XI

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Caroline miró a donde había llegado y comenzó a llorar de rabia e impotencia. Llamó a Bash, aun no entendía porque llegó hasta allí y no a su hogar, pero daba gracias a la madre luna. Bash llegó a los segundos que ella lo llamó. 

—Mi pequeña. – se acerca para abrazarla. Aun estaba desnuda pero él no lo notó. Sentía su dolor. No era el momento de estar pensando en hacerla suya. La abrazó hasta que Caroline dejó de llorar. Él tiene toda la vida para esperarla. 

—¿Ya estás mejor? –Caroline asiente— Bien, cuéntame.

—No paso igual a mi sueño, hasta pensé que era una paranoica. Quiso que fuéramos al río y luego me convenció de entrar al agua desnuda. Lo hice, sabes que me dijiste hacerlo así. –Bash asiente— Estuvo a punto de entrar en mi. Perdóname te fallé. –dice entre llanto. 

—¿Te llegó a reclamar? —Caroline niega—. Tranquila mi amor, ahora mismo pido que te traigan ropa y comida. 

—No tengo hambre, solo quiero que me abraces. – Bash sonríe y señala la cama. 

—Ven descansa, aquí estoy para cumplir todos tus caprichos. – Caroline le da una sonrisa a medias. 

Caroline se acuesta en la cama y Bash la abraza. Caroline se sentía segura entre sus brazos y los muros de ese castillo. Definitivamente ya sabía a quien le pertenecía su corazón. A quien le entregaría su alma. Bash aun viéndola desnuda no ha hecho el intento de poseerá. Ella sabe que la desea, se ve el bulto en su pantalón, pero no ha hecho ni el más mínimo gesto para poseerla. Sólo siente sus brazos abrazándola fuerte a su cuerpo como si no quisiera dejarla ir.

—¿Por qué eres así conmigo? –pregunta la joven mujer. 

—¿Así cómo? –la hace mirarlo a los ojos. 

—Tan lindo conmigo, desde que te conocí me has tratado con tanto... – pone su mano en su mentón para pensar— como decirlo, me has tratado con…

—¿Amor? —Bash concluye por ella.

—No sé que es el amor. Solo lo conocí de mi madre y hace más de diez años que murió. 

—Lo siento pequeña —dice acariciando su rostro. Caroline cierra sus ojos para al sentir sus caricias.

—Creo saber a quien quiero en mi vida —Bash sonríe y niega.

—Aun no me amas pequeña. Aun falta mucho para eso. —acerca sus labios para rozarlos con los suyos. 

—Contigo me siento segura, entre tus brazos… —Bash pone su dedo en su labios haciéndola callar.

—Sh – la hace callar. —Te voy a enseñar a amarme Caroline y de paso aprenderé a adorarte. 

Funden sus labios en un beso cargado de amor y deseo. Bash la subió sobre su cuerpo para seguir besándola. La añoraba, pero después de lo que había pasado con Ryan no era prudente que el hiciera un acercamiento sexual. A regañadientes se fue separando de ella. 

—Voy a pedir que te preparen la tina y te traigan vestidos. Cenaremos juntos, serás mi invitada. —Caroline se sintió vacía cuando Bash salió por la puerta. Suspiró y miró hacia la nada. Esa noche se entregaría a él,  ya lo había decidido.

Caroline se quedó deambulando por la habitación, miro todo con mucho interés. No entendía el por qué, pero con Bash y el castillo se sentía segura. Bash además de ser muy guapo es un hombre muy paciente. Suspiró rendida al recordar sus ojos, su boca. Esa que desea sobre su cuerpo. Sintió un calor recorrer por su cuerpo. ¿Cómo que con solo un recuerdo puede causar tantas cosas en ella? Pensó en Ryan, en que debe hablar con él.  No le dará tiempo de lograr su cometido, terminará con ese absurdo. Ya ella está decidida y si ha de vivir para siempre será con Bash, no con Ryan. Sale de sus cavilaciones al escuchar la puerta.  

La última hechicera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora