Capítulo 3

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Christian


Un grito ahogado. Miradas expectantes. Y una mano de cartas inesperada.

—¿Qué acaba de suceder?

El asombro traspasa sus ojos azules.

—Ganaste.

—Imposible.

Me acerco más a ella, asegurándome que vea que nada de esto es parte de su imaginación.

—Míralos—susurro a su oído.

Fue suerte de principiantes o me ha mentido descaradamente negando que no sabe nada de póquer.

De igual manera es interesante y me gusta.

—No sé que acaba de pasar.

—Curiosamente, yo tampoco—río.

El anciano de al lado niega desconcertado. Definitivamente, está no es su noche, ni para él ni para el resto que conforman la mesa.

La chica se pone de pie inmediato, haciendo a un lado el taburete. Lucha para dejar un espacio de por medio entre los dos.

¿Acaso huye de mí?

—¿Dejarás las fichas?

—Usted las apostó, señor—dice con timidez.

Y por alguna extraña razón eso me cautiva. No debería ser así.

—No he sido yo quien las ha ganado.

Trato de impedirle el paso, pero él murmullo incesante de las demás mesas nos ponen alerta.

—La noche ha terminado—anuncia Kavanagh y hace una señal que todos los presentes conocemos.

Todos se levantan a recoger sus fichas de las mesas y a retirarse del lugar con la mayor rapidez.

—Toma las fichas. Nos vamos—le ordeno.

—¿Qué pasa?

—¿No lo sabes?

Ella niega.

Maldita sea, Kavanagh.

¿A quién has contratado?

—Es un casino clandestino.

Otra de la chicas le lanza su bolso y es donde cae en cuenta que este lugar está propenso a allanamientos de la policía.

La arrastró por todo el salón, llevándola a mi ascensor privado. Taylor y dos de sus hombres nos siguen junto a la otra chica que parece ser su amiga.

—Espero que Kavanagh te pague lo suficiente.

—Solo vine por esta noche.

—¿No te hablo de los riesgos?

—Dijo que era ilegal, no que la que la policía vendría.

—Debió decirte la verdad porque lo que sea que te pague no te sacará de la cárcel por trabajar en un casino sin licencia.

—Ofreció mil dolares—dijo la otra chica con voz temblorosa.

—¿Es suficiente?—inquirió ella.

Negué.

—No lo es.

El carraspeo de Taylor llamó mi atención.

—¿Qué pasa?

—Hay agentes en el estacionamiento.

—¿Sacaron los autos?

Quédate a mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora