"LA COSA"

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Carne asada era el aroma de la casa de América en los lunes, en especial hoy, era el cumpleaños de Matías, su hermano mayor, el que siempre me regala los cigarros; la carne era su obsesión así como el fútbol, por lo que su madre decidió hacerle carne de cerdo asada, su favorita, era una reunión bonita, ¿Quién pensaría que un chico como él fuera así?, con un chico como él me refiero a que es la clase de tipo popular y bien torneado de la prepa, ese chico, del que su vida suena tan cliché. A pesar de eso, él amaba pasar tiempo con su hermosa familia, hasta yo amaría pasar el rato con una familia así; ellos me hacían sentir en un verdadero hogar, feliz y me inspiraban mucha seguridad y confianza, tanta que sabía que si tapaba el baño no sentiría vergüenza alguna (aunque obvio lo destaparía).

Mamá trabajaba de la tarde a la madrugada los lunes, así que no había de que preocuparme; además no podía negarme a asistir, la madre de Ame me advirtió que si no iba nunca en la vida me prepararía tarta de queso con chocolate, y no dejaría que eso pasara jamás, ¡era tarta de queso con chocolate!

-¿Y a qué hora llegará la invitada especial?-. La delgada y delicada voz de Dulce, mamá de Ame, sonó por toda la cocina, mientras sacaba del horno un delicioso panqué de no sé qué.

-Hace rato le envié un mensaje, el tráfico esta de la cola y...- La voz de su madre lo interrumpió.

-¿Qué te he dicho de malas palabras en mi casa Matías?-. Ese momento cardiaco en el que tu madre dice tu nombre, de esa forma tan intimidante.

-¡Ya!, déjalo ma, hoy es su cumpleaños-. Ame le dedicó una sonrisa amistosa a su hermano.

Ambos se parecían un montón, si le quitamos a mi amiga el color rubio cien por ciento falso de su cabello, eran los mismos, ambos son guapos y altos, aunque Matías un poco más que América, su tez hermosamente carmesí, cejas pobladas pero no demasiado, y una sonrisa muy a lo Colgate, eran lo que los hacía particularmente ellos, solo en lo físico, claro.

-Yo digo que eso no se le justifica a nadie, señora-. Le sonreí, participando por primera vez en la conversación.- Su cumpleaños no es... demasiado importante.

Matías abrió la boca, en signo de que estaba dolido su orgullo, tomó la servilleta que tenía a un lado, la hizo bolita y me la arrojó a la cara, después me sacó la lengua, ¡que maduro!

-¡Matías!, ¿por qué siempre molestas a Diana?-. Su madre le reprendió.

-¡Ella empezó mami!-. Hizo un puchero y me miró feo.

Y este galán es quien trae locas a muchas chicas, sí, todo un hombre.

-Entonces, ¿Quién es tu nueva novia?-. América le preguntó curiosa.

Matías les había dicho a sus padres que estaba saliendo con una chica y que la invitó a su cumpleaños, Ame no era una hermana muy celosa, sabía cómo era su hermano, pero era la primera vez que él traía a una chica a su casa, y esta vez no era para dejar fluidos regados por su habitación, así que, si, estaba muy preguntona.

-Cuando ella llegué lo sabrás-. Le guiñó un ojo y mordió una fresita que estaba en la pequeña mesa de la cocina.

-¿Tu padre va a venir?-. Pregunté directamente a mi amiga.

-Claro, pero el trafico esta algo duro, tal y como la "novia".- Hizo las comillas con los dedos-. De la peste de mi hermano, dijo.

-Querrás decir la nueva "victima"-. Ambas reímos despacito.

-No es una víctima, taradas, digamos que es mi cómplice-. Se levantó de la silla de madera y salió.

El padre de América ya había llegado, todos estábamos hambrientos, eran las cinco de la tarde y la invitada especial de Matías no llegaba, aunque el aseguraba que estaba en camino, todos comenzamos a dudar, por lo que decidimos comer; la señora Dulce tenía el mejor sazón que había probado jamás, era la primera comida decente en toda la semana, mi madre empezaba a salir de la casa con más frecuencia y no se dignaba a dejarme nada para preparar la comida, gracias a esa mala alimentación noté que la grasa en mi estómago que estaba demás hace unos meses, había desaparecido.

Las estrellas no están en el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora