—Ryan debes marcharte – pide la mujer, pero él no le hace caso.
—Cuando él se vaya, yo me voy. – Caroline niega.
—Entiende, me gusta estar con él. Es una fuerza que me atrae. – el lobo que aun la tiene acorralada entre sus brazos y la pared huele su cuello.
—Huelo tu excitación, sé que me deseas. – Caroline cierra los ojos ante su cercanía. Estaba excitada, claro, luego de experimentar su primer orgasmo, el que Ryan le hable de esa manera le crea esa reacción.
Ryan sube el batín poco a poco mientras escucha el corazón de Caroline latir fuerte. Su respiración se vuelve pesada.
—¿Qué haces? – Pregunta la mujer cuando siente los dedos del lobo subir por sus muslos.
—Voy a reclamar lo que es mío. – con su mano abre las piernas de Caroline que tiembla como hoja.
—Ryan no. – dice con temor. Los ojos del lobo cambiaron a un rojo sangre.
— ¿Por qué no? Si tu quieres y yo quiero. – ella niega.
—Soy…, mi primera experiencia no quiero que sea así. Quiero desearla. – dice firme y Ryan para en seco.
En el pueblo no quedan vírgenes, ya que la mayoría son de la manada y a los dieciocho es normal perder la viginidad por su primer celo. Ryan volvió a oler su cuello.
—Con mas razón te quiero mía. Voy a luchar por ti, seré el vencedor. – acaricia los labios de la mujer–. Bash ven, se me ha ocurrido algo.
Bash hace su entrada hasta la sala de estar donde aun Ryan tiene a Caroline entre sus brazos.
—Les tengo un propuesta. – todos toman asiento en la pequeña sala.
—Tú dirás – dice Bash llenándose de toda la paciencia que podía tener.
—Caroline es virgen, yo tengo mi celo en tres semanas y quiero pasarlo con ella. – dice como si con eso lo explicara todo.
—Al punto Ryan. – dice Bash blanqueando sus ojos.— No tengo todo el día para ti.
—Bueno, si están de acuerdo, nos podemos turnar. Un día tu y otro yo. Sin tocar su flor, solo conquistando su corazón. En la tercera semana Caroline tendrá que decidir entre ambos. El ganador la reclamará como suya y al perdedor le tocara aceptar su derrota y reinara solo por la eternidad. – Caroline va a decir algo, pero Bash se adelanta.
—Trato hecho, como ella me llamó en la madrugada , hoy me toca a mí. – Caroline niega – Adiós, la vez mañana.
—¿Ustedes no se dan cuenta que estoy aquí? No piensan que tengo tres opciones. —Ambos hombres la miran Caroline arquea su ceja y se cruza de brazos. – puedo decidir mandarlos muy a la mierda y quedarme sola. En fin yo siempre he podido vivir sola. — Se encoge de hombros – Tampoco soy una reina, ni nadie de la realeza. Soy solo la última hechicera, Caroline Lombrad.
—Pero debes… — Ryan va a hablar pero Caroline se levanta de la silla y lo detiene.
—No debo, quiero que entiendan que si me da la maldita gana, ahora mismo los echo de mi casa y nadie reina junto a mi. – Concluye muy enojada.
—Tu eres nuestra luna – dicen al mismo tiempo.
—No soy nadie, solo soy una mujer que ha vivido sola por años y nunca ha necesitado de ninguno de ustedes. Y como ya me hicieron enojar, vayan a negociar su conquista a las ventas del mismísimo infierno. Y a mi me dejan en paz. – chasquea sus dedos sacándolos de la casa enviándolos a la plaza del pueblo.
Caroline subió a ponerse ropa, saldría a caminar, había mucho que pensar. Ambos hombres son apuestos, ambos son especiales a su modo. Con Bash todo es diferente, es tan varonil. Inspira confianza, seguridad. Con Ryan todo es más suave, es como si fuera un cachorro que necesitara ser protegido por ella. Ambos le inspiraban los más hermosos sentimientos. Los desea, los añora, con la contrariedad de que cuando esta con uno siente que le es infiel al otro. Se cambió rápido y caminó a paso ligero hasta el río. Necesitaba pensar mientras se bañaba en las cristalinas aguas del estanque natural.
Mientras Caroline piensa en lo que desea hacer, Bash y Ryan se quieren matar en la plaza.
—Por tu maldita culpa, ya la tenía entre mis brazos. – grita Bash. – La saboree, la hice vibrar de placer
—Ella es mía, yo estuve a punto de reclamarla, he saboreado su piel. – grita el lobo
—Eres un maldito infeliz. – Bash se le tira para golpearlo pero el lobo reacciona antes llevándolo al piso. –Me das pena, Caroline será mi reina y ni tú, ni nadie lo impedirá. – escupe el vampiro con ira.
—En tus mejores sueños. Ella será mía y tu serás solo un recuerdo. – Ryan se le tira encima para golpearlo pero Bash usa su magia para desaparecer. – Maldito chupasangre, te voy a destruir. – Ryan cambia a su forma animal para llegar al castillo donde lo espera su madre alarmada. Necesita que Ryan se case para la próxima luna de sangre.
Bash llegó hasta el estanque natural donde Caroline se baña. Para él era una maravilla verla de esa manera, desnuda, fresca y juvenil. Todo lo que el necesita.
—¿Puedo? – Caroline niega pero él ya esta quitando su camisa.
—Se supone que quiero pensar no dejarme seducir.— dice al ver la tableta de chocolate blanco.
—Puedes hacer las dos cosas, mientras piensas, puedo seducirte. – El rey de los vampiros sonríe.
—Eres terrible, ¿lo sabes verdad? – Caroline escurre su cabello para salir del agua.
— Vamos, — Bash se acerca al verla salir del agua — Quiero hacerte disfrutar otra vez, quiero lamer ese coño, hacer que te corras en mi boca y saborearte completa. – su voz se torna más ronca por su excitación. Toma su mano para llevarla hasta su bulto. – Es todo tuyo. – dice en su oído.
—Bash – susurra Caroline al sentir su pene latir dentro de su pantalón.
—Estoy aquí amor, para complacerte, vivo para eso. – Caroline traga saliva, si bien es cierto que su coño latía con cada palabra que este le decía, no quería caer en sus redes. Ryan y él se han comportado como niños.
—No quiero – dice no muy convencida de sus palabras.
—¿No quieres, Qué? – Bash enfila sus tácticas de seducción, camina hasta ponerse a su espalda, quita su roja cabellera de su hombro para besar su piel. — Dime,¿ no quieres qué? – inquiere entre besos que llegaron hasta su el lóbulo de su oreja y volvió a bajar. A Caroline se le erizo la piel por sus caricias.
Bash al no recibir respuesta de la mujer la tomó por la cintura pegándola a su cuerpo frío.
—Bash – dice con un hilo de voz.
—Dime amor, ¿dime que no quieres? – lame su piel desnuda. – Yo te puedo decir que es lo que yo quiero.
—¿Que quieres? –pregunta la joven mujer tirando su cabeza hacia atrás
—Lo quiero todo de ti, pero en especial hacerte mi reina. – dice en su oído, subiendo sus manos hasta sus senos desnudos. – Quiero lamerlos con mi inquieta lengua. –comenta jalando sus pezones. Un gemido salió de los labios de Caroline, que se deja llevar por todo el torbellino de sensaciones que este le causa. Baja una de sus manos por su abdomen hasta llegar a su entrepierna. Con su rodilla por la parte de atrás despega un poco sus muslos, para con sus dedos abrirle los labios vaginales y comenzar a hurgar en ella.
—¡Oh Bash! –gime totalmente rendida. Bash comienza ha hacer círculos en su clítoris.
—Quiero que te comas mi polla y me dejes comerte. Podemos complacernos mutuamente. – dice el vampiro saboreando su cuello.
—No sé como hacer eso. – susurra la mujer disfrutando de los movimientos de los dedos de Bash.
—Si me dejas yo te enseño, quiero enseñarte todo lo que se en el arte amatorio. – Caroline asiente totalmente extasiada por todas las sensaciones que estaba conociendo. – verás que te gustará recibir mi elixir en tu boca.
Escucharlo decir eso la hizo tragar hondo. Por un momento se detuvo a pensar si quería aprender o solo se estaba dejando convencer por un experimentado hombre. Gimió al sentir como los dedos de Bash no paraban de girar sobre su ya hinchado clítoris.
—Por la luna, estoy muy caliente – susurra Caroline.
—Eso quiero mi reina, que estés caliente, que me desees – Caroline asintió.
—Te deseo Bash. – musito antes de volver a gemir.
—Vamos a mi castillo, en la privacidad de nuestra habitación. – Caroline no dijo nada solo chasqueo sus dedos dejando su ropa junto al manantial.
Caroline estaba perdiendo la cordura, necesitaba terminar, llegar al punto de la mañana. Llegaron a la habitación oscura a pesar del hermoso sol a fuera. Bash la besa, necesitaba beber de sus labios. Chupa su lengua buscando saciar su sed.
—Ven amor, vamos a la cama. — Quitó su ropa quedando desnudo ante ella. Caroline lo miró con temor, siempre supo que era un hombre hermoso, pero no conocía la longitud de su entrepierna.
—Yo… — se queda muda al verlo tan erecto.
— tranquila, seré un buen maestro. No te preocupes, tendré paciencia. – dice sobre sus labios dejando que su miembro golpee el vientre de la mujer. Caroline no era tan bajita, estaban casi a la par.
—No hagas eso – gime encima de sus labios.
—¿No te excita? — Ella asiente.
—Por eso te lo pido – Bash sonríe satisfecho.
—Mírame a los ojos – le pide y así Caroline lo hace – Aquí solo pasara lo que tu pidas. Nada más, tus deseos son ordenes para mi. – Caroline asintió repetidas veces.
Bash la acostó en la cama dejando sus piernas en el borde. Miro su coño empapado de sus fluidos. – No te he dicho que eres la mujer más hermosa que he conocido. – se arrodilla frente a la cama, la toma por sus caderas para jalarla hacia él.
Inhalo su aroma, para él era perfecta. Paso su lengua por toda su humedad. La primera reacción de Caroline fue cerrar sus piernas. – No seas tímida, recuerda como te sentiste esta mañana.
Bash abre sus piernas dejando su coño expuesto. Volvió a llevar sus labios hasta este, se sentía caliente y excitada. Caroline gimió al sentir su lengua fría. Bash no quería dar tregua, pero tampoco quería hacerla terminar quería sentir su boca caliente en su polla. Salió de entre medio de las piernas de la mujer. — Se acomodó a su lado de rodillas en la cama. — Ven mi reina, bebe tu biberón de mi leche adictiva. – Caroline abrió los ojos al verlo tan cerca. Bash lo masajea con sus manos. No entendía por que razón se le hacía la boca agua.
—Ven amor, no tengas miedo, yo te voy a guiar, así cuando yo ayude a desahogarte, tu me ayudas a mí. – Caroline sonrió por primera vez y asintió. Era un buen trato. – Bien, acércate.
Caroline acercó poniéndose de rodillas en cuatro, frente a él. Bash sonrió satisfecho. Dejó de masajear su falo para acercar su glande a los labios de la joven e inexperta mujer.
—Con tu lengua lame la punta – Caroline hizo lo que este le dijo saboreando sus gotas pre seminales. Caroline lamió sus labios cuando degusto del escaso líquido. — ¿Te gusta? – preguntó Bash al ver su expresión.
—Si pensé que sería desagradable, pero no. – Bash le da con su falo en la cara.
—Ahora vas a chupar la cabecita — señala el glande —. con mucha calma, recuerda que cuando ya no quieras solo tienes que decirlo. – Caroline asiente. Ella deseaba tenerlo en su boca y brindarle los placeres de una perfecta felación. Bash siente como Caroline lo va saboreando de apoco, le parecía una tortura no poder correrse siempre que quisiera allí. En su calor, pero debía ser paciente. El había logrado muchos avances con ella. No lo arruinaría por no aguantarse unas semanas. Caroline llevó sus manos a su falo aguantándose con los codos – Bash gruñó al mismo tiempo que Caroline llevaba su miembro viril hasta su garganta y aun sobraba pulgadas, las que masajeaba con sus manos. Bash tomo la otra mano para ponerla en sus testículos, estos reclamaban atención. Tiró su cabeza para atrás disfrutando de el calor del momento. Quería disfrutar más, pero Caroline era una excelente aprendiz. Bash sentía como su glande chocaba con su garganta y empezaba a enloquecer. Hundió sus dedos en tu roja cabellera para comenzar a embestir suave.
—Aprendes muy rápido — dice el hombre follando su boca, era la pareja perfecta, el calor de su boca era el perfecto para hacerlo correrse como un inexperto. Por ese día se dejaría llevar, no la castigaría mucho, así que a los pocos minutos después que dejó que ella tomara el control nuevamente se abandono al placer que ella le brindaba. – abre bien la boca — no termina de decirlo cuando Caroline recibe su caliente liquido en su boca. Los gruñidos de Bash se escucharon por toda la habitación, no quería sacarla, se sentía en casa.
—Oh por la luna, mi reina. Eres mejor de lo que pensé. – Dice aun jadeando. Se acuesta en las almohadas. – Ven que te vas a correr rico en mi boca. Vas a ser tu quien decida el ritmo.
Subió a Caroline a hasta poner el coño mojado e hinchado de la mujer en su boca. Al Caroline quedar sobre el hombre comprendió que podía mover sus caderas buscando su propio placer. Bash dejó que ella se soltara, recibiendo en su boca todo su elixir. Caroline cayó a su lado toda sudada, llegó a alcanzar su clímax dejando al hombre devorar su coño.
—Esto fue… — busca llenar sus pulmones de oxigeno — maravilloso — Termina de decir aun jadeando de tanto placer.
—Me alegro ser yo quien te lo enseñe todo. ¿Te gustó mi polla? – Caroline asiente mordiendo su labio.
—Me encantó. – dice feliz. Se sentía completa a su lado.
—Ven, déjame abrazarte. – Carol se acerca dejándose abrazar del hombre. – te prometo ser paciente y te enseñaré a amarme. Ambos nos conoceremos en estos días. Poco a poco el amor llegará, lo importante es ir conociendo las cosas que nos gustan. Tú no te guardes nada, y yo voy a guiarte para que me complazcas siempre.
—¿Por que das por hecho que te escogeré a ti? – Bash niega.
—No lo estoy dando por hecho, nada es seguro, yo solo te voy a enseñar los placeres de la vida, tu escoges si los practicas conmigo o con el imbécil ese. – dice con voz firme.
—¡Bash! – le da en el pecho
—Aunque me harías muy feliz si pudiera ser yo quien te ponga caliente todas los días. No me importa parecer contigo, solo quiero retozar día y noche contigo, en esta cama, mimarte y complacerte al máximo.

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La última hechicera
خيال (فانتازيا)Carol Lombrad una hechicera experimentada se casa enamorada de su esposo el rey de los vampiros Bash Cowell. Su felicidad no fue para siempre ya que cierto día Bash tuvo que partir a otra provincia francesa y cuando volvió encontró a su esposa en la...