[61] - Exiel: Arrepentimiento

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Exiel

No pude dormir en toda la noche. Mi cabeza solo dice "Miry". Me agarro fuerte de las sábanas y me estiro en estas. Refunfuño, cuando la luz del sol llega a mis retinas, dejo de estar boca abajo y me siento en aquella cama vacía.

No sé qué estaba pensando anoche. Quería esa noche fogosa, pero era una contradicción. Estoy obsesionado con ese fetiche del sexo de despedida, pero también lo estoy por Ramir. No puedo creer que me haya arrepentido.

¡Sabía que enamorarse era un problema, necesito secuestrar a ese chico! Me siento villano de película y lo soy. Me tiro para atrás, acomodando de nuevo mi espalda en el colchón y observando al techo, pensativo.

¿Qué estoy haciendo? ¡Voy a buscarlo!

Me levanto de la cama como si me llevara el viento, me voy despavorido fuera del club y le digo a mi chófer que conduzca hasta la casa de Milton. Espío que Ramir sale para su trabajo de repartidor, entonces le ordeno a mi empleado que lo siga. Una vez alejados de quien pueda interrumpir, el coche estaciona y abro la puerta para detener al muñeco, este frunce el ceño.

Sonrío.

—Miry.

—¿Qué haces aquí? —cuestiona, enfadado, bajando de su bicicleta—. Si mal no recuerdo, me amenazaste con utilizar a tus empleados para echarme de tu club.

—Pensé que estarías llorando. Eso estuvo mal, lo siento.

—Lo hice —confiesa, sincero, y se me achicharra el corazón, ya que es mi culpa—. Pero la vida sigue —agrega.

—Estoy desilusionado. —Hago puchero—. No me sigues como desquiciado, al igual que con Zem.

—Estúpido una vez, no dos.

—Miry... —Me aproximo, así que retrocede, moviendo su bicicleta.

—¿Qué quieres?

—Secuestrarte. —Hago una gran sonrisa.

—¿Para qué o qué?

—Verás, me arrepentí, quiero que volvamos.

—¿Es acaso una trampa? —Reacciona—. ¡Ah, otro de tus fetiches!

—Te juro que no.

—El trato se terminó, no tengo por qué irme contigo.

—Te juro que no es nada de eso —insisto.

—No te creo ni un poco.

Ofrezco mi mano.

—¿No estás obsesionado conmigo, Miry? —pregunto, esperanzado.

Mira mis dedos, luego a mis ojos.

—Caes mal. —Intenta girar su bici para irse, pero agarro su mano, así que la suelta—. ¡Ay, mira lo que hiciste! —se queja.

Lo atraigo hacia mi cuerpo.

—Voy a secuestrarte —susurro cerca de su boca.

Por un momento pensé que se sonrojaría, pero luego su gesto cambia.

—Voy a pisarte —contesta y lo hace.

Ay, el dolor, pero me lo merecía e igual no aprendo.

—Le diré a Milton que Josy lo estafó —confieso en tono cantarín.

Se detiene de agarrar su bici en el suelo y se inclina, poniéndose erguido otra vez, para mirarme.

—¿Qué?

—Recuerdas que Milton casi pierde su empresa por mi culpa. Bueno, su amada esposa también está involucrada en la estafa.

—Tú... —Se queda en shock—. ¿Me estás amenazando con el secreto de tu hermana? —Reflexiona—. No puedo creer que no lo utilizaras antes de que se casaran.

—Existen los divorcios.

—Buen punto, pero volviendo al tema, no me iré contigo.

—Claro que sí. —Me acerco y lo alzo en mi hombro, así que patalea—. Hay que tener conversaciones de adultos.

—¡Pero no secuestrándome, eso no es muy inteligente de tu parte!

—No, la verdad que no, pero no estoy pensando de manera sensata y es tu culpa por enamorarme, responsabilízate.

—¡Eso no es enamorarse, eso es estar loco!

—Mira quién lo dice. —Lo adentro en el vehículo.

—Touché, pero mi bici... —me reprende.

—Vale, la llevamos. —Le hago una señal a mi empleado para que la ate atrás en el auto, mientras yo cierro la puerta para que no se me escape, luego hago una gran sonrisa—. Ahora sí, vamos a hablar.

—No hablo con mafiosos y psicópatas.

Esto va a estar difícil, pero tiene sentido, soy el culpable de la situación. Ahora solo tengo que descubrir cómo arreglarla, pues es la primera vez que quiero solucionar y sanar una relación. 

 

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Milton y RamirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora