Narrador Omnisciente
Los aldeanos del Pequeño Hangleton seguían llamándola "La Mansión Riddle" aunque hacía ya muchos años que los Riddle no vivían en ella. Erigida sobre una colina que dominaba la aldea, tenía cegadas con tablas algunas ventanas, al tejado le faltaban tejas y la hiedra se extendía a sus anchas por la fachada. En otro tiempo había sido una mansión hermosa y, con diferencia, el edificio más señorial y de mayor tamaño en un radio de varios kilómetros, pero ahora estaba abandonada y ruinosa, y nadie vivía en ella, ni siquiera los últimos tres herederos de ella, solo iban dos veces al año por unas cosas y asegurarse que Frank Bryce estuviera bien después de eso se iban de ahí.
Frank Bryce era el jardinero de los Riddle y vivía solo en una humilde casita en la finca de sus amos. Él había servido a los familiares de los trillizos Riddle.
El potentado que en aquellos días poseía la Mansión Riddle no vivía en ella ni le daba uso alguno; en el pueblo se comentaba que la había adquirido por "motivos fiscales", aunque nadie sabía que la realidad actual era porque Adelaine Blackwood al enterarse en 1978 sobre aquella mansión y sobre el señor que todavía la cuidaba, decidió pagarle a Frank por los años que siguió trabajando ahí y para que se siguiera encargando del jardín. Después de la desaparición de Adelaine Blackwood, ella había estipulado en su testamento que si algo le pasará que se le siguiera pagando a Frank y que le contaran a sus hijos sobre aquella mansión y que ayudarán al señor con los gastos. A punto de cumplir los setenta y siete años, Frank estaba bastante sordo y su pierna rígida se había vuelto más rígida que nunca, pero todavía, cuando hacía buen tiempo, se lo veía entre los macizos de flores haciendo un poco de esto y un poco de aquello, si bien la mala hierba le iba ganando la partida.
Pero la mala hierba no era lo único contra lo que tenía que aguantar Frank. Los niños de la aldea habían tomado la costumbre de tirar piedras a las ventanas de la Mansión Riddle, y pasaban con las bicicletas por encima del césped que con tanto esfuerzo Frank mantenía en buen estado. En una o dos ocasiones habían entrado en la casa a raíz de una apuesta. Sabían que el viejo jardinero profesaba veneración a la casa y a la finca, y les divertía verlo por el jardín cojeando, blandiendo su cayado y gritándoles con su ronca voz. Sin embargo aquellos niños, no sabían que aquella casa pertenecía a tres magos poderosos que en un parpadeo los desaparecían de la tierra, aún así Frank jamás le había comentado nada a sus amos.
Así que cuando se despertó una noche de agosto y vio algo raro arriba en la vieja casa, dio por supuesto que los niños habían ido un poco más lejos que otras veces en su intento de mortificarlo.Lo que lo había despertado era su pierna mala, que en su vejez le dolía más que nunca. Se levantó y bajó cojeando por la escalera hasta la cocina, con la idea de rellenar la botella de agua caliente para aliviar la rigidez de la rodilla. De pie ante la pila, mientras llenaba de agua la tetera, levantó la vista hacia la Mansión de los Riddle y vio luz en las ventanas superiores. Frank entendió de inmediato lo que sucedía: los niños habían vuelto a entrar en la Mansión Riddle y, a juzgar por el titileo de la luz, habían encendido fuego.
Así que dejó la tetera y volvió a subir la escalera tan rápido como le permitía la pierna mala; regresó completamente vestido a la cocina, y tomó una llave vieja y herrumbrosa del gancho que había junto a la entrada. Tomó su abrigo, que estaba apoyado contra la pared, y salió de la casita en medio de la noche.
La puerta principal de la Mansión de los Riddle no mostraba signo alguno de haber sido forzada, ni tampoco ninguna de las ventanas. Frank fue cojeando hacia la parte de atrás de la casa hasta llegar a una entrada casi completamente cubierta por la hiedra, sacó la vieja llave, la introdujo en la cerradura y abrió la puerta sigilosamente. A pesar de que hacia años que Frank no pisaba en ella y de que la oscuridad era casi total, recordaba dónde se hallaba la puerta que daba al vestíbulo y se abrió camino hacia ella a tientas, mientras percibía el olor a decrepitud y aguzaba el oído para captar cualquier sonido de pasos o de voces que viniera de arriba. Llegó al vestíbulo, un poco más iluminado gracias a las amplias ventanas divididas por parteluces que flanqueaban la puerta principal, y comenzó a subir por la escalera, dando gracias a la espesa capa de polvo que cubría los escalones porque amortiguaba el ruido de los pies y del cayado.
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Midnight Rain
Fanfiction- No lo entiendes Blaise, ella es un brillo de luz, y yo soy lluvia de medianoche. - Pansy entiende, él es un rayo de luz, y yo soy lluvia de medianoche.