Capítulo 10

4.3K 460 8
                                    

―Hija, por favor... ―Rogó Chitthip en la pequeña cocina, con sus ojos pidiéndole a Jennie sentada en la silla que la ayudara a convencerla. ―Piénsalo, sabes que es una buena opción.

―Ya te he dicho que no, te agradecería que dejaras de insistir mamá.

La mujer relajó los hombros y pasó una mano por su cabello, buscando las palabras correctas en su cabeza para convencer a su hija. La ama, es de su sangre, la educó para ser una mujer fuerte e independiente, pero ese orgullo que tiene como escudo no le deja ver la ayuda que su madre le brinda. Y no solo es egoísta consigo misma, sino también con Jennie, esa chiquilla de bonitos ojos y personalidad tan amable como tímida, aquella que lleva a su nieta en su vientre y que logró ganar su cariño.

Jennie ya es parte de su pequeña familia, y también quiere cuidarla.

―Cariño, por favor... no te lo pido sólo porque quiera lo mejor para ti, sino también para Jennie y tus hijas.

Como madre conocía a Lisa más que nadie, y ver sus hombros tensarse y la casi invisible mueca en su rostro le dijo todo.

Lisa aún no acepta su realidad.

Tomó entre su dedo índice y el pulgar el puente de su nariz, bufando y al instante luciendo cansada a los ojos marrones de la chica en la esquina de la cocina. Jennie no quería meterse en su discusión, era entre madre e hija, pero la señora Manobal insistió en que se quede, que lo que diría era para ambas, pero Lisa parecía no querer escucharla.

Igual que su padre.

Con cuidado se levantó y sirvió agua en un vaso de cristal, entregándoselo a Chitthip, brindándole una sonrisa. La mujer lo tomó agradecida y Jennie volvió a su lugar.

Chitthip le dio un sorbo sintiéndose más aliviada y prosiguió. ―Jennie me ha dicho el problema de tu espalda, y déjame decirte que un descanso no te hará nada mal. Los problemas en tu trabajo no parecen hacer nada más que llenarte de estrés y si enfermas eso daría muchos más problemas de los que crees.

Lisa frunció las cejas hacia el pequeño cuerpo de Jennie, sus ojos penetrando los de la menor, que con vergüenza desvío la mirada. Su mirada delataba una cosa y una sola cosa.

Eres una chismosa, es lo que trata de comunicar. Era tan obvio que Jennie cerró los ojos avergonzada, sintiendo aún su mirada.

―No la mires así, yo fui la que insistió. ―Dijo su madre ya cansada de la actitud de su hija.

«Completamente igual a su padre» pensó con pesar.

―Mamá...

―Escucha, Lisa. Venir a casa conmigo es un gran beneficio para ustedes. Este lugar es una ratonera y el barrio es sumamente peligroso...

Jennie coincide con ella en silencio, pero tampoco puede quejarse, al menos tienen un techo.

―Entiendo que no te alcance para poder rentar un lugar mejor, pero si vienes a casa conmigo y dejas tu orgullo de lado podremos ayudarnos mutuamente. Aunque la casa no sea la mejor, tiene el espacio suficiente para nosotras tres, el vecindario es tranquilo, y hay muchos puestos cerca donde podrías buscar empleo si deseas, o podrías quedarte en el lugar en el que estás.

Chitthip mira a Jennie y ésta le regala una pequeña sonrisa, dándole su apoyo, pues está más que de acuerdo en mudarse con ella.

―Sería tu decisión, pero hija, sabes que lo que te digo es para el bien de ambas, estar conmigo un tiempo hasta que su situación mejore, no se preocuparían por la renta y yo podría cuidar de Jennie por las tardes, cocinarles a ambas porque sé cuánto odias cocinar y Jennie no puede hacerlo por su embarazo...

Suspira, trata de ver a Lisa a los ojos, pero esta la evita, solo mira el suelo con los brazos cruzados, pareciendo completamente indiferente a sus palabras.

―Sabes que esto es lo mejor. Confía en mí, hija. Es lo mejor.

Jennie quiso abrazar fuertemente a la mujer en forma de gratitud, Chitthip siempre pensaba en ellas, realmente quería abrazarla, pero sentía que no era el momento correcto. Su propuesta era lo mejor para ellas, pero si Lisa no deja ese orgullo de lado no podrían hacer nada.

―Yo... debo pensarlo, pero hasta entonces es un no.

Por un lado, su actitud sobreprotectora hacia Jennie la querían hacer ceder, pero otra parte de ella que es su orgullo no se lo deja. Entonces, Lisa estuvo decidida a salir de la cocina, pero una mano pequeña y suave la tomó de la camiseta, haciéndola voltear con su típica mirada fría y expresión neutral pintada de ligera confusión.

―Lisa... Por favor...

Y una vez más esos ojos le expresaron tanto y nada.

Súplica, anhelo, comprensión, tristeza, desesperación.

Es absurdo, sólo son un par de ojos marrones que la miran suplicando, pero sentía que había emociones ocultas en sus luceros que sólo ella podía presenciar. Eso, de extraña manera, la reconfortaba; ser la única que podía verlos.

―Si quieres decir algo, te escucho.

―Es una muy buena opción, Manobal. ―Dijo su apellido como sólo pocas veces hacía, cada que debía de ponerse seria y decir algo importante. ―Entiendo que creas que estamos mejor aquí de forma independiente, lo comprendo, hemos podido sobrellevar todo este durante casi cuatro meses, pero deberías tomarte esta opción como la mejor que tenemos hasta ahora. Yo estoy de acuerdo, pero también necesito que tú lo estés. Por favor, dime que lo pensarás bien.

Lisa sólo tenía la mirada pegada a esos bellos ojos marrones enmarcados de las pestañas gruesas y rizadas de la más bajita. El aire entró con cuidado por sus fosas nasales y salieron despacio por su boca al igual que las palabras.

―Está bien. Supongo que si estás de acuerdo con lo que dice mi madre debo considerarlo mejor. Pensaré sobre algunos asuntos, y luego les daré mi respuesta.

Jennie pareció satisfecha y asintió dejando la muñeca de la rubia con un ligero sonrojo en sus mejillas. Cada que se tocaban estaba ese sentimiento de deseo y cariño, por más mínimo que sea, quizás nada, pero para Jennie nada era mucho y para Lisa mucho era igual que nada, lo ignoraba.

―¿Te quedarás un rato más? ―Volteó a ver a su madre quién asintió. ―Bien, yo iré a descansar un momento, me despiertas cuando quieras ir a casa, ¿Sí? Yo... me quiero despedir de ti.

Su madre asintió con una cálida sonrisa. ―Tú quieres llevarme hasta casa, no me engañas; me quieres cuidar, eso es dulce, pero no es necesario. ―Dijo Chitthip leyendo a su hija, la conocía tan bien, como si fuera la palma de su mano. ―Igualmente te avisaré, descuida.

Manobal sólo formuló una pequeña sonrisa sincera en sus labios, era bueno estar rodeada de sus personas especiales.

Jennie era especial en cierta forma.

―Charlaré con Jennie un tiempo, luego te aviso, ¿Sí? Tenemos que ponernos al día. ―Bromeó sacándole una risa genuina a la menor.

―Me parece perfecto.

Sin nada más que agregar se retiró a su habitación, estaba segura de que dormiría un par de horas. Cerró los ojos con cuidado. Jennie y el bebé debían de ser su prioridad en este momento, pero sólo podía pensar que regresar a su antiguo hogar sería... Un paso atrás.

Tenía mucho en que pensar.

Tenía mucho en que pensar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Desire of love | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora