Mi cara golpea fuertemente contra el suelo, dejándome desorientado.Volteo hacia atrás para observar a dos difusas siluetas, que me observan desde el umbral de una puerta semitransparente ya cerrada.
Esos animales me arrojaron a la habitación como si fuera un simple costal de papas.
Sadicos bastardos.
Recuperando todo sentido de la orientación, me levanto del suelo y me sacudo el polvo de mi ropa.
— Si tan solo fueras un poco más cooperativo, ellos no tendrían que ser tan duros contigo — resuena una voz por toda la habitación.
Miro hacia la esquina superior de una de las paredes, más específicamente a la cámara que me observan directamente.
— Si tan solo las pruebas no fueran tan agonizantes... Tal vez no sería tan receptivo hacia ellas — Me quejo lanzandole a la cámara mi mejor mirada de fastidio.
A decir verdad, hace tiempo que las pruebas dejaron de ser tan horripilantes.
Quizá me acostumbré al dolor, o tal vez ya no me importa para nada.En todo caso, actúo de esta manera solo para ver la cara de desesperación de aquellas personas.
¡Adoro verlos perder toda la paciencia!
Es uno de los pocos placeres de la vida que aún puedo disfrutar.
— Bien, haz lo que quieras — Vuelve a decir la voz, con un tono algo aburrido —. Antes de que vayas a dormir, asegurate que mis muchachos estén bien y sin necesidades.
Suspirando, salgo por la segunda puerta que me conduce a un enorme pasillo blanquecino.
Odio tener que recorrerlo cada vez que recibo la orden de checar a los mocosos... Pero tampoco es como que tenga otras cosas que hacer.
Al final del pasillo, una gran puerta con el logo de una águila dorada y las alas extendidas, me da la bienvenida.
Tras cruzarla, me maravillo con un hermoso jardín llena de árboles y flores multicolores.
En el centro del jardín hay algunas estructuras de madera como mesas, sillas y pérgolas, además de cuatro pequeñas casitas individuales.
Digo pequeñas por simple envidia, porque en realidad, son tres veces más grandes que mi cuarto de cuatro paredes y una cama.
Tres de esas casas están en total oscuridad, a excepción de la última donde cada una de las lámparas están encendidas.
También se escucha algo de ruido...
Sigilosamente, me acerco a una de las ventanas, y me termino encontrando a tres adolescentes jugando algo parecido a las cartas.
Se ven felices y tranquilos, además que parecen estarse divirtiendo.
No puedo evitar que una sonrisa se dibuje en mi rostro.
Por lo menos ellos si se están divirtiendo.Aunque... ¿No falta alguien? Probablemente no se sentía bien y decidió descansar.
Me alejo de la ventana y camino de regreso hacia la salida.
Espero que la comida de hoy no esté demasiado rancia...
— ¿No te gustaría pasar la tarde con nosotros? Estamos jugando cartas.
Ahogo un grito de terror cuando escucho esa voz femenina a mi espalda.
Cuando vuelvo a girar, me encuentro a una muchachita de cabellos tan oscuros como la noche y la piel tan pálida como la luna.
Emma...
— Sabes que el director odia que los "plebeyos" se relacione con la "realeza" — Bromeo tratando de controlar mi agitado corazón por el tremendo susto que sufrí.
Ella está sosteniendo una bandeja con varios snacks y bebidas.
Probablemente fue a su casa a conseguirlas.
Lo que más me llama la atención es la mirada de molestia que hay en su rostro.
Probablemente no le gustó el comentario que hice.— Oye, esas son palabras del director, no mías —. aclaro encogiendome de hombros — Tu misma las escuchaste de su propia boca hace solo un par de meses.
— Es verdad... Pero odio cuando eres tu quien las dice — Ella se acerca hasta quedar a pocos centímetros de mi rostro, y aunque es un poco mas bajita que yo, eso no le impide mostrarse tan segura y confiada como siempre —. A mis ojos, la persona que tengo de frente es tan especial como cualquiera de los que estamos encerrados aquí.
Y sin decir una palabra mas, se aleja caminando hacia la casa iluminada.
Por una fracción de segundo, me veo tentado a seguirla y divertirme un momento.
Pero eso probablemente sería prejudicial para ambos.Negando, me alejo hacia la salida para ir directo a mi habitación.
Esta muchacha...
Aunque solo tiene dieciocho años de edad, siento que es más madura que yo.
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Un Mundo Sin Sentido
AdventureHenry es un joven que ha vivido toda su vida en un laboratorio, sirviendo como un simple conejillo de indias. Durante años, soportó horrores y maltratos por el "bien de la humanidad" Su único consuelo son cuatro jóvenes que viven en el mismo laborat...