Caroline se mueve con mucho sigilo entre el bosque, los animales no deben notar su presencia o se esconderían. Llego al pico de una montaña a la que nunca había visitado, se conocía esos montes completos pero esa parte no había llegado. A lo lejos ve un castillo entre las sombras y nieblas, se ve tenebroso desde afuera , pero al mismo tiempo despierta la curiosidad de la joven mujer.
Al otro extremo vio el castillo de los Tyler, ambos se hayan cubiertos de niebla, ella debía estar en la frontera de una provincia y otra. A ambos castillos los separa una cordillera de montañas altas. Cubrió con su abrigo de piel de oso su cuerpo. Necesita el calor que este le brinda, allí hace mucho frío. Comenzó su camino de nuevo hasta su hogar. Había sido un día productivo, descubrió nuevos lugares, cazó un jabalí y un cordero. Con eso llenaría su dispensa y estomago por al menos dos meses.
Llegó al mercado donde negoció a los mercaderes la carne y se llevó un gran festín para su casa. Camina por el pueblo donde había de todo, desde joyas hasta cosas pequeñas e insignificantes. Encontró un vestido blanco, de encajes, con flores rosa pálido,
—Una delicada obra de arte. –dice para sí.
—¿Te gusta? – escucha preguntar una voz conocida. Se voltea para mirar los ojos grises del castaño.
—No, solo me llamó la atención sus colores – contesta nerviosa, esquivando la mirada insistente de Ryan.
—Si lo quieres yo te lo…
—No se te ocurra hacer eso. No quiero nada que venga de ti. No quiero nada que nos vincule. – el hombre niega divertido.
—Anda, mi luna roja, estoy aquí para complacer todos tus caprichos. – Caroline se arma de valor para enfrentar su mirada.
—No soy tu luna, ya te dije, soy un alma libre que no piensa compartir su vida con ningún mortal o inmortal , como sea. Me niego. —suelta las canastas para cruzarse de brazos.
—Bien, pero déjame al menos ayudarte a llevarlo. –Caroline sonríe y asiente.
—Eso sí, en verdad están pesadas. – se queja.
Comenzaron a caminar riéndose de alguna tontería que se le ocurría al lobito travieso como ella lo ha llamado. Ryan se destuvo a comprar algunas frutas más para su luna, cuando escucharon el relinchar de un caballo. Este iba a gran velocidad, su jinete trataba de detenerlo sin éxito alguno. Caroline intentó buscar la manera para que no causara ningún daño, pero no podía exponerse ante todos, entonces decidió hacer su acto heroico, empujó al niño hacia el otro extremo con toda la fuerza que tenía recibiendo ella el golpe del caballo. – cayó al suelo, pero antes de perder el conocimiento escucho una voz que pensó reconocer.
—¡Carol! – Grito Bash bajando de su caballo para socorrerla.
—Caroline. —Ryan la toma entre sus brazos y Bash se detiene de golpe. Un lobo, un maldito hombre lobo ha encontrado a su gran amor, porque ella es su Carol, de eso no hay ninguna duda. Es su copia exacta, además de sentir su magia, su esencia, no necesita más para saber que encontró a su gran luna roja.
—Suéltala. –grita posesivo. Ella es suya, su mujer—. Ella es Carol, mi esposa.
—No se de que hablas, chupasangre. – lo enfrenta Ryan—. Ella es mi luna y pronto nos casaremos.
—Eso es imposible, ella es mía, mi alma gemela, mi otra mitad. Siento su energía.— escupe colérico Bash.
—No sé de donde sacas dicha convicción, Caroline será mi esposa pronto. – le responde altanero Ryan, él no perderá a su luna así por que sí. Él luchará hasta la muerte de ser necesario.
—Eso solo lo conseguirás sobre mi cadáver. –escupe el vampiro con una sonrisa falsa en sus labios. Ahora que ha encontrado a su luna no piensa volver a perderla. Eso ni en broma. Su búsqueda ha quedado atrás.Caroline seguía inconsciente mientras los hombres discutían. Bash no dejaría que Ryan se fuera con ella y Ryan no permitiría que el desconocido la llevase con él.
—Tenemos que llevarla a un lugar seguro para ella. –dice Bash mirando a las personas a su alrededor—. No la podemos exponer a que deduzcan quién es.
—¿Cómo lo sabes? –pregunta Ryan refiriéndose a su magia. Nadie en el pueblo debía saber que ella es una hechicera. Bash blanquea sus ojos.
—Eso no importa ahora, móntala a mi caballo, la llevaremos a un lugar seguro para ella. –Ryan ríe burlándose de Bash.
—En tus sueños te la llevas de mi lado, ella es mi luna y yo la protegeré de ti o de cualquiera.
—Imbécil, te van a escuchar – dice entre dientes el mayor de los hombres.
—Este poblado está lleno de lobos, es nuestro poblado, el imbécil eres tú. — los ojos de Bash se tornan rojos y las nubes negras cubren el sol. Entre dientes comienza a decir sus palabras — Abdita impurum, ad nostram praesentiam. nemo memento quid faciam.(oculta de los impuros nuestra presencia. Que nadie recuerde lo que haré.) – concluye y truena sus dedos para llevarlos hasta su castillo, dejando a Ryan con los brazos vacíos.
El lobo patea las piedra al darse cuenta que ya no están, ni el caballo, ni el vampiro y mucho menos Caroline, su hermosa hechicera. Vio sus bolsos de víveres en el suelo y los volvió a tomar, compró el vestido que ella estaba mirando y lo llevó junto a la comida hasta su choza. Él sabe que ella volverá allí. Es obstinada y de carácter fuerte. Además de ser su compañera y no lo abandonará.
Bash puso a Caroline en su lecho.
—Señor no … —Vincent tapa su boca con su mano al ver a la mujer.
—Es la señora Carol, la encontró— Bash le da dos palmadas en su hombro, lleno de felicidad. Al fin su gran amor esta en el lugar que pertenece.
—Así parece, en esta vida se llama Caroline, es lo único que pude saber. La encontré con un lobo joven, no pasa de los cien años.
—Pero, ¿por que esta inconsciente? – pregunta Vincent al ver que no despierta.
—Mi caballo la golpeo y la traje temiendo que desapareciera frente a todos o hiciera algún disparate que la ponga en riesgo. No aguantaré otros doscientos años más buscándola.
—No se preocupe mi señor, yo mismo me encargaré de que la señora Carol despierte y esté mejor que nunca, voy a buscar algunas compresas e infusiones para ayudarle a reaccionar. —Bash asiente y sonríe–. Con su permiso señor.
Bash se sienta en el borde de la cama para mirarla de cerca. Es tan hermosa, su piel de porcelana, sus pecas, su cabello rojo como la sangre misma. Se acerco para oler su cuello. Su aroma a hierbas naturales le excita.
—¡Oh, mi Carol! Pronto volverás a ser mía y esta vez será para la eternidad. – Caroline abre sus ojos en ese momento y un grito se quedó con toda la estancia.
—¿Dónde estoy? —pregunta mirando las paredes del castillo.— ¿Quién eres tú? – posa su mirada azul en el hermoso hombre de traje negro, piel blanca y ojos azul claro como el mar. —¿Cómo llegué hasta aquí? – se sienta en la cama donde minutos antes se hallaba dormida.
—No crees que son muchas preguntas a la vez. – esa voz, fue la que escuchó cuando el caballo le dio.
—Tú, eres el dueño del caballo, ¿y Ryan? – Bash se encoge de hombros.
—No sé, tampoco me importa mi hermosa luna. – hace una reverencia y Caroline frunce su ceño.
—Piensas seguir haciendo payasadas o me vas a contestar mis preguntas. – se cruza de brazo ofendida.
— Estás en el castillo Cowell de la provincia francesa Ñauvernia -Ródano -Alpes donde soy el rey y tú la reina absoluta. —Caroline blanquea sus ojos al escucharlo.
—¿Nombre? Me imagino que tienes uno o ¿solo te llaman rey de la provincia?
—Me llamo Bash Cowell – la chica siente tranquilidad, no le tenía miedo, Bash ha sentido su corazón tan pasivo que hasta a él le da miedo tanta tranquilidad.
—Muy bien señor Cowell, me alegro haberlo conocido pero yo ya me voy. – dice, pero Bash la toma de la mano.
—Espera – una electricidad fuerte corre por sus cuerpos haciendo que ambos se miren sin comprender que fue eso.
—No sé quién es usted. –Bash siente el corazón de Caroline latir fuerte–. Pero no me gusta nada lo que me hizo sentir. Le voy a pedir que no me vuelva a buscar. – la joven mujer se pone de pie a duras penas.
—No me dejes. – súplica Bash, pero esta no lo escucha. Chasqueó sus dedos para refugiarse en su cabaña.Caroline se acostó en su cama y cerró sus ojos. Su corazón aun latía fuerte, esa sensación no la había sentido nunca. No era miedo, ni temor, era un sentimiento más allá de la vida. La pelirroja no quiso pensar más en las sensaciones que el hermoso vampiro le hizo sentir. Era imposible algo entre ellos, ella es la compañera de Ryan, ella lo siente siempre que se mira en sus ojos grises, pero a Bash la unía un sentimiento más puro. Es algo que ni ella, ni la naturaleza misma podía ponerle un nombre.

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La última hechicera
FantasiCarol Lombrad una hechicera experimentada se casa enamorada de su esposo el rey de los vampiros Bash Cowell. Su felicidad no fue para siempre ya que cierto día Bash tuvo que partir a otra provincia francesa y cuando volvió encontró a su esposa en la...