Quindicci: Tensión

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Fiorella


Entro de nuevo a la habitación en la que estaba hace un rato, a la vez que un escalofrío me recorre la espalda. Ahora que sé lo que se esconde aquí me es difícil ver la habitación como un gimnasio normal. Recorro el lugar con la mirada hasta que me topo con Massimo concentrado en un saco de boxeo que golpea con fuerza, causando que sus brazos se tensen con cada impacto. Por un instante me quedo mesmerizada en su figura, y es que Massimo no tiene nada que envidiarle a otros hombres. Al no llevar camisa, obtengo una buena vista de su espalda desnuda y completamente marcada, seguramente por el ejercicio que realiza constantemente. Su piel sudada luce como si estuviera pintada a mano, y la forma tan rítmica en la que se mueve, hace que me vea envuelta en un vaivén hipnótico. Estoy tan ensimismada en mirarlo, que me olvido de lo que he venido a hacer en primer lugar.

Cuento cincuenta golpes cuando él deja el saco, se saca los guantes y toma una toalla para secarse el sudor. No me nota hasta que se gira hacia la entrada y me ve de pie contemplándolo. Sus profundos ojos verdes se posan en los míos, devorándome con intensidad, como si estuviera hambriento, y yo soy un pedazo de carne que quiere comer. Mentalmente repaso el atuendo que llevo hoy. Una blusa de manga larga negra con busto cuadrado y unos jeans de tiro alto. Tengo puesta la ropa más mundana posible, y Massimo me mira como si vistiera de gala. Después de unos segundos, llego a ponerme nerviosa por la forma en la que me está mirando, sintiendo como mi piel se eriza de solo imaginar lo que ha de estar pensando en estos momentos. Massimo se da la vuelta, dirigiéndose a un banco de pesas, haciendo como si yo no estuviera aquí. Decidida a no perder más tiempo, me acerco a él hasta llegar a su lado. Está sentado con una pesa gigante en cada brazo, y eso para él es más importante que hablar conmigo.

—¿Estás ignorándome? —lo cuestiono.

Sus brazos se mueven de arriba hacia abajo, tensándose con cada movimiento por el peso de las mancuernas que está cargando. Trato de permanecer concentrada, pero el ver cómo las venas de sus bíceps sobresalen en su piel, consiguen que mi fuerza de voluntad flaquee.

—Claro que no, Fiorella. Solo he estado ocupado.

Ni siquiera me está mirando. Está concentrado en el subir y bajar de las pesas que no me presta la más mínima atención. Harta de su actitud, me agacho hasta quedar de rodillas y ponerme a su altura, mientras él sigue sentado en el banco. Sus brazos bajan las pesas hasta dejarlas en el suelo, sus ojos van directamente a mí cuando me quedo frente a él, dejándome ver cómo estos se mueven por todo mi rostro.

—Ya sé lo que tenía la caja.

Su mandíbula se tensa ante mi confesión.

—¿Quién te lo dijo? —Su voz es profunda, atrayente para mí.

—Eso no importa.

—Fiorella.

—¿Ves cómo se cambian los papeles? Puede llegar a ser desesperante cuando quieres saber algo, y nadie te da respuestas.

Los reflejos serán lo primero que entrene con Laila, porque no soy capaz de captar cuando Massimo me toma de la cintura, cargándome hasta dejarme contra la pared de espejos que se encuentra detrás de mí. Su mano derecha rodea mi mentón, elevando mi mirada hacia la de él, a la vez que su brazo izquierdo se apodera de mi cintura, pegándome contra él. Su cuerpo está tan cerca del mío, que puedo sentir el calor que emana de él. La expresión en su rostro se transforma en oscuridad, mostrándome a través de sus facciones entornadas en seriedad, que no es bueno jugar con él, y yo me he pasado de la raya.

—No quieras usar esa carta conmigo, Dolcezza—masculla entre dientes. Siento como su aliento se mezcla con el mío debido a nuestra cercanía, pero eso no hace que me intimide, en realidad, lo que siento es algo mucho más intenso. Es como si mi cuerpo ardiera en llamas, y Massimo solo está propagándolas más —. Creo que hasta ahora me doy cuenta de lo que has venido a hacer aquí. Dijiste que te estaba ignorando, y ahora tienes toda mi atención ¿Eso es lo que querías?

Massimo "Pasión y Caos" (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora