Capítulo 1

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Las notas fluían en su cabeza, las melodías provocadas por sus movimientos se escuchaban por toda la habitación, si tan solo todo lo que sentía pudiera expresarlo con palabras y no dejarlo en espera como todo aquello que lo hacía pensar demás o simplemente lo abrumaba. ¿Por qué era de esa forma? Simplemente su música lo consumía tanto que perdía la noción del tiempo y desaparecía a todo aquel que lo rodeaba; no es como que le temiera al compromiso o fuera retraído. Cellbit deseaba poder sentarse con las personas que más quería sin ver corchetas y pautados dibujarse en el aire distrayéndolo de su plática.

- ¿Cellbo? ¿Me estás escuchando?

- ¿Qué? No, digo sí... yo, tienes razón, guapito. – El chico río al saber que su duda se había respondido sola. No lo escuchaba, como siempre.

- Olvídalo, no era tan importante.

- Desculpa, estaba pensando en mi canción. Tengo el arreglo, pero la letra aún es muy sosa y comercial que... - Al observar el rostro de su acompañante se detuvo. Sonreía, en verdad sonreía mientras lo escuchaba deambular en sus ideas, aunque este había sido lo suficientemente grosero como para ignorarlo. – No vinimos a hablar de mí o mi... mi música ¿Cómo vas con tu mudanza?

- Tranquilo, sabes que no me molesta escucharte hablar de tus canciones, me gusta. – Afirmó siendo lo más sincero posible. - ¿Cuál es el problema ahora?

- Pues... yo no puedo escribir, mi libreta está en blanco.

- Podrías empezar con salir y distraerte un poco, sueles quedarte en casa con tu copa de vino, me preocupa que seas un vampiro en cubierto y quieras apoderarte del mundo.

- Podía serlo y ni siquiera te darías cuenta. – Ambos ríen y siguen con las bromas hasta que llega la hora de irse a sus casas, bueno, hasta que el restaurante les avisó que cerrarían.

- Supongo que se nos hizo tarde...

- Claro, si con tarde te refieres a una de la mañana, sí, tal vez nos pasamos un poquito.

- Bueno, contigo siempre es de esa forma... - Y su corazón palpitó al ver a Roier sonreír de esa forma, podía jurar que sus ojos se iluminaron; sentir que todo desaparecía en su campo de visión era posible con él a su lado. El brasileño deseaba quedarse ahí, en ese coche, en esa noche hasta que los faros de un coche vislumbraron su vista haciéndolo volver a la realidad. – Yo... mi casa... esta mi casa.

- Ya sé que es tu casa, Cellbo.

- Sí bien, me bajo aquí. – Al salir del coche sentía como la atmosfera tan cercana se rompía. No quería irse, no quería que se fuera. Deseaba gritarlo, pero en su lugar salieron otras palabras. – Nos vemos luego, debes de estar cansado y es muy tarde.

Juró ver su expresión entristecer.

- Claro... Ya debo irme, cuídate gatinho.

Y sin más cerró la ventana del coche y lo puso en marcha dejando al más alto con la mente en blanco y totalmente confundido. No fue hasta que vio el automóvil desaparecer que se maldijo por ser tan idiota y no invitarlo a quedarse con él por esa noche o tal vez para siempre.

Ese era Cellbit, capaz de escribir sobre historias románticas pero muy torpe al demostrarlo.


***


- Entonces... ¿le dijiste algo?

- No, Quackity, ¿qué querías que le dijera?

- No sé, un "Cellbit te amo, vamos a casarnos". – Se burla su amigo al imitarlo o al menos eso intentaba.

- Ya te dije que solo fue un romance de verano, no creo seguir gustándole de esa forma.

- Okay, ahora dilo sin llorar.

- Cómo eres pendejo, vengo aquí a desahogarme, ¿y así me recibes, mierda?

- Ya perdón, perdón. – El de gorro detuvo sus acciones para observarlo y dedicarle toda su atención. – Aunque tú tampoco eres el más comunicativo, no por algo terminamos nuestra relación de un año.

- ¡Ey!, tú también tuviste que ver en eso. – Lo mira ofendido, aunque no podía reclamarle mucho realmente.

- El punto es que te conozco y sé cómo eres y lo que haces. En serio, si te gusta tanto habla con él, no te quedes con el "¿qué hubiera pasado si...?"

- ¿Tengo tu bendición? – Sonríe al recibir un abrazo del contrario sintiéndose más tranquilo.

- No tengo que darte ninguna bendición, ya estás grande mijo, compórtate. Nada más te gusta decir puras mamadas.

- Como te gusta arruinar los momentos. – Se separan del abrazo mientras un pensamiento nuevo para molestar a su amigo se cruzaba por su mente. – Cambiando de tema... ¿Qué pasó con Luzu?

- Ah... nada, nada, es mi amigo. Por cierto, te dejé spaghetti en el refri, yo ya me voy...

- ¡Ey, mamón! Yo sí te cuento de mis experiencias. Anda, Quackity cuéntame de Luzu, anda.

- ¿Qué? No te escucho... La señal se corta. – Dice mientras se aleja lo suficiente de la cocina para poder evitar esa conversación.

- Pinche Quackity, nada más te haces pendejo...

Y así eran ellos. Roier y Quackity, dos amigos que creyeron haber sido el amor de su vida pero que en el proceso se dieron cuenta de lo distintos que eran, sobre todo en los intereses que buscaban dentro de una relación; sin embargo, ambos se apreciaban mucho como para dejar que un año de relación los separara. Ahora son y siempre serán mejores amigos.

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¡Hola gente bonita!

Aquí su editora, espero les guste esta historia.

Está inspirada en Perfume de LoveJoy, por lo que es un tema importante dentro de la historia. 

La historia tiene un poco de GuapoDuo aunque sinceramente los personajes principales son mis bonitos Roier y Quackity. Después entenderán el por qué.

Espero les guste, es un libro que me tomó mucho desarrollo y tiempo de inspiración, tiene todo mi corazón dentro de esta.

Nos vemos y espero la disfruten.

Los quiero.

¡Bye! <3

Tuyo - GuapoDuoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora