III

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Caroline cortaba algunos frutos, debía ir al mercado para hacer negocios y así poder llenar su despensa de comida.
—Necesito leche y harinas. – se dijo mientras recogía las naranjas y manzanas.
—Hola –escuchó la voz de un hombre.
—¿Quién eres tú? – pregunta sosteniendo el cuchillo fuerte.
—Hola hermosa, me llamo Ryan Tyler. Soy…
—Sí, sé quien eres. Eres el hijo de los señores del castillo. ¿Qué hace aquí? – pregunta tajante. Conocía a todos en el pueblo, era de su conocimiento que el pueblo estaba repleto de lobos paseándose como humanos normales. Su cabaña quedaba entre ambos pueblos, el de los lobos y los chupasangre, otro pueblo que actuaban como humanos. Su madre le había hablado de ambos lugares.
—Pasaba y te vi. – le sonríe, pero Caroline no le devolvió la sonrisa.
— Bien, ya puede irse. – contesta sin prestar atención, va a dar media vuelta.
—Espera – la toma del brazo, ella mira la mano del hombre y luego lo mira a los ojos. Es un hombre perfecto, su piel blanca, sus ojos grises con destellos rojos. —Me gustaría…
—Nada, no quiero volver a verte por esta área, si vuelves no respondo. – dice soltándose de su agarre.
—No te han dicho que eres hermosa. – Ryan busca acercarse a ella, pero Caroline no se lo permite.
— Le voy a decir esto y que le quede claro. No me interesa que me digan si soy bonita o no. Solo quiero vivir como hasta ahora, tranquila. Ahora te puedes ir.
—Déjame darte lo que necesitas. – la ve negar. Se acerca a él.
—No me interesa nada que tenga que ver con un ser como tú. – toca su frente. – No te confundas, no soy quien piensas que soy.
— Eres mi Luna. – la toma de la cintura.
—No, no soy la pareja de nadie, Entiéndelo, soy un ente solitario y no me interesa nada más. – él acerca su rostro.
—Tú sabes lo que implica. – Caroline blanquea sus ojos.
—Eso no es obligado, yo no quiero … — Ryan la toma de la nuca para unir sus labios con los de ella. Caroline se separa y estampa su mano izquierda en el perfecto rostro del hombre que tenía frente a ella. – no vuelvas a hacer eso porque para la próxima te castro.
— ¿Sabes quién soy? – Caroline sonríe altanera—. ¿Siempre has sabido quién soy? – la pelirroja negó.
—Ayer no sabía que eras tú, confío en los animales más que en el ser humano. Pero hoy siento el mismo olor de tu lobo. — Ryan sonríe satisfecho.
—Déjame … — Caroline lo detiene.
—Shh, no voy a darte nada. Busca otra luna, no soy la que buscas. – toma la canasta con las frutas.
—Eres mi luna, entiéndelo. – dice un frustrado Ryan.
—Ego apparent et evanescunt, nolo te iterum videre(Aparezco y desaparezco, no quiero volver a verlo) – chasquear sus dedos y se desaparece ante los ojos de Ryan quien sonríe y niega. Esa hechicera será suya así tenga que dejar su vida en eso.
Caroline llegó hasta el arroyo cerca de su casa. Toma asiento en la grama de la orilla. Toma algunas piedras para tirarlas al agua, estaba enojada, quería matar al hombre de impresionantes ojos.
—Maldito lobo, me vio desnuda ayer. — tira una de las piedras para quitar su frustración.
— Sabía que te encontraría aquí – dice esta vez en su forma lobuna.
—Como puedo… ah ya sé — blanquea sus ojos – No me interesa nada que ver contigo. – concluye segura.
— Dame la oportunidad, no me quieres como humano, soy tu lobo y tu mi luna.
—No, quiero que busques la forma de anular esto. – Caroline siente su corazón oprimido.
— No podemos escondernos de nuestro destino.
—Que no – grita la joven hechicera—. Mi corazón me dice que no. – concluye.
—Dame la oportunidad de demostrarte que eres mi todo.
—No sabes quién soy. – dice rendida ante el hermoso lobo blanco con manchas marrones.
—Sé lo que necesito saber, que eres mi luna, la reina que ilumina mis noches. – Se acerca con cuidado, no quiere espantarla
—Ryan no, no puedo ser nada de lo que dices yo…— Ryan pasa a su forma humana dejando su desnudez a la vista de la joven mujer.
—Déjame ser tu amigo – ruega.
—Primero cúbrete – tapa sus ojos
—Estamos a mano. – el hombre sonríe, le gustaría tenerla de la misma forma que el día anterior.
—Eres un abusivo – Caroline golpea su hombro.
—Quería ver a mi luna, no me culpes. – se encoge de hombros.
—Que no soy tu luna – vuelve a repetir Caroline.
—Si me dejaras besarte de seguro sentirías que eres mía. – Ryan está dispuesto a todo por ella.
—Ryan –dice en tono amenazante la joven mujer.
—Está bien, solo digo – levanta sus manos en son de paz.
—Eres un payaso – Al fin Caroline sonríe.
—Déjame ser tu amigo, así, desnúdate y quedamos los dos a igual condición.
—Estás loco, solo me tomas por boba una vez, no dos. – la mujer le saca la lengua.
—Anda, mira que te veías hermosa sin todos esos trapos. —  señala la ropa de cazadora que llevaba puesta.
—¿Qué ropa tiene mi ropa? – Caroline se mira.
—Nada malo, solo que no me deja ver todo eso que cubres con ella. – le guiña un ojo.
—No te quieras pasar. – dice la joven, pero Ryan está dispuesto a hacerla suya.
—¿Si me paso? – dice encima de sus labios—. Me encantas, eres hermosa, me encanta verte sin ropa – Caroline cerró sus ojos, ese hombre era demasiado guapo para su gusto.
—No… — busca poner distancia entre ellos —.No lo hagas – chasquea sus dedos y desaparece esta vez llega a su casa, su corazón palpita fuerte.
—Madre luna porque siento que Ryan es y al mismo tiempo no es mi compañero. Guíame madre, guíame a mi verdadero amor. – se tira en su cama.

    Caroline despertó toda empapada en sudor, esto hizo que su cabello rojo se pegara en su rostro. Tuvo un sueño muy real. Un hombre sin rostro, un castillo, la madre luna asintiendo y un vestido de novia sobre la cama. Todo fue muy confuso, es como si ya hubiese vivido ese momento. Se levantó para prepararse un te de hierbas, necesitaba aclarar su mente. ¿Que había sido todo eso?
—¿La madre luna querrá decirme algo? – pensó en voz alta—. Debió ser más clara, me dejó más confundida. –cubre su rostro por sus manos.
Puso el agua a hervir en la hornilla que mantenía encendida, ese tronco había durado mucho. Esperó paciente que el agua llegara al punto exacto para poner las hierbas necesarias y así poder conciliar el sueño. Fue hasta la ventana para mirar a la luna, estaba menguado, aun no llegaba la nueva luna.
—Oh madre, discúlpame, pero el mensaje no llegó tan claro como me hubiera gustado. ¿Es Ryan mi compañero? El vive en un castillo, es muy guapo y …— las hierbas empiezan a dejar su aroma en la pequeña casa. Rápidamente Caroline fue hasta la olla para quitarla del fuego y sirvió en una pequeña taza un poco de la infusión.
Cerró los ojos para oler el rico aroma que de este desprendía. Recordó a su madre, que en las noches de frío, siempre preparaba uno para poder dormir tranquila. En ese tiempo, no podían vivir en paz ya que los juzgaban y acusaban de profanos. La caza terminó con la muerte de su madre y hermanos. Ella nunca podrá olvidar ese día, aun no entiende por que su madre no usó sus poderes para salvarse, por que dejarse morir quemada por personas sin corazón. Una lágrima brotó de su mirada cristalizada corriendo por su mejilla. 
—No, Caroline, no puedes ir por la vida llorando, no puedes ver a los humanos como amigos, por que no lo son. Ellos son crueles y solo suelen dañar lo que tocan. – se auto regaña. Toma su taza de té y vuelve a su cama tratando de no pensar en nada vuelve a retomar su sueño.
La mañana siguiente se levantó  temprano, debía recorrer las montañas para poder cazar un jabalí o una cabra. Debía llenar su dispensa antes que llegue el invierno y todo comience a escasear y por consiguiente todo suba su precio. Tomó todo lo que necesitaba y con dos chasquidos se introdujo en el bosque.

[•••]

—Ryan, donde te metiste ayer, te estuve buscando. Llegaron dos jóvenes híbridas a la provincia, necesito que las conozcas para saber si es alguna tu compañera. —dice su madre desesperada por que el mayor de sus hijos consiga al fin a su luna, ya es tiempo de cederle su reino, para que junto a su luna gobierne.
—Madre la encontré, encontré a mi hermosa compañera.  su padre deja de ver la lista de números que tiene al frente para observar a su hijo.
—¿De qué hablas, Ryan? – pregunta el hombre mayor.
—Mi luna, es hermosa, tiene cabello rojo como la sangre, sus ojos azules, tan azules como el cielo en un hermoso día de sol y  …
—¿Dónde está? – lo interrumpe su madre – Necesito preparar a tu luna para la ceremonia. Según la describes es una hermosa loba. Mientras más pronto te cases, más pronto podrás gobernar.
—Ese es el detalle. –sus padres lo miran–. No es loba, ni híbrida, ni nada por el estilo.
—Oh madre, ayúdame a no morir sin ver a mi hijo realizado. –dice Stela Tyler poniendo su mano en el pecho, como fingiendo un infarto.
—Stela por amor a Dios, deja el drama. – dice Homero Tyler, el actual rey de los lobos.
—Si mamá, además no es humana tampoco.
—¿Entonces? —preguntan ambos reyes.
—Es una hermosa hechicera. – dice orgulloso.
—Eso es imposible las hechiceras están extintas. –comenta la madre del castaño segura, pues ella estuvo en la masacre de estas pasándose como un humano normal.
—Pues no sé, de seguro mi hermosa luna es la última hechicera. –contesta con voz soñadora. —Me siento el hombre más afortunado.
—Bien, bien, pues tráela al castillo, quiero comenzar con los preparativos de la boda. – Ryan niega. – ¿Y ahora qué?
—Ella no quiere ser mi compañera, se niega a casarse y vivir el resto de su vida conmigo. – se encoge de hombros.
—¿Qué? – grita su madre–. No, ahora si puedo entrar en un colapso nervioso.
—Necesito tiempo para enamorarla, yo sé que ella siente la conexión entre nosotros. —sonríe– sé que ella será mi reina.
Sus padre niegan, su hijo es un dolor de cabeza. Solo piden a la luna que sea el vencedor.

La última hechicera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora