-Debí adivinar que estarías aquí, alacrán. -Lo observé cruzarse de brazos y recostarse en la sucia pared.-Te juro que lo imaginé de todos, menos de ti.
-Las cosas no tienen por qué ser así, Juliana.-Negó varias veces con la cabeza sin apartar la mirada de mis manos, juntas y atadas. Probablemente sabía que en aquel callejón, encontraría la manera de desatarme. -Te advertí, ¡Yo te advertí que me escucharas, que entendieras que nuestra mejor opción no era estar con ellos, estas en el bando equivocado...!
-En serio, yo creí que eras más listo que esto. ¡Aquí no existen buenos, alacrán! -Exclamé posándome frente a él, ignorando las manos que mantenían mi cuerpo inmóvil a mis espaladas.-No nos cambiamos de bandos por voluntad, las cosas no funcionan así en las calles.
-Como sea, él quiere hablar contigo, no debiste meterte en sus asuntos.
-Lo sabe por tu culpa, no creas que soy imbécil, alacrán. Te vi, te vi con sus hombres dentro del pub, hice que uno de sus hombres lo confesara... ¡que eres un maldito traidor!
-No voy a discutir contigo, Juliana. ¡Llévensela, adentro! -El alacrán ordenó a los dos enclenques que me intentaban sujetar, y pronto nos guio hacia una especia de puerta que daba a un almacén abandonado, cerca del pub "La terraza".
El almacén estaba repleto de hombres en cada esquina, la fría noche mantenía la neblina alta y se colaba por las prendas que llevaba esa noche. Llegamos hasta una gran mesa en medio de aquel alumbrado lugar, y un tipo de cabello chino y rubio de ojos azules, me observó con un mueca de diversión. Una gran cicatriz le surcaba el rostro, desfigurando su ceja y sus labios en una fea mueca.
-La famosa "Queen B" hace acto de presencia, por fin. -el ruso me observó detenidamente, incorporándose frente a mí.
Estábamos completamente rodeados de hombres armados y peligrosos, pero ni por un instante sentí miedo ni cobardía, como alacrán.
-Terminemos con esto. -Murmuro mientras que con una mano, arrancaba el pasamontañas que normalmente llevaba. Al revelar mi rostro, coloco una mueca sorpresivamente seria. -Juliana...-Lo observé desafiante, escrutando su ahora no tan dura mirada.
-¿Que? no me digas ahora que te sorprende, "Ruso".-Escupí las palabras con todo el odio del que fui capaz.-¿No concibes la idea de que haya terminado así? seria tu más grande blasfemia.
-No...-Trago con dificultad mientras continuaba escrutando mi rostro con una extraña expresión en el rostro. Negó varias veces antes de hablar. -¡No puede ser, Juliana...!
-Si puede. -Lo interrumpí zafándome del agarre de los hombres, quienes no impidieron mi brusco movimiento. -Soy lo mismo que tu... ¿Que se siente, saber que hiciste lo que hiciste sólo para verme años después en tu misma situación? Saber que nada de lo que hiciste valió la pena.
-¡Salgan todos de aquí!-Pidió a gritos observando el suelo, como si allí estuviesen todas las respuestas a lo que acababa de cuestionarle.
Vaciado aquel lugar, me limité a observar su rostro. Tratando de encontrar algo que me anclase a él dentro de mí, un sentimiento, un buen recuerdo.
Nada.
-¿Por qué?-Pregunto, levantando la vista hacia mi.-¿Como terminaste así? ¿¡Por qué, Juliana!?
-Eres un cínico, ¡ahora te atreves a recriminarme una situación que te competía a ti como padre!.-Grite sintiendo mi cuerpo arder y temblar ante la repentina furia que sentía dentro.-¡Me abandonaste, chino!... Me abandonaron, ambos. -Mi voz se quebró en la última parte.
-Queríamos lo mejor para ti, Hij...-
-No te atrevas... Nunca te vuelvas a atrever a decirlo. -Susurre saliendo rápidamente de aquél tétrico lugar, corriendo y jadeando por los oscuros callejones. Los hombres no volvieron a tratar de detenerme.
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La Delincuente Perfecta (Juliantina AU)- Adaptación
FanfictionA los 19 años de edad, Valentina Carvajal, hija de reconocidos padres en el mundo de la moda, y dueña de sobresalientes en la facultad de Derecho. Se verá envuelta en una escalofriante situación. Y es que la aparición de cierta morena la hará conoce...