Sábado, generalmente madre está en casa, es uno de sus días de descanso, pero aún se encontraba en el doloroso y fúnebre velorio de mi abuela.
El reloj de la cocina decía que eran las cuatro de la tarde, ¿Qué hice en todo ese tiempo? La rutina de cada fin de semana, nada esplendido; lavar mi ropa, asear la casa, bañarme y hacer algo de comer; el aroma de chiles rellenos seducía mi olfato y provocaba desenfrenadas ansias a mi paladar, era mi guisado favorito, y además eran los únicos víveres que tenía para preparar algo, fue lo único que pude cocinar. Después de degustar la exquisita comida, y haber lavado los platos, me quedé mirando a la nada, sin saber que más hacer, todo estaba hecho, con respecto a mis deberes. ¿Qué hace falta? En todo el día no había pensado en lo de la noche anterior, no me sentía lista, pero ya quería estarlo, jamás me he sentido preparada para nada, así crecí estos doce años, llena de inseguridad y una pisca de dolorosa tristeza.
Me dirigí a mi habitación en busca de un cigarrillo y el encendedor negro, al encenderlo, abrí la ventana, para que saliera el olor a tabaco, tome el Samsung, quería hablar con Víctor, que me dijera como buscar a mi padre, quería hacerlo a la de ya, quería encontrarlo y abrazarlo, quería que me respondiera ¿Por qué no me llevó con él? Teníamos que hablar de tanto y a la vez de nada, necesitaba que me protegiera y yo a él.Decidida marque.
"Lo sentimos, el saldo de tu amigo se ha agotado..."
Me lleva la... dentro de toda la situación se me había pasado por alto que era pobre. La resignación surgió y no pude hacer nada más que esperar a que él me llamara, podía hacerle un mensaje por cobrar, pero, a penas y nos conocíamos y no le iba a dar tanta lata.
Me pasé el fin de semana fumando, comiendo y columpiándome por las noches en el parque de enfrente. Mis ideas estaban claras, el no tener que hacer "nada" literal, me hizo pensarlo todo, no le diría nada a mi madre, a nadie, algo dentro de mi creció al pensar en ella, no era amor, cariño, era algo más, algo que ardía tanto como el dolor, era eso llamado rencor.
Estaba sentada, mirando el pizarrón lleno de cosas que no me quedaban del todo claras, Oliver, de nuevo al frente, explicando una cosa llamada estadística.
-No pongas esa cara-. Ame me dio un codazo-. Creo que nuestra primera evaluación no estará tan difícil.
-No me preocupa la evaluación, me preocupa Oliver-. Voltee a verla enarcando una ceja.
-¡Diana!, te recomiendo que prestes atención, no querrás irte a dirección de nuevo.
Todos en el salón me voltearon a ver, yo solo agache la cabeza y árbol hueco continuó explicando.
Pronto tocaron el timbre anunciando el rato libre, Ame y yo fuimos a la cafetería, cosa que inusualmente hacemos.
-Me da un brownie y un yogurt de fres...-. América dejó incompleta su oración cuando el idiota de German se paró frente a ella.
-Me da una coca- cola-. Dijo el muy, muy idiota.
-¡Oye! ¡¿Qué carajos te crees?!-. Dije mientras lo tomé fuertemente del hombro.
-¿Ah?-. Volteó a vernos con una ceja alzada y se detuvo en Ame.
-Estábamos antes que tú-. La teñida de mi amiga se puso roja, estaba enojada.
-Ah, lo siento, no las vi.
-¿Sabes qué tampoco vas a ver?-. Contesté, y seguido de eso le di una patada en donde nadie debería patear a los chicos.
Los que estaban al rededor se nos quedaron viendo, y quienes atendían en la cafetería, dejaron de moverse. Germancito se retorció y puso su cara más roja que la de América, quien se empezó a reír.
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Las estrellas no están en el cielo
Genç KurguYo siempre deseaba que me amaran, no cualquier persona, quería que ella me amara ¿quién? mi madre y mi cielo. Todos los días daba lo mejor de mí para que ella estuviera orgullosa, para que me mirara y los ojos le brillaran ¿lo logré? tal vez. A vec...