Exiel
Tenemos una caminata, Ramir y yo, paseamos por un puente, entonces vemos un arroyo, el cual pasa por debajo. Mientras, Miry se come el chocolate con almendras que le regalé, por lo tanto, sonrío, ya que se ve alegre, y eso me gusta, me hace sentir contento a mí también. Aunque darme cuenta de esto me molesta a la vez, pues significa darle la razón a mi hermana. Negar que estoy enamorado no me llevará a ninguna parte, quizás si solo lo acepto esto termine más rápido.
Miro la lista que me dio Miry. Le gustan los chicos amables, todo lo contrario a mí. Supongo que ese tipo de personas le generan seguridad, por lo que tuvo que pasar en su vida. Eso quiere decir que para enamorarlo tengo que generar que se sienta protegido conmigo, darle confianza. Aunque ambos sabemos que conseguí este contrato con artimañas, así que ya empecé con el pie izquierdo.
Observo el vestido que le hice poner, por mis fetiches. Por lo tanto, para conquistarlo, primero tengo que permitirle ser él mismo.
—Quizás debas volver a ponerte lo que tú quieras —sugiero no muy convencido, pero es el mejor primer paso para esta relación—. Podemos dejar las ropitas para la intimidad. —Me río.
Termina de comer el último trozo de chocolate y se me queda viendo.
—Qué gracioso, hubieras dicho eso antes de salir.
Me carcajeo.
—Touché.
—Ahora te castigaré por eso —se burla.
—¿Disculpa? —Enarco una ceja—. ¿A qué te refieres?
—¡Ay, se me cayó el zapato! —Alza el pie y lo tira al arroyo—. Búscalo, como buen chico que eres.
Pongo las manos en las barandas y miro el calzado en el agua.
—¿Estás de broma? —Fuerzo una sonrisa.
—Quieres enamorarme, debes ser una buena persona, ¿no?
—Te estás vengando por llevarte a esa boda, ¿cierto?
—Es solo un poco de agua, no sufras.
Me acerco y tomo su mano, entrelazando nuestros dedos, luego me aproximo a su rostro.
—Pero bajemos juntos —digo a centímetros de su boca.
—Bien. —Ni se inmuta.
Caminamos agarrados, bajando la cornisa, llena de pasto, hasta llegar a la orilla donde está el agua cristalina. No es mucha, no es muy profunda, desde arriba parecía peor. Esto será rápido. Avanzo, pero la mano de Miry me detiene.
—Tú ve, yo me quedo aquí —aclara entre risas.
Sonrío.
—De esta no te salvas. —Le tironeo del brazo, entonces terminamos en el agua.
—¡Ah, está fría! —chilla, inclinándose, así que nuestros rostros se cruzan, ya que él acabó entre mis piernas al caer—. ¿Así quieres salvar tus regalos? —refiriéndose a la ropa que le hago poner.
—Si me hacen abrazarte, pues sí. —Lo rodeo con mis brazos—. Aunque debo reiterar que sugerí que ya no la usaras —susurro en su oído.
—Excelente plan. —Se aparta y mientras se levanta, se quita el vestido, luego corre hasta su zapato, para tirarlo otra vez—. ¡Oh, no, se lo llevará la corriente, ve a buscarlo!
Mantengo la sonrisa.
—Ya no importa. Además, verte así está bien para mí —opino en referencia a que está en bóxer y solo tiene un zapato—. Hasta da igual si tienes pelo largo o corto. —Recuerdo cuando se arrancó las extensiones—. Solo veo a Ramir en su máxima expresión.
Se queda quieto, observándome, bastante pensativo. Supongo que acaba de entender de qué hablaba en serio sobre su ropa. Aunque se termina la cursilería cuando me tira el zapato que le mencioné.
—Eres un cochino, así nunca lograrás enamorarme —declara, sin embargo, tiene un rubor en sus mejillas, luego se cruza de brazos y me da la espalda para no mirarme—. ¡Caes mal, te odio!
Mi corazón golpetea rápido, pero me levanto despacio, camino hasta él con lentitud. Alzo la mano, pero me detengo, luego reacciono y lo abrazo por detrás, así que se sobresalta. Apoyo mis labios en su oreja mientras siento que la velocidad de mis latidos va en aumento.
—Lo admito, me he enamorado de ti. ¿Me perdonarás si te destruyo?
Se da la vuelta, en un movimiento leve, nuestras miradas se cruzan, así es como mueve un poco su boca para abrirla.
—No —susurra en un suspiro casi imperceptible.
Me muerdo el labio inferior, luego sonrío.
—Sabía que dirías eso, pero igual voy a besarte —declaro, afligido.
Junto nuestras bocas y el suspiro se intensifica, pues es de ambos. Los labios se tocan, despacio, subiendo el ritmo. El agua recorre nuestros rostros, sigue salpicando mientras nos agachamos y besamos, pues cada mano también se toquetea. Puedo sentir su respiración caliente, así que el frío del agua no molesta.
Ojalá el futuro se sienta como este beso, el cual puede mezclar el frío y el calor, sin ser perturbado, pero sé que no será así, vendrá una gran ventisca helada y los besos no servirán para derretirla.
Uno de mis capítulos favoritos 💖
Saludos, Vivi.
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Milton y Ramir
HumorConoce a Ramir, está loquito, tanto que destruye un club disfrazado de mujer y luego el dueño, Exiel, lo obliga a pagar, convirtiéndolo en su pareja. Conoce a Milton, es el hermano de Ramir y un total conservador, se ha enamorado de la hermana de Ex...