Sei: Luz y Oscuridad

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Miércoles 9 de enero de 2019


Fiorella


Bajo del auto con pereza mientras me despido de Franco antes de que arranque de nuevo y desaparezca de mi vista. Quiero llegar lo más pronto posible a mi habitación y hacer la tarea de economía que nos han asignado —aunque no le entendiera ni un poco —. Lo peor es que Cailin ha desaparecido desde antes de la hora de la salida. No llegó a la última clase que teníamos juntas. La única respuesta que obtuve de su parte fue que llegaría a casa tarde, y que me explicaría después.

El silencio de la casa me recibe al entrar. Los padres de Massimo regresaron a Italia días atrás, y Laila y Vera han volado a París de emergencia por unos asuntos de la agencia de modelos que Laila maneja. No pude hablar con ella antes de que se fuera, y no sé si Massimo ya lo hizo. No quiero imaginarme que he sido la causante de que su relación se vea afectada.

Hace ya tres días que no cruzo palabra con Massimo. Después de cómo me trató no tengo ganas ni de respirar cerca de él. Estoy más que furiosa por su actitud. No entiendo por qué se comporta de esa manera tan petulante y mandona. Debería estar feliz porque he decidido dejar el miedo atrás, sin esperar que él esté para salvarme siempre. Si bien, no he superado del todo mis traumas con respecto a mi familia, estoy haciendo el intento, pequeño, pero significativo, y él debería enorgullecerse de eso.

Dejo mis cosas en el sillón de la sala de estar y me dirijo a la cocina para ver que ha cocinado Rosalía. Al entrar, la mujer simpática y cariñosa que siempre se preocupa por todos, brilla por su ausencia, lo cual se me hace extraño. A esta hora, ella vocifera por todos lados que la comida ya está lista, y que más nos valía sentarnos a comer de una vez o nos llevaría de las orejas. Ethan puede confirmarlo.

Extrañamente, no se escucha ni un ruido en toda la casa y eso ya comienza a preocuparme. Nunca me he quedado completamente sola en la gran mansión. A veces puede llegar a intimidarme por su gran tamaño y que esté rodeada por tantos hombres de seguridad, los cuales, —a excepción de Hugo —, no conozco del todo. Me doy la vuelta, olvidándome de comer, al menos hasta que alguien más llegue, pero antes de que pueda dar un paso, la puerta trasera de la cocina se abre y Massimo entra por ella.

Casi al instante, el enojo vuelve a mí y me grita que me vaya de ahí, por lo cual le hago caso y sigo con mi camino sin dirigirle la palabra.

—Fiorella, espera, por favor.

No me detengo ante su petición. Sigo caminando hasta la sala, tomando mi mochila, mientras me apresuro a subir las escaleras. Pero como el destino siempre se encarga de llevarme la contra, Massimo logra alcanzarme, tirando de mi brazo para girarme hacia él.

—Te estoy hablando.

—Y yo te estoy ignorando —contesto. Trato de evadir su mirada mientras me remuevo para que me suelte —. Tengo tarea que hacer ¿Te importaría soltarme?

Pero parece que le dije que me agarrara más fuerte.

—Tenemos una conversación pendiente.

—¿Me va a dar más órdenes, señor? —hablo con insolencia.

Algo cambia en su mirada en el momento en que las palabras salen de mi boca. Sus ojos se oscurecen y su agarre se afianza un poco más.

—No me digas así —su tono de voz se ha transformado por completo. Ahora es profundo y hasta amenazante.

Yo trato de que no parezca que me afecta, así que pongo mi mejor expresión de indiferencia.

—Pues debería hacerlo, porque lo único que haces es decirme qué hacer. —Le ofrezco una sonrisa para nada sincera —. Tú estás acostumbrado a dar órdenes y yo a seguirlas. Una dupla perfecta ¿No crees?

Massimo "Pasión y Caos" (Familia Peligrosa I) // NUEVA VERSIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora