VIII

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Bash comprendiendo que debía empezar de cero, se levantó e inclinó frente a la chica.
—Mucho gusto, soy Bash Cowell,  vivo cerca de aquí. – dice como todo un caballero.
—Un placer,  soy Caroline Lombrad. – Bash toma la mano de Caroline para dejar un beso.
—El placer es mío señorita Lombrad, ¿le gustaría acompañarme a cenar? – Caroline lo mira fijamente a los ojos. Es un hombre muy apuesto. Sus ojos azul claro, su perfil es perfecto. Tan guapo y galante.
—Sí, acepto a cenar con usted señor Cowell.  – Bash la ayuda a levantarse para tomarla por la cintura, dice dos palabras en latín y chasquea sus dedos para llegar a su habitación.
—Tan grande este castillo  y solo conozco esta habitación, ¿no tiene más? –comenta Caroline sorprendiendo a Bash, quien sonríe ante la ocurrencia de la chica. 
—Sí, tiene más, pero esta es mi habitación favorita. Hoy tu eres mi invitada de honor escoges donde dormir. – acaricia el rostro de la mujer–. Eres tan hermosa. – dice con voz suave, Caroline cierra sus ojos ante su cercanía. Él la pone completamente nerviosa.
—Yo…
—Sh, no digas nada solo déjame apreciarte. – sus manos bajaron hasta el cuello. Bash sentía el corazón agitado de la mujer. Lo llama el bombeo de sangre. Sus alientos de mezclan. Es tan difícil para Bash mantenerse alejado de ella—. Perdóname pero necesito besarte. –La tomó por la nuca para acercar sus labios a los de ella y fundirse en un tierno y cálido beso. Caroline se sintió en las nubes. Es inexperta besando pero el hombre hacía que todo fuera perfecto. Se separaron agitados, Bash tenía una gran erección. Caroline tomó aire y abrió los ojos para mirarse en los de él–. Prometo amarte por siempre, voy a enamorarte y me voy a enamorar de ti como nunca lo he hecho.
—Para Caroline esa promesa fue muy importante. Sonrió satisfecha alejándose de él
—Pero en lo que eso sucede creo que debemos mantener distancia. –sugiere caminando hasta el balcón.
—No te vayas, perdóname, no… — Caroline pone su dedo en los labios del hombre.
—Me prometiste una cena. Me gustaría asearme para estar presentable – Bash asiente satisfecho por la respuesta de Caroline y llama a Vincent. 
—Por favor, mi hermosa Caroline desea asearse. Asignarle dos doncellas. Busca un hermoso vestido para que lo luzca esta noche y pide que hagan una cena especial. Solo para dos – le extiende su mano para que Caroline la tome. – Esta hermosa mujer me hará el honor de acompañarme esta noche.
—Gracias, no es necesario puedo ir a mi … — Ve a Bash negar.
—Tranquila te daré privacidad. Quiero que me sorprenda tu belleza. Te veré a la hora de la cena. –Caroline sonríe y asiente feliz.

Bash salió de la habitación. Trajeron agua caliente, toallas limpias, un hermoso vestido verde monte. Las dos doncellas la ayudaron a asearse con aceites esenciales. Hicieron un hermoso peinado y maquillaron de forma sutil. Pusieron un vestido sin mangas. Una gargantilla, y aretes de esmeralda. Todo lo mejor para ella. Bajó hasta el salón donde la esperaba impaciente Bash.
   La puerta se abre dejándolo ver a la hermosa mujer. Camino hasta ella para llevarla tomada de la mano hasta la silla.
—Estas hermosa. – dice ayudándola a sentar. Caroline ve un gran festín había frutos secos, dulces, un cerdo asado, estofado de pollo, vegetales, panes, entre otros. Ella toma asiento a su izquierda.
—Gracias, ¿esperamos más personas? – pregunta en cuánto Bash toma asiento.
—No,  solo seremos tú y yo. – Caroline no dice nada más. En su mente pasan miles de preguntas pero no las hará para no quedar como una tonta. Bash sirvió dos copas de vino tinto. Le dio una para que brindaran.— Por un nuevo comienzo – dice más animado. Caroline levantó su copa para brindar.

La cena transcurrió en completa armonía. Bash preguntó sobre su vida, su familia. Ella poco pregunto. No quería aturdirlo con su preguntas. Luego buscaría saber mas sobre su antecesora. Poco a poco, sin prisa.
Bash le enseñó su colección de obras de arte, su habitación donde guarda las valijas de gran valor. Poco a poco se abrió ante la mujer que lo tenía hechizado con su belleza. Caroline era simplemente hermosa y muy inteligente. Todo lo captaba en el acto. La hora de despedirse había llegado. Bash no quiso dejarla ir, pero era en algo qué no podía interferir.
—Quédate conmigo. – le ruega. Su olor lo tenía loco.
—No puedo. – dice la joven mujer.
—Lo pase muy bien a tu lado. — Bash la toma de la cintura para acercarla a su cuerpo. Sintió como Caroline dejó de respirar por unos segundos. La miró directamente a los ojos buscando descubrir lo que ella siente–. Siento tu deseo. Eso hace que me excite de tan solo tenerte cerca. –susurra cerca de su oído–. Regálame esta noche, no luches contra lo inevitable. —Besa su cuello por donde pasa su yugular.
—Bash … —dice con un hilo de voz la joven mujer.
—Sh – la calla –. No digas nada, solo siente. Esto es más fuerte que nosotros. Tu y yo, unidos por el mismo deseo.
—No puedo hacerlo. –comenta tratando de no sucumbir a esa corriente que pasa por su cuerpo.
—Que nos los impide. – el hombre baja por su escote–. Siento como vibras entre mis brazos. Como corre el deseo y la lujuria por todo tu cuerpo. –baja la cremallera del vestido haciendo que este caiga a sus pies.
—Por fa… — no pudo terminar la oración cuando de su boca salió un gemido al sentir la lengua en sus pezones. Estaba perdida entre las caricias cálidas del hombre.
—Eres perfecta. –dijo tomando sus pechos en sus manos para mirarla a los ojos – Quiero hacerte mía, me estoy muriendo por estar dentro de ti.
—No creo que sea conveniente. – Caroline baja la mirada, no podía negar el deseo que sentía, pero aun no se decidía con quien pasaría la eternidad–. Lo siento, pero aun no estoy lista para ser tu mujer. —Chaqueo sus dedos y desapareció dejando el vestido y las joyas en el suelo.
Bash maldijo por lo bajo y al mismo tiempo sonrió al saberse ganador en esa primera cita.

La última hechicera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora