Joselyn
Luego de días, al fin me animo a ir a trabajar, pues no recibí la carta de despido de Milton y me siento un poco más valiente. Quizás desea relevarme de mi cargo en persona o sugerirme a otra sucursal, pero mientras eso no pase, son solo especulaciones mías.
Todavía estoy pensando en si debería renunciar, sin embargo, ni me atrevo a mirarlo a la cara y él parece que tampoco. Hoy, en todo el día, nada más cruzamos dos o tres palabras. Me parece bien, es el trabajo, aun así, me siento tan incómoda.
Cuando el día termina, me levanto de la silla de mi escritorio y voy a su despacho. Como toda la jornada de hoy, no me mira, solo se dedica a observar sus documentos.
—Qué bueno que estás aquí. —Oigo más de tres palabras de su boca al fin—. Llévale esto a producción. —Levanta una carpeta.
Trago saliva y me siento en la silla que está delante de su escritorio. Baja su mano con el objeto cuando hago esa acción.
—¿Qué sucede? —consulta y continúa sin verme, así que decide volver a prestarle atención a sus papeles—. Estoy ocupado, tengo mucho trabajo con retraso, las cuentas no van bien y debo concentrarme.
—Hemos mejorado con la venta del último modelo —sugiero, pero no me contesta. Sigue con lo suyo, así que agrego—: ¿Vas a despedirme?
—¿Por qué? ¿Acaso hiciste algo mal en tu trabajo? —Su concentración se dirige a su computadora—. Creo haber dicho que de mi parte no ocurriría algo así, soy un hombre de palabra.
Bajo la vista, sintiendo mis mejillas arder.
—Sí, recuerdo cuando no me odiaba.
—No te odio. —Teclea, puedo oír como escribe despacio, no está realmente concentrado como aparenta.
Mis ojos se humedecen.
—¿Entonces por qué no me mira?
Alza la vista de manera brusca y me observa, así que me sobresalto. Me ve de una manera intensa, así que no abandona su postura.
—Joselyn —expresa de una forma tosca, ya no dice "Josy"—. Estamos trabajando.
—Debería emitir mi renuncia.
—Si haces eso no tendrías indemnización.
—Yo... —Tiemblo—. Debería enviarme con alguno de sus socios.
—¿Un traslado? —Enarca una ceja—. No obtendrás el mismo sueldo que aquí, sería como empezar de cero.
—Entonces supongo que debería irme a trabajar con mi hermano.
—¿A un club fetichista?
—En el área de administración —me defiendo.
—No deberías hacer todo eso si te comportaras profesional. Haz como yo... —Guarda unos papeles en un archivo—. Ignórame.
Presiono los dientes.
—Pero...
—Hace unos días tuvimos una situación incómoda —me aclara, así que me recuerdo en su cama—. Es simple, si nos ignoramos, no volverá a ocurrir.
—¡Esto es incómodo! —Siento que mis mejillas queman—. ¿Por qué no deja que me vaya?
—Yo solo te estoy dando consejos, no te estoy obligando.
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Milton y Ramir
HumorConoce a Ramir, está loquito, tanto que destruye un club disfrazado de mujer y luego el dueño, Exiel, lo obliga a pagar, convirtiéndolo en su pareja. Conoce a Milton, es el hermano de Ramir y un total conservador, se ha enamorado de la hermana de Ex...