XIV

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En el castillo de los Tyler todo estaba pasando patas arriba, mientras Caroline y Bash viven su amor, Ryan destroza el castillo, su habitación y todo lo que estuviera a su paso. Se niega a aceptar que había perdido. Nunca había sido un buen  perdedor y esta no era la excepción.
—Maldito chupasangres —grita lleno de odio— todos temían al príncipe y futuro rey, la única que siempre lo ha enfrentado es su madre.
—Ryan, ya —mira a su madre con sus ojos llenos de rencor—. Te casaras con Tania, es la loba perfecta para ti. Tiene clase, es muy hermosa…
— ¡Ya! —grita desquiciado— No quiero saber nada. No me voy a casar con Tania.
—No te estoy preguntando, aquí quien manada soy yo. —da un manotazo en la puerta— Ya hemos aguantado mucho tus caprichos.  La niña esa escogió a otro, no vas a poder hacer nada, tengo entendido que tiene la bendición de la luna roja. Así que te vas resignado. El lazo de ellos es irrompible. —concluye su madre conociendo lo que eso significa. Todas en algún momento de su vida deseo ser la elegida de la luna para representarla en la tierra y reinar sobre todas las manadas.
—No me voy a resignar a perderla. Caroline será mi esposa para siempre. —dice segado por el odio y rencor.
—No seas ingenuo, ya ella es la compañera del chupasangre. Date cuenta, te ganó, Bash Cowell. —Ryan rompe el espejo frente a sí—. Y a eso le sumamos los siete años que te has añadido por romper ese espejo. —la madre de Ryan sale y lo deja solo en su habitación, no vale la pena hablar con él en ese estado.
Baja hasta el despacho de su esposo para poner en marcha su plan.
—Ya Ryan aceptó casarse con Tania, ve y comprometerá, quiero que este celo lo pasen juntos. Debo asegurarme que no desista. Traerá aunque tengas que adelantar un pago.
—Estas segura mujer, conoces lo cambiante que es tu hijo. Desde la muerte de…
—Ni se te ocurra mencionar al la humana, por culpa de ella es que mi hijo esta así. Ella fue la perdición de mi bebe. —escupe con odio la mujer.
—Coral era buena, le hacia bien. El la amaba, en cambio Tania, no sé…
—Patrañas, no me interesa tu opinión. Vas a mover tu culo y me vas a traer a Tania, quiero un nieto y es ya. Ahora que la mujer de la que estaba enamorado se hizo compañero de Cowell es la oportunidad perfecta. —el hombre suspira fuerte.
—Bien —salgo para allá entonces.
—No regreses si no es con Tania. —el hombre niega, su mujer es un verdadero dolor de culo cuando se lo propone.

Ryan espera que todos se marchen para salir, debía encontrar la forma de robarse a Caroline. Se la llevaría lejos,  donde nadie pudiera encontrarlos, ni su magia pudiera interponerse entre ellos. Llegó a la cabaña donde ella vivía. Rompió la puerta con una patada y entró buscando algo que le diga como convencerla de abandonar a Bash por las buenas.
Rebuscó por todos lados sin encontrar nada. Se acostó en su cama buscando guardar su olor. Ella una mujer única. La deseaba solo a ella. Recordó el primer día que la vio, se veía tan hermosa. Estaba casando, tenia su arco y flecha. Ella no era de usar su magia, la observo por mucho tiempo. Cazó al venado con destreza y maña. Era muy buena en lo que hacía. El quedó prendado de ella desde el primer momento. Sonrío al recordar que luego de haber matado cazado al venado la siguió hasta el riachuelo donde se quito sus ropas para bañarse en el. La admiró desde la distancia, deseoso de estar allí junto a ella. Así pasaron los días, a la misma hora el llegaba hasta el riachuelo donde ella se bañaba religiosamente. Para el era el mejor momento del día, muchas veces la seguía hasta su casa, en otras ocasiones ella usaba su magia y desaparecía ante sus ojos.
El tiempo paso y fue cuando decidió acercarse. Dio puños a la cama.
—Nunca debí permitir que fuera al pueblo. Tardé demasiado, debí acercarme a ella el primer día. —su corazón duele— maldito Bash Cowell, te odio y te odiare toda la vida.
Se levantó de la cama y salió del lugar. Ya era de mañana, todos en el pueblo recién se levantaban. El aroma a café y desayunos frescos inunda el olfato del lobo. Llegó al castillo para descansar. No había podido pegar un ojo en toda la noche.
—Hasta que al fin apareces, tu prometida esta esperando en tus aposentos. —Ryan mira a su madre con desagrado.
—Te dije que no me casaré  con Tania. —escupe malhumorado. – tengo sueño, no quiero saber de nada ni nadie.
Su madre se encoge de hombros.
—Ese ya no es mi problema, o te casas o te casas. No tienes más opciones. La manada necesita un líder fuerte y tu das mucho que desear.
—Madre… —gruñe apretando sus dientes.
—Nada, vas te revuelcas con tu futura esposa la comprometes y listo. Para toda la eternidad. – simplifica la mujer mayor.
—Voy a dormir y cuando despierte no quiero que me enciendes el tema. Mi esposa será Caroline Lombrad,  si no es ella no lo será  nadie.
—Ten algo muy presente, Ryan, aquí quien manda soy yo. Si no te gusta mis imposiciones listo, te puedes marchar, bucare otro heredero, en fin, nadie es indispensable. —Ryan la mira con todo el odio que le podía caber en el corazón—. No me mires así, te di la oportunidad de traer a la hechicera y fallaste. Si haces algo en contra de la unión de esos dos tendremos la maldición para toda la vida. Estaba escrito. Es la leyenda con la que crecimos todas. Soñábamos con ser la elegida y una vez la luna se tornará roja esa unión seria eterna.
—No, no me resigno haberla perdido. —grita Ryan.
—pues ve resignándote o nos vas a exponer, no tan solo a nosotros si no a toda la manada. Esa unión es irrompible ya ella es su esposa. No habrán actos religiosos, tienen el consentimiento de la madre luna. Entiéndelo. Ya se acabó,  tuviste tu oportunidad y no lo lograste. Ahora ve a tu habitación, te coges a Tania y te casas con ella. Eres el líder de una manada no puedes darte el lujo de que te vean débil ante nadie. —su madre palmea su espalda y se marcha.
Ryan sube hasta su habitación para encontrarse con la que será su peor pesadilla por resto de vida.

La última hechicera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora