Ramir
Despierto, me refriego un ojo, parpadeo varias veces y recién ahí es cuando me siento. Estoy en la cama de la habitación de Exiel. Al final acepté quedarme a dormir con él. Sus abrazos me estresan, pero sobreviviré. Ayer fuimos a la plaza, fue un día tranquilo, sin ninguna escena extravagante. Se está portando bien.
Oigo la ducha y me desconcentro, luego se me cruza una idea ingeniosa. Lo voy a provocar. Si la montaña no viene a Mahoma, Ramir hará que Exiel tenga su desliz, entonces lo odiaré y problema resuelto. Bajo de la cama y camino hasta la puerta del baño. Antes de abrirla me bajo el short y me quito la remera, luego estoy listo para quitarme la ropa interior. Me adentro en el baño, muevo la cortina de la ducha y entro sin preguntar.
—¡Hola! —saludo como si nada.
Exiel queda sorprendido hasta que reacciona.
—Miry... —Se muerde el labio inferior—. No deberías hacer eso.
—Me vengo a bañar, apártate. —Intento no ser muy evidente, lo empujo y agarro el champú, comienzo a lavar mi cabello rubio—. Tardabas mucho.
—¿Me estás provocando?
—No, ¿por? —Abro el ojo que no tiene jabón—. Estás bien dotado, felicidades.
Hace una carcajada y apoya su mano en la fría pared, luego me observa con una gran sonrisa.
—Gracias, hay veces que hago ejercicio.
—Eso es bueno para la salud —acoto.
Le doy la espalda y me sigo enjuagando. Se mantiene en un silencio indescriptible, pero sé que me está observando. No me importa que se haya dado cuenta de mis intenciones, estoy desnudo y eso me basta por completo.
—¿Y...? —Pasa un dedo por mi espalda, muy despacio—. ¿Cómo imaginas que te ataco?
—Yo no imagino esas cosas, solo pasan —confieso, tranquilo.
—Miry... —Se escucha en un tono bajo. Me sobresalto cuando rompe la cortina, me cubre con esta y luego me gira para abrazarme por delante—. Eres increíble, en una situación así, no muestras ningún gesto de miedo, pero yo sé lo desagradable que puede ser para ti.
—Qué frustrante. —Hago puchero—. Ya solo fóllame.
Se ríe.
—Te haces el que no te afecta, lo ocultas bien.
—No, solo estoy acostumbrado.
—¿A que te ataquen?
—No, a tu estupidez.
Se carcajea.
—Qué malo, hablo en serio.
—¿Y yo no? —Me alejo un poco para mirarlo, enfadado—. ¿En qué momento he estado bromeando?
—Admite que te afecta y te prometo que tendremos nuestro primer encuentro sexual al final de esta semana —ofrece.
Lo miro extrañado.
—No digas bobadas, ¿tirarás todo tu trabajo al tacho para que te dé la razón? Puedes hacerlo ahora y problema resuelto.
—Miry... —Acaricia mi mejilla—. Ya te gusto, solo queda que me desees un poquito más y te lances a mis brazos por voluntad propia.
—¿No es lo que acabo de hacer? —Enarco una ceja.
—No, lo que intentaste recién fue destruirlo todo, aunque también... —Hace una pausa, antes de continuar—. También me pusiste a prueba y yo creo que pasé el examen. —Me muestra una gran sonrisa.
Me sonrojo.
—¿Qué dices? Lo primero sí, lo otro no —aclaro, nervioso.
—Te acabo de demostrar que incluso desnudo no me he aprovechado de ti, ¿realmente crees que desaprobé? —Enarca una ceja—. Qué tristeza. —Se ríe.
—Bueno... eh, supongo que tiene sentido —expreso, tímido.
—Genial, ¿entonces admites que te afecta? —Remoja sus labios—. Te prometo que todo lo que haremos será con tu consentimiento.
Entrecierro los ojos.
—Perdona mi ignorancia, pero no te estoy entendiendo.
Su gesto se ve un poco afligido, como preocupado.
—Ay, Miry, en verdad crees que no puedes disfrutarlo, ¿cierto? —Sonríe—. Supongo que esta será la primera vez en que lo hagas.
—¿El sexo? —digo, confundido—. ¿Disfrutable?
—Sí, eso dije.
—El sexo es trabajo, no se disfruta. Bueno, quizás una o dos veces ha sido pasable, pero... —Muevo los hombros sin importancia—. ¡Neh!
Sonríe otra vez.
—Lo utilizas como un arma para destruir esta relación, pero te demostraré que puede mejorarla y mucho.
Sonrío también.
—¿No era que querías cuidarme? —me burlo.
—De tu miedo, no del sexo.
—Touché, pero también dijiste que ibas a ir lento —contraataco.
—Sí, pero eso no quita que al final de esta semana, lleguemos a hacerlo o no, es solo otra apuesta, aunque tampoco has admitido nada, así que solo es una conversación.
—¿Quieres que admita que me afecta? —Enarco una ceja, luego lo acepto sin importarme—. Bueno, sí, ¿y qué? Listo, ya puedes empezar a descontar los días que te faltan para que te odie.
—Oye, espera, todavía no sabemos si pasará.
—Tú mismo lo dijiste, es solo otra apuesta. Veremos si terminamos en la cama, y si llegamos a esa instancia, ¿te odiaré o amaré? Curioso, dos apuestas en una. No tengo miedo, cualquiera de las dos me favorece, pero creo que aquí el único que tiene algo que perder eres tú.
—Miry, yo nunca pierdo.
—Bien, porque no necesito un cobarde entre mis piernas.
Se relame los labios.
—No es de cobardes cuidar lo que se aprecia, y te aseguro que tanto fuera como dentro de una cama, voy a protegerte.
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Milton y Ramir
HumorConoce a Ramir, está loquito, tanto que destruye un club disfrazado de mujer y luego el dueño, Exiel, lo obliga a pagar, convirtiéndolo en su pareja. Conoce a Milton, es el hermano de Ramir y un total conservador, se ha enamorado de la hermana de Ex...