Hunter trata de llamar a Halley desesperadamente, pero ella no le contesta, ya que tenía el teléfono en su mochila y había olvidado ponerlo en sonido. Se encontraba junto a James en un salón vacío en el solitario último piso.
—Bueno, ya que tenemos la misma profesora de matemáticas, supongo que todo es igual —dice ella—. A este último tema no le presté mucha atención, pero si me dices qué no entiendes te trataré de ayudar.
James mira por una ventana en silencio. Halley se acerca a él.
—Este internado es un enigma, al igual que las personas que vienen aquí —comenta él.
—¿Por qué lo dices?
—Porque sí. Para que las personas de aquí te miren, tienes que ser o popular o un maldito abusivo. De menos, eres invisible —Halley lo mira sin entender—. Para muestra estás tú.
—¿De qué hablas?
—Tú primero preferiste a Thomas, y luego al diablo.
—James, no entiendo por qué me dices eso.
Él se gira a verla.
—Eres igual que todas. Solo les gustan los chicos populares o malos.
Ella lo sigue mirando sin entender.
—No entiendo a qué viene eso, pero será mejor que nos pongamos con lo de matemáticas, ya que debo irme.
James camina lejos de ella.
—Supongo que es mucho sacrificio pasar tiempo conmigo.
—No lo digo por eso. Lo digo porque tengo cosas que... —se detiene al ver a James ponerle seguro a la puerta— ¿Qué estás haciendo?
Él se truena los dedos y el cuello.
—Cuando llegaste aquí traté de acercarme a ti, pero tú me ignorabas. Preferiste acercarte a chicos como Thomas, un popular. Luego a Hunter, con quien incluso te andabas besuqueando por todos lados, como aquel día bajo la lluvia en el cuadro de béisbol.
—¿Por qué me dices eso? —él camina hacia ella mirándola fijamente—. Me estás asustando —retrocede.
—¿Así te gusta, no?
—Tú no eres así.
—Oh, no, Halley. Te equivocas. No me conoces —se detiene—. ¿Qué crees? Quien espiaba a la zorra de tu amiga Alexa en el baño era yo. Y lo hice no solo con ella, sino al igual que con muchas otras, porque era la única forma de poder mirar a chicas como ellas que siempre me ven como bicho raro —se acerca más a ella—. Y a veces me gustaba verte a ti.
Ella agranda los ojos y niega con la cabeza.
—No, no puede ser.
—Sí, ¿y quieres saber más? —se levanta la manga del pantalón, mostrando una horrible cicatriz en su pierna derecha— Sabes cómo me hice esto, ¿no es así? Me costó mucho disimularlo para no levantar sospechas.
Halley empieza a recordar el día del ataque. Se lleva las manos a la cabeza.
—Fuiste tú. —su corazón late con fuerza mientras tiembla— ¡Tú fuiste!
—Shhh... Ese será nuestro secreto, un secreto que se irá a la tumba contigo, porque como comprenderás, luego de decirte esto, no puedo dejarte salir convida de aquí.
Ella llora.
—¿Por qué? ¿Por qué me hiciste eso?
—Porque eres una maldita perra, al igual que todas las chicas. Siendo tranquilo y noble no recibí nada bueno a cambio más que abusos y desprecios, pero ya eso se acabó —Halley recuerda el gas pimienta, así que intenta tomarlo. Empieza a tocar tras de ella en busca de su bolsa, pero James la agarra de los hombros y la tira al suelo antes de que encuentre el spray—. Pero antes voy a divertirme contigo y hacer lo que no terminamos ese día —se acuesta sobre ella.
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ENAMORADA DEL DIABLO
Teen FictionHalley Roosevelt ingresa a estudiar a un internado gracias a una beca. Al llegar allí lo primero de lo cual es advertida es sobre un chico llamado Hunter Hayes, a quien otros alumnos le temen al grado de apodarle "El diablo". Ella, queriendo que su...