Sette: Corazón Libre

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Miércoles 16 de enero de 2019



Fiorella


—Me alegra mucho tenerte aquí de nuevo. —Karan me tiende un vaso con agua y se sienta frente a mí.

Juego con el vaso un momento antes de tomar un sorbo.

—La verdad es que ya no estaba muy segura de venir.

—¿Y eso por qué? —inquiere, acomodándose en su lugar mientras adopta una posición de Psicólogo Serio.

Por más que quiera decirle la verdad, no puedo. No puedo decirle que tuve ataques de ansiedad a causa de un maldito loco que me envía cartas anónimas diciendo que quiere que estemos juntos. No puedo porque hacerlo implicaría revelar la verdad del hombre que amo y su familia.

Lo bueno es que mentir es algo que se me da bien.

—Porque pienso que las cosas no me están funcionando, y a decir verdad, creo que todo esto de venir con un psicólogo no es lo mío. Tal vez lo confundí con el estrés de la escuela —las palabras salen de mi boca como si estuviera diciendo la verdad.

—¿Entonces no consideras que existen aspectos dentro de tu vida que necesiten que los hables con alguien?

Me quedo callada al no saber qué más decir. El vaso tiembla entre mis manos, sin poder hacer nada para detenerlo. Estoy a punto de colapsar de nuevo y no quiero hacerlo.

Porque sí. Estoy jodida por causa de mi familia.

Estoy jodida por aquel ataque que casi acaba con mi vida.

Estoy jodida por las cartas que me ha mandado ese hombre enfermo.

Y estoy jodida por todas las emociones que me he callado para que los demás no se den cuenta de lo rota que estoy.

No es hasta que Karan me extiende un pañuelo para secar mis lágrimas que me doy cuenta que estoy llorando.

—Perdón —hablo a duras penas.

—No te disculpes por tus sentimientos, Fiorella —me calma con voz pacífica —. Debes dejar de pedir perdón por todo lo que crees que haces mal. Peor aún si es por lo que sientes. Somos humanos. Está bien sentir.

El nudo en mi garganta parece querer volver, pero me obligo a dejar de llorar.

—¿Hay algo más de lo que podamos hablar?

—Eso puedes decírmelo tú.

Trato de pensar en qué más decirle para no mencionar las cartas. Tampoco quiero hablar sobre la pelea —que ya está resuelta —con Massimo. Me siento atrapada porque se supone que debo abrir mis sentimientos. Pero hacerlo me cuesta un mar de trabajo.

—He pensado un poco en mi madre —es lo primero que se me ocurre —. He recordado cómo era vivir con ella. No me he sentido tan bien por las noches, tengo pesadillas y lo único que me pasa por la mente son los recuerdos de mi madre cuidándome cuando era una niña.

Una sonrisa melancólica se me forma en el rostro. Mi corazón se oprime al recordar cómo se sentían sus brazos alrededor de mí, mientras besaba mi cabeza y me decía que todo iba a estar bien.

—¿Crees poder contarme de qué van tus pesadillas? —pide mientras se acomoda en su lugar y toma su cuaderno.

—¿Podrías...dejar el cuaderno a un lado? Me siento como si fuera una rata de laboratorio que estás estudiando.

Massimo "Pasión y Caos" (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora