CALLEJÓN VACÍO

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Me eché a dormir luego del día en la escuela, uno normal, más que los anteriores; la casa estaba limpia, y mis tareas, que solo eran de la maestra Lucia de Historia, estaban terminadas. Todo estaba aparentemente bien, pero dentro mío se encontraba un vacío, que siempre estaba allí, pero hoy era más notorio, eso me aterraba, quizás era la perdida de mi abuela, a pesar de que ella me allá odiado por años, le guardaba cariño, solo por el simple hecho de ser mi abuela.

Mamá no había llegado a casa, no quería llamarla porque lo más probable es que ella me dijera lo de siempre "es mi vida, mi tiempo, mi espacio y soy yo", esas palabras tan especiales en las conversaciones cuando yo le preguntaba algo sobre ella... en pocas palabras es un "que te importa".

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Unas personas desconocidas, como si fuesen sombras, pero con rostro, todas desconocidas se balanceaban frente a mi diciendo cada una, una cosa diferente, o palabras como: "te extraño", "te quiero", "ven", "acompáñame", "vamos" y "búscame", sus palabras parecían suplicas y sus voces me aterraban cada vez más, su intensidad subía y poco a poco se acercaban más a mí, hasta que uno me atravesó, y luego los pequeños rayos de luz en aquella escena fría, fueron desapareciendo uno por uno, como cuando en un cine van a pagando luz por luz.

Toque mi frente, estaba sudada y caliente, tal y como me sentía en el sueño aquel, la sensación de soledad que estaba en el sueño seguía presente en mí, aun ya despierta, parecía que seguía dormida, pero no era así, esto se sentía real, pero a pesar de serlo se sentía igual.

Aquellas palabras en el sueño se seguían repitiendo en mi mente y recordé el sobre, y el contenido dentro, un simple papel, que traían tatuadas esas palabras que son bastante importantes para mí. Estaba decidida, lo haría, me sentía tan llena de dudas...

Me levante de la cama y tome unos jeans cómodos, ropa interior limpia y una playera lila igual de cómoda, me dirigí al baño y tome una ducha con agua fría, hacía bastante calor y necesitaba algo frio para que me lo bajara, el calor claro; termine y me vestí rápido, eran las cinco de la tarde y recordé que no había comido nada desde la noche anterior, pero si comía se me haría más tarde así que eso lo dejaría para después.

Tome la pequeña mochila negra y metí papel higiénico, mi pequeño celular y llaves, leí por una vez más la carta para ver la dirección escrita ahí:

No puedo ir yo a buscarte, ven a esta dirección cuanto antes,

Te esperare, sé que vendrás, te quiero.

Bar "la copa", CDMX.

Nunca antes había salido a otro lugar que no fuera a la escuela, la tienda o la casa de la abuela y menos a un ¡bar!, o por lo que yo recordaba no, tome el dinero que le había pedido prestado a Ame en la escuela, no quería decirle para que era porque no dejaría de hacerme preguntas, y solo eso haría, hacerme preguntas.

Salí de casa casi corriendo, me sentía tan acelerada como lo estaba mi corazón, me subí al camión y mire la hora, cinco y veinte, no era tan tarde, iba a guardar el teléfono pero empezó a sonar Chandelier, mi tono de llamada, sin ver quien era conteste, era raro recibir una llamada para mí, pensé que sería América, pero al escuchar la voz delgada de un hombre me desconcerté.

-¿Hola?-. Dijo la voz del otro lado.

-Ho- Hola-. Dije dudosa, aun no sabía quién era.

-¿Diana?-. Sabía mi nombre, y me empecé a asustar.

-¿Quién eres?-. Dije con la voz seca.

-¡Como que ¿Quién soy?! Soy tu tío, tu tío José-. Se rio al último. Y eso me provoco una pequeña risita a mí.

Las estrellas no están en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora