ñAUVERNIA—RÓDANO—ALPES, Francia
—Señor ya le tengo a la chica. –escucha decir a su mano derecha Vincent.
—Tráemela —grita desde la entrada de su balcón – Mi amada luna, llevo buscando a la elegida por 180 años. Siento desfallecer sin mi amada Carol. Ayúdame a encontrarla. —pide a la hermosa luna llena frente a sus ojos.
Escucha la puerta abrirse y sonríe al ver a la joven, tiene su cabello color zanahoria, y sus ojos azules claros. No tiene ningún parecido físico con Carol pero es hermosa.
—Pasa – dice con una sonrisa para tranquilizarla. La veía temblar de miedo.
—Yo… —La joven mujer caminó lento, sentía sus piernas debilitarse según iba caminando hasta el hermoso hombre que tenía de frente.
—¿Tú? —Pregunta interesado en lo que le pueda querer decir.
—No soy esa que busca. —Concluye la chica deteniendo su paso.
Bash se acerca a paso veloz. Levanta su mentón para que lo mire a los ojos. Podía ver todo el miedo que le tenía.
—¿Por qué dices que no eres a quién busco? — quita un mechón de cabello de su rostro.
—Solo lo sé. – la joven cierra sus ojos. La presencia de Bash era fuerte. El hombre escuchaba los latidos del corazón y su acelerada forma de bombear ese delicioso líquido rojo que tanto necesita para mantenerse con vida. Bash sonríe ante su respuesta.
—¿Cuántos años tienes? —pregunta el hombre rodeándola para mirar su cuerpo. Tiene un vestido de aldeana, con su delantal aun puesto como si hubiera estado haciendo algún deber. El vestido entalla muy bien su cintura y levanta sus voluptuosos senos. Dibujando dos perfectos cerros en su escote. Su piel no era blanca como la porcelana, tiene algunas pecas en su piel curtida.
—Hoy cumplo diecinueve años – baja su rostro ante la insistente e intimidante mirada de Bash.
—Quítate la ropa. – le ordena el vampiro.
—Sí señor. –dice sin mirarlo.
Comenzó a quitarse lo que llevaba puesto. Bash tomó asiento para verla desvestirse. Se sentía satisfecho con lo qué veían sus ojos. Era una mujer de senos y caderas grandes. Su culo redondo y firme lo excita.
—Suéltate el cabello. – la mujer obedeció dejando caer su larga cabellera. – No te muevas.
Camino hasta la puerta para llamar a Vincent. El hombre llego en cuanto pudo.
—¿Deseas algo más? – preguntó el rubio.
—Alisten la bañera, traigan agua tibia. Mi invitada tomará un baño. – el hombre asiente ante la petición de su rey.
Bash cerro la puerta no sin antes pedir aceites esenciales para el baño. Volvió hasta donde se encontraba la joven nerviosa. Aún su corazón bombea mucha sangre por los nervios. Bash estaba controlando todo el deseo que tenía. El ritmo de su corazón y el olor fuerte a sangre no lo dejaban en paz.
—Te voy a mimar hasta que llegue la noche. Si eres la escogida por la luna serás mi esposa, si no lo eres, pasaras a mi harén. – Una lagrima rueda por la mejilla de la joven mujer.
—¿Me hará daño? – Bash niega.
—Si eres mi luna, viviré para amarte. Si no lo eres, vivirás para alimentarme. En ninguno de los casos te mataré. Solo ten presente que desde este momento, tu cuerpo y tu alma me pertenecen. –asegura el hombre tan cerca de sus labios que la chica se sintió desfallecer.
—Como usted diga. –susurra temblando de miedo.
—Tranquila, disfrutarás de los placeres de la carne tanto como yo. – la mujer asiente en repetidas veces—. Dime, ¿has tenido alguna experiencia? –aprieta sus pezones con sus dedos. La mujer niega.
—Desde pequeña he vivido cocinando para algunas personas. No he conocido hombre alguno. – A Bash le gusta esa respuesta. Deseaba que su luna fuera virgen, para tener la satisfacción de ser el primero en su vida.
—Me complace escucharte decir eso. – la mujer lo mira a los ojos por primera vez. En realidad es un hombre muy apuesto, sus ojos azules como el agua del mar. Su rostro perfilado, su perfecta nariz. Bajó por su cuello detallando la perfección en su cuerpo delgado y pálido. La joven pensó en la posibilidad de ser ella su luna. No estaría mal convertirse en la esposa del rey más influyente de la localidad. Ya no tendría que lavar trastos , ni cocinar para patrones malagradecidos.
Bash se mira en sus ojos buscando ver más allá de su cuerpo. El alma de la mujer no era blanca. Es una mujer ambiciosa. Comenzó a tener dudas entre si es o no su amada Carol. Salió de sus pensamientos cuando escucho a Vincent llamarle.
—Señor. – Bash asintió con su cabeza y autorizó la entrada de los eunucos con los cubos llenos de agua caliente. Estos llenaron la bañera que estaba en la habitación contigua, la misma que la mujer no había visto hasta ese momento. Trato de cubrirse por la invasión de los hombre en la habitación, pero Bash no se lo permitió.
—Ellos saben que lo mío no se mira, ni se toca, así que tranquila, quien se digne a mirarte morirá en ese momento. Desde hoy siempre que te llame a esta habitación llegarás desnuda. – ordena y la chica asiente varias veces. —¿Entendiste?
—Sí … sí señor – contesta.
Una vez el baño esta listo, Bash toma su mano para guiarla hasta el cuarto de baño. La joven miró todo con detenimiento, pensaba que era una habitación más por lo grande y cómodo que es.
—Entra –Bash quita su camisa dejando ver su bien trabajado cuerpo. La joven obedeció y sin más entró al agua tibia, perfecta para relajar sus músculos. Si eso será de esa manera, ya comenzaba a cambiar de opinión.
Bash tomó una pastilla de jabón elaborados en su castillo y una esponja sedosa para comenzar a limpiar el cuerpo de la mujer. Hacía eso con todas las que llegaban a él. Cada una de las que han pasado por sus aposentos en esos 180 años. Talló su cuerpo sin ninguna prisa. Detalló cada parte de su piel en completo silencio. Los músculos de la mujer ya no están tensos, su corazón late despacio. La calma había llegado. En lo que él la lavó, prepararon la alcoba para la cena. Bash la ayudó a salir de la enorme tina, tomó una toalla para secar el exceso de agua. Puso una capa translúcida color blanca, representando la pureza de su cuerpo.
—Ven, cenemos. – susurra Bash en su oído en el momento que la cubría con el pedazo de tela. Ella se guardó sus preguntas y solo asistió. Esto era más de lo qué ella esperaba. Detallo el bulto en el pantalón negro del hombre. Sus miedos volvieron, era virgen, no sabría como reaccionar si él la hace suya.
Caminaron del brazo, Bash la ayudó a sentar y él procedió a hacer lo propio. El alimento se sirvió frente a cada uno.
—Toma del vino, querida. – ordena. Su eunuco asiente y sonríe ante la mirada de su amo. Este había pedido algunas gotas de un estimulador natural para las vírgenes.
La joven mujer lo tomó sin preguntar, era su primera vez, nunca había tomado vino. Sus patrones no les permitirán probarlos aunque fueran botellas usadas. Se dejó llevar por su dulce sabor y bebió toda la copa. Bash satisfecho con la joven pidió a su eunuco que saliera de la habitación.
—Bailemos. —Bash toma su mano y camina hasta el balcón para comenzar a bailar con su luna, implorando en su mente que sea ella, su gran amor. Mientras bailaban Bash acercó sus labios a los de la mujer para al fin probar su boca. En el momento que hundió su lengua en su interior se sintió vacío y rogó que no fuera ella la escogida. La joven respondió al beso con mucha dificultad. Como todo lo anterior, también era su primer beso. Bash la lleva frente a la luna llena y comienza su ritual.
—Mea luna, amica mea, ecce ego dabo te in hoc anima, tantum possum dicere, si est electus. Offero tibi pro te, da mihi vestra approbatione.( Mi luna, mi amor, aquí te presento esta alma, solo tú podrás decir si es la elegida. La presento ante ti para que me des tu aprobación.) – la joven no entendió una sola palabra, en el momento que Bash terminó el conjuro, una nube gris tapo la luna. Bash entendió a su amor y procedió a hacer lo que esta le ordenó.
La joven era un alma oscura, no podía tenerla en el castillo ni en su harén, mientras ella existiera su amor no llegaría.
Tomó a la mujer por la nuca y la volvió a besar, esta vez no era dulce, era un beso salvaje, lleno de lujuria.
—Te regalaré una noche que nunca olvidaras. —Dice clavando uno de sus colmillos en su labio inferior. Saboreando el sabor de su sangre. – Arrodíllate – ordena con voz demandante.
En su pantalón su pene muy bien dotado palpita fuerte. Desea satisfacer los deseos de su carne. Bash quitó su pantalón dejando salir su ardiente miembro.
—Abre la boca, saborearas mi esperma, conocerás los placeres de ser mi amante. – la mujer lo mira desde su posición y comienza a temblar al ver sus ojos azules tornarse rojos y sus colmillos comenzar a salir.
La pelirroja abrió su boca para recibir el glande del gran miembro del vampiro. Ahora comenzaba a comprender el por que le temían. Era abominable verlo en su forma natural. Bash comenzó a follarse su boca, tomó su cabeza para introducirse más. Ya no le importaba causarle ningún daño, como quiera conocerá el infierno dentro de poco, ella no tuvo la aprobación de la madre luna para convertirse en su amante. Su sangre se pudrirá junto a su alma.
La mujer sentía que se ahogaba por las embestidas de Bash. Su miembro hacía estragos en su garganta mientras ella buscaba oxígeno para llevar a sus pulmones. Bash escuchó que su corazón comenzó a bajar su intensidad, entonces sacó su miembro lleno de su saliva para tomarla allí mismo, sin contemplaciones, sin arrepentimientos. La pegó a la pared fría y abrió sus piernas con sus rodillas, se acomodó en su centro, para entrar el ella acallando sus gritos con su boca. La joven mujer temblaba de miedo, del hombre hermoso y amable no quedaba nada, ahora era un monstruo lo que tenía de frente. Sus ojos llameantes, sus colmillos afilados brillaban en la oscuridad.
Un escalofrío corrió por su cuerpo, nada bueno saldría de allí. Bash golpeaba su sexo fuerte, ella más que excitación sentía repulsión y dolor. Salió de ella y la llevó hasta su cama, no era para nada tierno. Ella se sentía una muñeca de trapo entre sus manos.
Volvió a embestirla esta vez con sus piernas en sus hombros. Comenzó a embestirla sintiendo como sus músculos se contraen. La tomó de todas las formas que quiso hasta que se sintió totalmente rebasado por la lujuria y hundió sus colmillos en el cuello de la joven mujer. Bebió su sangre mientras corría en su interior, bebió hasta dejarla sin una gota en sus venas. El último suspiro de la mujer fue escuchado en cuanto Bash sacó sus colmillos afilados y salió de ella. La joven cayó sin vida en la cama. Bash fue hasta la puerta y llamó a su mano derecha. Vincent llegó con prontitud.
—Llévate el cuerpo y quémalo, no quiero qué quede rastro de la mujer. – ordena tajante. – cuando salga de bañarme no quiero verla aquí.
—Sí señor, como usted ordene. – Vincent camina hasta la cama donde se encuentra el cuerpo de la mujer para sacarla de la habitación y ordenar a que limpien todo a la velocidad de la luz.
Bash entró al cuarto de baño y esperó que sus eunucos llenaran la bañera. Esa misma donde había bañado a su víctima. Cerro sus ojos para recordar a su Carol.
—¡Oh mi amor! ¿Por qué me sigues torturando de esa manera? – dijo en un susurro lastimero.

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La última hechicera
FantasíaCarol Lombrad una hechicera experimentada se casa enamorada de su esposo el rey de los vampiros Bash Cowell. Su felicidad no fue para siempre ya que cierto día Bash tuvo que partir a otra provincia francesa y cuando volvió encontró a su esposa en la...