Joselyn
Milton me lleva en sus brazos cuando bajamos del auto y llega hasta la casa. Nos reímos porque no encuentra las llaves, las busco en el bolsillo de su traje y mientras sigo alzada, abro la puerta. Él la patea para cerrar, entonces se escucha el clic de la traba automática, así nos dirigimos a la habitación. Llegamos al cuarto, el cual cambiamos por completo en el transcurso de estos meses y, mi ahora esposo, me apoya de manera suave en el colchón.
Nos quedamos quietos, mirándonos.
—Voy a buscar las cosas —me aclara y asiento.
Milton se dirige al baño, pero no regresa. Se está tardando mucho.
«¡Se escapó por la ventana!», grita mi imaginación.
—¡No en mi guardia! —chillo y me levanto, desesperada.
Alzo el vestido blanco y largo, entonces voy al baño. Lo hallo revisando una cajita. Toda mi especulación desaparece, así que me avergüenzo al haber pensado mal de él.
—¿Qué pasa? —Me aproximo—. ¿No encuentras?
—Hay muchas cosas. —Ríe, nervioso.
—Esto es mío. —Agarro mi cajita de pastillas—. Lo pondré en mi mesita para cuando despierte.
—¡Ah, aquí está! —Encuentra el preservativo y el lubricante—. Tus cosas lo estaban ocultando, tramposita.
Me río.
—Tenía que venir yo para que los encontraras. —Hago una pausa, entonces sonrío—. Me encanta que te interiorices en todos los temas y me cuides.
—Lo mejor para mi mujer. —Toma mi mano, así que besa el dorso de esta—. La dueña de esta casa y mi corazón.
—Debo admitir que pensé que te habías acobardado.
—Estoy nervioso, pero asustado jamás.
Río de nuevo, aunque un poco más bajo.
—También estoy nerviosa.
Toma ambas manos, así que se nos caen las cosas, pero no importa, porque se me acerca y me olvido del alrededor.
—Josy.
—Milton. —Mis mejillas arden.
Se aproxima despacio a mi boca.
—Yo te protegeré.
—Tómeme, jefe —declaro, mientras ya siento sus labios—. Lo quiero.
Noto el beso cálido y suave, el cual dura bastante, trayendo una sensación romántica.
—Te daré lo que quieres, mi amada esposa. —Agarra mi pierna, levantándola—. Ve al cuarto, ahora te atenderé.
—Estaré a sus órdenes.
Camino, entonces llego a la habitación y me siento en la cama. Oigo el sonido del vidrio, entonces cuando alzo la vista, visualizo que trae dos copas y el champagne.
—Querida, sostenme esto —pide.
Me levanto y lo agarro, luego trae lo que dejamos botado en el suelo, para ponerlo en la mesita de luz. Sirvo la bebida, entonces le entrego un vaso.
—¿Por el amor? —consulto.
Asiente.
—Por el amor —repite y nuestras copas chocan en un hermoso brindis.
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Milton y Ramir
HumorConoce a Ramir, está loquito, tanto que destruye un club disfrazado de mujer y luego el dueño, Exiel, lo obliga a pagar, convirtiéndolo en su pareja. Conoce a Milton, es el hermano de Ramir y un total conservador, se ha enamorado de la hermana de Ex...