Uno: Il Indicato

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Martes 1 de enero de 2019

Massimo

Doy unos suaves toques a la puerta de la habitación de Fiorella, y espero por su respuesta. Me he levantado más temprano de lo normal. Me desperté un cuarto después de las seis, me di una ducha, y bajé al gimnasio para desperezarme. Agradezco no haber bebido mucho anoche, si no, estaría con una cruda de los mil demonios.

Pasados unos minutos en los que Fiorella no contesta, me decido a abrir. No creo que haya bajado. He desayunado apenas, y no me la he cruzado por el pasillo, así que debe seguir durmiendo. Mis ojos se encuentran con su silueta recostada sobre la cama, cubierta con las colchas, dándole el calor que yo debería proporcionarle. Mis pensamientos van hacia nosotros dos en la misma cama mientras el amanecer nos despierta, y lo primero que veo es a ella.

Estoy convencido de que ya no estoy para juegos. No quiero más aventuras de una noche. No más mujeres de paso, donde ni siquiera sepa su nombre. Lo que yo necesito es la mujer indicada a mi lado. Que me acepte por lo que soy. Alguien con quien pueda conversar, reír, bailar... amar. Ser yo mismo. Y con Fiorella he encontrado todo eso, y más.

Me acerco a donde está, tomando asiento a su lado. Me quedo completamente embelesado al verla. Sus ojos cerrados me dejan ver con más claridad las pestañas rizadas que los rodean. Sus cejas definidas le dan la sensualidad a su mirada, con la que logra cautivarme cada que se lo propone. Sus labios se encuentran entreabiertos, dejándome con ganas de unirlos con los míos. Levanto mi mano, y acaricio su rostro con detenimiento, delineando cada centímetro de su piel con adoración. Es exquisitamente perfecta.

— ¿Ya acabaste de babear, acosador?

Doy un salto ante su inesperado llamado. Me levanto de la cama cuando Fiorella abre los ojos, mirándome con una sonrisa pícara.

— ¿Hace cuánto estás despierta?

Se acomoda contra el respaldo, dándome una vista espectacular de sus pechos. La mujer frente a mí no repara en que no lleva sostén, y yo estoy a nada de salir corriendo por unos pantalones más flojos ¿Es que acaso no nota lo que me provoca?

— ¡Massimo!

Ella me mira ansiosa y hasta confundida ¿Estaba soñando despierto?

—Perdón, ¿Qué decías? —trato de no tartamudear.

—Llevo despierta desde que te sentaste en la cama. —Se estira para tomar una liga de la mesita de noche, logrando que su escote se baje — ¿Ya te perdí de nuevo?

Ojos arriba, D'Amico.

—Lo siento. —Ella suelta una risa.

—Deja de disculparte ¿Sí? Mejor ven y acuéstate conmigo.

Me acerco de nuevo a la cama, aguantándome las ganas de reírme de su actitud avergonzada. Tomo las esquinas de las mantas y tiro de ellas para descubrirla. Me coloco a horcajadas sobre ella y la tomo de las manos para colocarlas sobre su cabeza. Escondo la cabeza en su cuello e inhalo su delicioso aroma. Acaricio su cuello con mi nariz mientras voy dejando pequeños besos en él. Suelto una de mis manos de las suyas, pero con la otra las sigo sosteniendo. Jadeos salen de su boca, por lo que aumento la fuerza en mis besos que ahora son succiones. Debido a la intensidad del momento, Fiorella se remueve debajo de mí y eso hace que nuestras partes íntimas se toquen, creando una fricción electrizante entre nosotros.

—Pobre de ti si me dejas otro chupete, Massimo —Fiorella me reprende, pero su voz sonando ahogada no hace más que encenderme más —. Laila ya se dio cuenta de ellos. Me molestó casi toda la fiesta por eso.

Massimo "Pasión y Caos" (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora