Diciotto: Fantasmas

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Viernes 17 de Mayo de 2019


Massimo


—No era necesario que me acompañaras. —Me bajo de la camioneta, cerrando la puerta de un portazo. Sin esperar a mi padre, comienzo a caminar hacia las bodegas.

—Por si no lo recuerdas, estas bodegas solían ser mías. Solo quiero saber cómo va todo. — Al entrar al edificio principal, noto que hoy la producción va calmada. Los pocos trabajadores que hay aquí, saludan a mi padre con respeto. Han pasado años desde que Carlo D'Amico se alejó de la Organización y se mudó a París con mi madre, dejando todo esto a mi cargo. Los trabajadores que llevan aquí desde que mi padre estaba al mando, se alegran de verlo —Además, tómalo como una prueba. Hace mucho que no veo tu rendimiento en el trabajo, y cuestionando tus últimas decisiones, permíteme quitarme la duda.

No respondo a su provocación. Ciertamente, no estoy de humor para pelear con él. No entiendo su afán en criticar mis decisiones en este momento. En los ocho años que llevo a cargo, jamás me había reclamado ni dudado sobre alguna de mis acciones con respecto a la Organización. Sé perfectamente que esto no lo está haciendo porque dude de mis capacidades como líder, si no, porque aún no está de acuerdo con las decisiones que tomo en mi vida personal.

—Señor D'Amico, qué gusto verlo de nuevo —Celio se acerca a nosotros cuando nos ve llegar. Estrecha la mano de mi padre y después lo hace conmigo —. Capo, buen día.

—Mucho sin verte, Celio ¿Mi hijo te está tratando bien? —bromea, pero sé que esa no es su intención.

—El Jefe ha sido bueno con todos. —asiente hacia mí. Yo agradezco su consideración. Celio trabajó junto a mi padre y ahora trabaja para mí. Si hay alguien que conozca el manejo de la operación, además de Tom, es Celio.

—Ethan me dijo que ya tienen a los hombres que buscábamos —espeto con seriedad, recordando lo que estoy haciendo aquí en primer lugar.

Retomamos nuestra caminata, dirigiéndonos a mi parte favorita de esta bodega. Los calabozos.

—El señor Ross está con ellos en este momento.

— ¿Tuviste algún enfrentamiento con alguien? —inquiere mi padre.

Me preparo antes de darle una respuesta. Estoy cien por ciento seguro de que la razón por la cuál tengo a tres hombres encerrados en los calabozos comenzará una nueva discusión entre nosotros.

—Son los tipos que atentaron contra mí hace unos meses. Fiorella iba conmigo. A su jefe ya lo acabé, pero sé que no actuó solo.

Cuando escucho como bufa antes de contestar ya estoy contando hasta diez.

—Sí, me lo esperaba.

—Padre, por favor —hablo entre dientes. Lo que menos quiero es que haga una escena con uno de mis trabajadores presente.

—Tú eres el que manda, Massimo. Sabes lo que haces.

—Tú lo has dicho, el que manda soy yo.

Celio nos guía por el pasillo donde se encuentran los calabozos. Mi padre no dice una palabra más, y sigue nuestros pasos hacia el último cuarto. Desde antes de acercarnos a la puerta, puedo escuchar el familiar sonido de los golpes y gruñidos de dolor.

Como extrañaba los días felices de trabajo.

Abro la puerta sin demorar en entrar a la habitación, donde me recibe un gran espectáculo. Tres hombres de diferentes complexiones y edades se encuentran amarrados en unas sillas. Sus manos y pies están atados, pero no tienen ni venda ni mordaza. Ethan se encuentra parado frente a ellos mientras sostiene una vara de metal entre las manos con la que sé que les está dando un buen recibimiento. Uno de ellos nota la presencia de más personas cuando gira sus ojos bastante golpeados hacia nosotros. No reconozco a ninguno de ellos, por lo que sé que no son Capos, Consigliere o tan siquiera Underboss. Los habría reconocido en un instante. Si son enemigos son aún más fáciles de identificar. Estos imbéciles no son más que unos simples Soldatos. Aunque tampoco es que pueda verles bien la cara. Ethan se ha encargado de darles un buen cambio de imagen.

Massimo "Pasión y Caos" (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora