién diría que ese chiquillo temeroso de quince años se convertiría en el jefe de todo un Cartel lleno de asesinos?

Acostumbro a tener dos tipos de reuniones. Una, donde hablo solo con los que encabezan la Cosa Nostra. Las personas más allegadas a mí. Y otra donde trato con los Dones de los demás sectores que dirijo.

—Primero, quiero que tratemos un tema de suma urgencia. Me he dado cuenta de que varias mafias enemigas quieren adentrarse en nuestro territorio. No podemos permitir que eso pase, porque entonces pensarán que pueden pasar por encima de nosotros —hablo con voz átona.

—Tenemos en la mira a una familia que se acaba de mudar a uno de los barrios que administramos. Estamos casi seguros que ellos son la vía que utilizan para querer infiltrarse entre nosotros. —Ethan les extiende la carpeta con la información, y todos se disponen a leerla.

—¿Es una mafia americana? —inquiere Nikolay.

Ethan niega.

—Rusos.

El desconcierto y molestia de los demás se hace presente. Todos saben lo que un problema con una mafia rusa significa. Afortunadamente tenemos a la Bratva de nuestro lado, gracias a Keith y Kale.

Trueno mis dedos con desesperación y arrugo la nariz en señal de frustración. No es posible que esto esté pasando. Quien sea que esté detrás de esto, la va a pagar caro. Nadie se mete conmigo sin pagar las consecuencias.

—¿Entonces qué es lo que quieres que hagamos? ¿Reforzar la seguridad de los barrios? ¿Resguardar los clubes? —habla Milenka, mi Casseto.

—Eso es más que obvio. Vamos a elevar la seguridad y ordenar que si alguien intenta pasar mercancía que no sea la nuestra, desaparezcan a quien tengan que desaparecer—exijo.

—¿Y por qué no terminamos con esa familia de una vez? Que los intrusos lo tomen como una advertencia de que sabemos que quieren entrar —sugiere Silas, el Caporégime —. Una bomba y listo. Adiós a esas ratas.

—Massimo y yo hemos evaluado dejarlos vivir un mes más —Ethan interfiere —. Tenemos a un escuadrón designado para vigilar la casa, sobre todo al padre. Queremos ver si él nos puede llevar con quien sea que trabaje. Si no vemos movimiento alguno. Los desaparecemos a todos.

—Massimo, tienes que pensar con la cabeza fría. No podemos cometer ningún error —vuelve a opinar Silas —. Dejar a un fisgón por tanto tiempo puede ser contraproducente.

Uomini sciocchi —murmura Milenka.

—¿Tienes algo que comentar, Milenka? —le llamo la atención.

Ella me mira con burla, mientras sigue escribiendo.

—Sabes que no me gusta dejar cabos sueltos. Si hay que matar a alguien, se hace. Y en este momento estás siendo muy blando con la situación. —Cierra su cuaderno, y me enfrenta. Sus brillantes fijos en mí —. Y eso no es lo único que me preocupa. También está la barbaridad que estás cometiendo al revolcarte con una mocosa que usó la fiesta de año nuevo como su concierto ¿Cuál es su nombre... Fabiola?

Massimo "Pasión y Caos" (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora