Capítulo 3 - En las manos del diablo

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 En las duchas de un baño de mujeres del internado una chica se bañaba tranquilamente luego de la clase de natación.

Sin notarlo, era grabada por la cámara de un teléfono celular.






  Halley estaba en clase de historia. Se había pasado horas en la biblioteca el día anterior haciendo un trabajo para dicha materia.

Escuchaba a Alexa platicar con una chica, de nombre Clara.

  —No puedo creer que esa bruja de la profesora pretendiera que hiciéramos un ensayo de dos mil palabras sobre la revolución industrial de un día para el otro —dice en modo de queja Clara—. Se pasa de perra.

Alexa, quien limaba sus uñas, habla tranquilamente.

—La verdad yo ni me preocupé tanto por eso.

—¿No hiciste el ensayo?

  —Claro que sí. Había una página en internet en donde estaba resuelto. Solo tuve que copiar y pegar —mira sus uñas—. No iba a perder el tiempo leyendo tanto.

Halley solo niega con la cabeza.

 Ese mismo día, en la clase de matemáticas, el profesor envía a los alumnos al tablero a resolver problemas de ecuaciones.

Halley va y resuelve correctamente su problema. El profesor la felicita.

—Excelente, señorita Roosevelt.

Ella toma asiento.

—Ahora usted, señorita Jhonson —le dice el profesor a Jade.

Esta se pone de pie y va al tablero. Tiene dificultades en resolver su problema.

—Yo... No puedo.

Alexa y la chica sentada junto a ella se ríen.

—Silencio —dice el profesor mirándolas seriamente.

Jade se va rápidamente a su silla y mira mal a Alexa. Halley la mira a ella.

Luego el profesor se pone a explicar el problema.






 Más tarde Halley estaba en la habitación, cuando llega Jade. Esta tira molesta las cosas que estaban en su cama y se acuesta.

Halley piensa en ignorarla, pero termina por levantarse de su silla y acercarse a ella.

—Oye.

—¿Qué quieres?

—¿Estás así por lo que pasó hoy en la clase de matemáticas?

—¿Qué te importa? —dice sin mirarla.

—Es que yo...

 —Oh sí. Ya sé qué dirás. Me dirás que no es tan difícil y que yo soy una burra —se sienta y la mira— ¿Pues sabes qué? ¡Vete al infierno y déjame en paz! —le da la espalda y se vuelve a acostar.

Halley se queda callada un momento, pero luego habla.

 —Lo que iba a decirte es que no tienes que sentirte mal por eso. No porque no sepas algo significa que seas una burra como dices.

Jade ríe sarcásticamente.

—Sí, claro. Casi me creo esa.

—Te quería decir también que si gustas te podría ayudar para que entiendas.

ENAMORADA DEL DIABLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora