Cierra los ojos

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YoonGi

Su cuerpo tan grande, enorme, pesado me aplastaba deliciosamente sobre el suelo.

«¿Deliciosamente? ¿Qué rayos estoy pensando?»

SeokJin era grande, con sus hombros anchos y sus piernas largas, y yacía ahí, sobre mi tirado en el suelo. Sus movimientos eran torpes mientras intentaba levantarse y solo conseguía aplastarme en cada movimiento.
Y en realidad no me disgustaba.

– Yo, lo siento, mi pie está atorado, espera YoonGi, ya casi está... - musitaba SeokJin nerviosamente aún encima, rojo hasta las orejas y moviendo sus pies descontroladamente.
No pude evitar reír ante su cara de preocupación y pena, pero su cuerpo friccionando contra el mío me cortó la sonrisa de repente. Estaba tan caliente que la ropa irradiaba su temperatura,  eso sumado a nuestra cercanía.

– Jin - lo llamé tratando de tranquilizarlo - tus pies están atorados en los auriculares y los auriculares están atorados en el micrófono - añadí tratando de no reír - tranquilo, primero tienes que desatorarlos

SeokJin dejó de moverse como un gusano y se quedó quieto encima de mi, con su peso sofocante encima y sus codos apoyados a cada lado de mi cabeza.

¿Desde cuándo era tan guapo?

Su rostro tenía una piel hermosa y juvenil, luminosa y clara pero enrojecida por el alcohol, sus ojos sin doble párpado brillaban como bonitas lunas bajo sus pobladas cejas gruesas y que le conferían un aspecto varonil. Su nariz se instalaba perfecta en armonía con su rostro, y un par de bellos, pomposos y rojizos labios terminaban de coronar esa bonita obra de arte que tenía como cara.

«Tan guapo»

– YoonGi - pronunció en un susurro - eres tan bonito YoonGi 

«Bonito... ¿Bonito?»

Mi corazón se aceleró ante su tono y la cercanía de nuestros rostros, pero más ante su confesión. Parecía estar lo suficientemente borracho para decir incoherencias.
¿porque me ponía tan nervioso un hombre de repente?

Sus labios se acercaron aún más a los míos, y un violento temblor me sacudió de solo pensar en lo que podía pasar.

– No... Jin...

Sus bonitas pestañas bañaron sus pómulos cuando sus ojos se cerraron de manera tan dulce que puedo jurar que ocurrió en cámara lenta.

– Cierra los ojos - pidió en un susurro apenas audible.

– ¿Qué?

– Solo ciérralos

Los cerré.
Los cerré y sentí sus belfos rozar suavemente mi boca en apenas un suave toque de pieles, tan sutil que fue casi imperceptible. Otro roce, dulce, tierno y cuidadoso. Nuestros aromas mezclados, nuestros cuerpos conectados, el calor cada vez más presente entre los dos.

El siguiente contacto no fue un simple roce de bocas.

Sus labios se deslizaban traviesos en los míos, probando, tocando, saboreando juguetones.

«Me está...¿besando?»

Suaves movimientos que no me dejaban ver más que ternura en ellos lograron que mi cuerpo se quedara estático bajó el, dándome cuenta de que mis brazos rodeaban su amplia espalda  en un afán de no quererelo lejos.

No pude hacer más cuando su cabeza cayó sobre mi hombro, quédandose él profundamente dormido.

𝐄𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐩á𝐠𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐲 𝐟𝐥𝐨𝐫𝐞𝐬 ||𝐉𝐢𝐧𝐒𝐮||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora