45 - Ramir: Muy despacio

54 11 1
                                    

Ramir

El auto descapotable de Exiel se frena delante de mí, entonces él baja los lentes para mirarme, luego me chifla como un acosador. Aunque estoy vestido de chico y pareciera esa la intención. Sonrío, luego me le acerco, sin embargo, no subo, así que abre una de sus puertas, en señal para que entre a su vehículo, pero sigo sin hacerlo.

—Vamos, Miry, no te voy a morder.

—Estoy trabajando —le aclaro, señalando mi gorro de repartidor, luego bajo mi mano—. Además, si me acosas, ¿cómo lograrás conquistarme? Era uno de mis consejos, ¿recuerdas? —Enarco una ceja.

—Es que estos días no has venido. —Hace puchero—. Te extraño.

—Estuve pensando —cuento.

—¿En qué? ¿En dejarme? Te recuerdo que tienes una deuda conmigo a pesar de que intento conquistarte.

—De hecho, es lo contrario. —Ruedo los ojos—. Milton se encuentra insoportable, así que estuve considerando tu propuesta, al menos por un tiempo.

Sonríe de manera amplia y antes de que pueda reaccionar, ya ha salido del coche. Agarra mi mano, entonces me empuja para acorralarme en el capó. Se aproxima a centímetros de mi boca, aunque no hace ningún movimiento más.

—¿Vamos a vivir juntos? —consulta.

—No —digo cortante, luego me corrijo—. No con esas actitudes.

Se carcajea.

—¿Y qué esperabas?

—La verdad no mucho, solo analizaba tu comportamiento para averiguar si era una buena opción, pero ya vi que no, mejor me voy a un hotel.

—Te preguntaría si te puedo acompañar, pero como sabes antes de llegar a ese paso, deberías estar por completo enamorado de mí. —Se relame los labios—. Y sé que todavía tengo unos pasos más que abarcar para llegar a ese punto.

Me río.

—Tienes razón, me la haces muy difícil, pues te das cuenta de que si fornicamos retrocederás cientos de pasos. Me complicas la existencia, ya que prefiero odiarte, es menos trabajo. Por favor, tengamos sexo de una vez y dejémonos de bobadas.

—Ay, Miry, ya quisieras, pero nos fuimos de tema. —Toma mi barbilla y se mantiene cerca, así que puedo notar su respiración—. ¿Vamos a vivir juntos? Puedo hacerte el hombre más feliz del mundo.

—Si me voy contigo... —Hago una pausa—. Prometes el paraíso, pero también... acabaremos en el infierno.

Se forma un silencio en que me observa de manera intensa.

—Aunque terminara nuestra relación, te juro que no te maltrataría, incluso te conseguiría un lugar para vivir tú solo. Te prometo que te recompensaré. —Se moja los labios un momento para continuar—. E incluso puedes... hacerme sentir culpable cuando todo esto termine, ¿qué dices?

—Es una tentadora oferta, pero... —Hago una pausa y muevo los hombros—. No sé, dejar a Milton...

—Tú mismo lo dijiste, está insufrible, déjalo un rato, quizás así funciona mejor.

—¿Y si empeora? —Enarco una ceja.

—¡Ya sé! —expresa, emocionado—. ¿Probamos una semanita? Si empeora, regresas y lo metemos juntos en un manicomio.

—Cállate —me quejo, luego sonrío—. Aunque una semana puede ser un buen plan para ponerte a prueba, veamos qué tal.

—Me encanta. —Persiste su sonrisa—. ¿Subimos al auto? —Se aparta un poco y me indica la puerta con su mano.

—¿Y a dónde vamos?

—¿Qué quieres hacer? —Mueve las cejas.

—Romper nuestro trato e irme a la mierda —digo sin expresión.

Se carcajea.

—Qué lindo, pero eso no va a pasar.

—Como sea, vamos a una plaza o algo —sugiero sin importancia.

—Bien. —Sonríe y me abre la puerta—. Después de usted.

Entro ignorando su gesto, él también se adentra en el coche y se aproxima hasta mí, acortando la distancia. Intenta engañarme, pues solo me pone el cinturón de seguridad, sin embargo, no me inmuto, así que se ríe.

—Eres imperturbable —susurra cerca de mi boca.

Mantengo mi sonrisa.

—Tú sabes que no.

Exiel continúa con su sonrisa también.

—¿Sabes? Me gustas mucho. —Junta sus labios con los míos y un poco me aplasta, presionándose contra mí, luego se aleja a escasos centímetros, mordiéndose el labio inferior—. Quiero sugerir que duermas en mi cuarto —confiesa de repente.

Me río, aunque siento un poco de calor por el beso tan repentino de recién, luego me burlo, olvidando mi estado físico.

—¿Para qué? ¿Para dormir abrazados como la última vez? ¿Me quieres conquistar o torturar?

—Te tienes que acostumbrar a mí, ¿no te parece una buena práctica?

—¿No debería entrar por voluntad propia? —me burlo con una expresión tranquila—. ¿Qué opinas?

No acorta la distancia entre nosotros, se mantiene cerca.

—No te estoy obligando, te estoy preguntando, ¿tienes una mejor sugerencia?

—No. —Muevo los hombros sin importancia.

—Quiero hacerte muchas cosas —confiesa sin pelos en la lengua, luego la chasquea—. Y... para llegar a eso te tiene que gustar, te tienes que acostumbrar a mí. No me dejes con las ganas —parece que suplica.

Enarco una ceja.

—¿Qué se supone que debo responder a eso? Solo fóllame y listo.

Se carcajea.

—No es tan fácil, antes era "no voy a hacerlo para conquistarte", ahora es... —Se muerde el labio—. "No voy a hacerlo para cuidarte".

Mis mejillas arden.

—¿Qué significa eso?

—Lo que escuchaste, Miry. —Toma mi barbilla, luego me da otro pequeño beso—. No puedo siquiera pensar en que forniquemos, sé que eso destruiría nuestro vínculo, sé que eso te haría daño, así que tengo que ir muy... —Me vuelve a besar, lento, tanto que puedo sentir la suavidad de su boca y finaliza susurrando—: Muy despacio. 

Se podrá decir lo que sea de Exiel, pero es muy lindo que espere para que Ramir esté listo 💖

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se podrá decir lo que sea de Exiel, pero es muy lindo que espere para que Ramir esté listo 💖

Saludos, Vivi.

Milton y RamirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora