Capitulo 14: Los cazadores

2 0 0
                                    


Camino tranquilamente por el bosque de fuego, cargando sobre mi hombro un enorme rabioso.
Estos dichosos animales cuadrúpedos son increíblemente deliciosos y su carne es demasiado suave.
Al principio me daba algo de remordimiento matarlos, ya que físicamente son bastante parecidos a los perros, aunque estos son completamente lampiños.

Al vivir en una granja en medio de la nada, Conrad debía cazar constantemente para alimentarse el y su esposa, por lo que me ofrecí a ayudarle con esas tareas y darle un poco de descanso a ese terco anciano.

Un mes más había pasado, dando un total de tres meses desde que llegué a este mundo. Podría decirse que poco a poco comienzo a acostumbrarme a esta nueva vida y a las extrañas cosas que aprendo de ella, además de que comenzaba a tomarle algo de cariño a esas amables personas que han cuidado de mi.

Tras llegar a la granja, coloqué el animal en una mesa del granero para que el señor Conrad comenzará a prepararlo, y me dispuse a lavarme las manos que se encontraban ligeramente manchadas de sangre.

— ¡Oh Henry! ¿Tuviste problemas para capturar a uno? — Me preguntó Frida cuando entré a la casa.

— Para nada. Acabo de capturar uno muy grande y lo dejé en el granero.

La amable señora me mira desconcertada y hasta sorprendida.
Sale de la casa sin decir nada y regresa a los pocos minutos con una mirada de alegría.

— ¡Pero que sorpresa! — Exclama abrazandome con fuerza —. Tan solo tres meses y ya eres capaz de cazar animales por tu cuenta, ¡Bien hecho!

Enrojezco por la vergüenza, aunque no puedo evitar disfrutar de esta agradable sensación.
Pocas veces el director llegó a felicitarme por un buen trabajo, ni si quiera cuando estuve a punto a morir en algunas ocasiones.

— ¿Que esperabas mujer? Fui yo quien lo entrenó — Se jacta Conrad, entrando a la sala y sentándose en uno de los pequeños sillones.

— En realidad no hubo necesidad de enfrentarlo. La pobre bestia quedó atrapado en una de nuestras trampas y solo fue necesario apuñalarlo en el corazón para que muriera de forma indolora — Explico tratando de ahogar el remordimiento que siento al matar a un ser vivo —. Si me enfrentara uno cara a cara, seguro moriría.

Nunca en la vida me ví en la necesidad de cazar para comer, pero aca afuera es matar o morir... ¿Cierto?

— ¡Bha! Sandeces, seguramente serías capaz de cazar a dos al mismo tiempo sin necesidad de trampas — Asegura Conrad, acomodándose más en su asiento.

— Creo que me da demasiado crédito señor — Niego —. Ni si quiera he sido capaz de domar a esa condenada ave.

Ambos rien mientras yo resoplo ante el recuerdo.
El día de ayer lo volví a intentar y termine una vez más tragando polvo.

— Siendo sincera, jamás había visto una Falke tan violenta como la que te has enfrentado Henry... Creo que tienes suerte de que aun no te haya causado heridas — Asegura Frida sirviendo un poco de ese maravilloso líquido llamado té —. Los falkes que mi esposo llegó a domar en el pasado eran bastantes dóciles.

— Es verdad, Por alguna razón nos odia con todo su ser — Secunda el susodicho —. Quizá sea porque es hembra... Las mujeres siempre son difíciles de complacer.

Frida le lanza una mirada de reproche a su esposo, y yo soy incapaz de contener la risa que sale de mis labios.
Por alguna razón, recuerdos de Emma y su constante terquedad se me vienen a la mente.

La extraño demasiado.

En fin, debería comenzar a preparar al carno... ¿Que es eso?

Un Mundo Sin Sentido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora