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Yeyin-de llego a su nave, con su paso silencio, para un ser tan grande

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Yeyin-de llego a su nave, con su paso silencio, para un ser tan grande. Desde muy temprana infancia fue entrenado en el arte de la lucha y la caza, como caminar, como respirar, como mirar, que escuchar, todo lo que él ahora es, se forjó desde muy joven. Si tuviera que elegir de entre sus progenitores,¿ con cual pasó más tiempo?, definitivamente diría que con su padre. No fue un tiempo de calidad, no era un espacio para compartir entre padre e hijo, además era él y muchos otros de sus hermanos, entre los yautja, las muestras de cariño son una perdida de tiempo, de energía, y no tienen sentido. Al final ellos son entrenados para pasar mucho tiempo solos, tener lazos afectivos solo les drenaria táctica, no les dejaría pensar con precisión, en cierto modo él agradecía eso.
Yeyin-de, bajo el pesado saco negro, qué contenía las cabezas de los mala sangre, abrió la cámara de criogenización, y la hizo su tumba por el tiempo que viajaría de regreso a su planeta.
Se quito la pesada máscara y la dejo sobre el marco de metal, qué tenía la función de sostener su armadura completa, empezó a quitarse cada parte y dejarla cuidadosamente colocada en cada espacio del marco destinado a cada pieza. Una vez hecho esto, camino hacia la silla del piloto y dejo caer su cuerpo pesadamente, tiro su cabeza reposando en el posa cabezas de esa gran silla. De pronto algo en su cadera le pinchaba, ningún arma yautja esta hecha para molestar, a su portador y mucho menos hacer un ruido no planeado que arruinara su camuflaje. Ladeando un poco su cuerpo, mirando la parte de su cinturón en el lado derecho en su cintura , saca el molesto objeto, se da cuenta que es el da'dtou-di, de la hembra ooman. Levanta el primitivo objeto a la altura de los ojos, le da vuelta, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, observando su hechura. Ve la empuñadura, parece algo orgánico, hueso quizás, no importa por ahora no logra identificar ese material, y no tenía ganas de ir por su máscara. Ahora su atención pasa a la hoja que brilla en color plata, gastada y mal cuidada, arruga un poco sus ojos, es un gran dehonor tener tu equipo en mal estado, con un suspiro se calmo, qué podía pedir a la ooman ¿habría ella creado esa arma? Su mente le trajo la imagen de los grandes ojos café de la chica, de las muchas expresiones de su rostro humano. Como si de un pecado se tratará, mando esos pensamientos lejos, molesto consigo mismo por estar interesado en algo tan insignificante, tiro el pequeño cuchillo en la mesa al lado de su silla y se levantó, debía lavarse la sangre en él.

Han pasado algunos soles, y la mente de Chumani vuela lejos de su tribu, se la pasa flotando en aquella nave, ella cierra los ojos y se recuerda a ella misma, mirando por la pared invisible, la belleza de este planeta que ahora pisa, Chumani suspira ante el recuerdo, saber lo que hay allá arriba la hace sentir privilegiada. Chumani recuerda a Yeyin-de, y su rostro de cangrejo gigante, da tanto miedo pensó, sin embargo había algo en el que no la asustaba, aunque su rostro es feroz, y su mirada parece que siempre esta molesto, pero la calma con la que se mueve, la forma en que la protegió llevándola con él, le trajo una sensación de calidez. ¿Él no puede ser tan malo o si? Dio un último vistazo al cielo, qué importaba si era malo o no, jamás se encontrarian nuevamente.

Chumani levanto la pesada canasta de fibras naturales y la apoyo en su cadera, aún escurriendo el agua de la ropa que acababa de lavar, camino unos pasos de regreso a su tribu, para continuar con sus tareas domésticas.

Lo que ella no sabía es lo que la esperaba dentro de poco tiempo. Chumani es llamada, por su madre, y tías, el tema era serio si todas esas mujeres estarían ahí, una corazonada se instaló en su pecho, causándole una leve punzada.

-Siéntate aquí Chumani - la mujer regordeta de trenzas negras y gruesas, le señala un sitio en la rueda de mujeres. -Chumani, - el suspiro qué la mujer suelta, después de decir su nombre pone en alerta a la joven mujer. -¿cuántas primaveras han pasado desde que naciste? -

Chumani, la mira sospechando por donde viene está reunión. -Han sido veintiséis tía Ulhi? - la mujer mayor asiente, con movimientos repetitivos
su cabeza.
- Han sido muchas primaveras ya hija mía - la madre de Chumani la mira con compasión, la expectativa de vida en la tribu para las mujeres no era alta y mucho menos para los varones, qué constante corrían peligro al salir a cazar. -Creo que ya has corrido por la pradera, suficiente tiempo, es hora de parar - la tía de Chumani la mira con represión en su mirada.
-Tu madre,ha sufrido mucho por ti, ella está tan preocupada qué le cuesta conciliar el sueño, teme qué te quedes sola ¿quién cuidara de ti, sin hijos y sin esposo?... Esa es la preocupación qué no la deja descansar por las noches - Chumani, voltea a mirar a su madre, quien mira al piso y una lagrima corre por su mejilla. Ella jamás ha tenido la intención de lastimarla, pero ella no desea casarse, solo por que es su deber en la tribu, ella quiere ser amada y amar, nadie se ha tomado el tiempo de conocerla, la ven como un bicho raro, por su extrema curiosidad, y por no querer quedarse quieta. -Las mujeres mayores de tú familia, preocupadas por ti y por tú madre, hemos tomado el trabajo de buscar un marido para ti -Chumani levanta la mirada del piso, como un rayo fulminante mira a su tía -esto ha sido por petición de mi hermana, ella ya no tiene fuerza para lidiar con tu rebeldía - la mujer la mira, sin inmutarse por la mirada desafiante y molesta de Chumani.

-Jamás ha sido mi intención lastimar a mi madre tía, yo... Yo solo no quiero casarme por un deber, quiero que mi esposo me guste, quiero amarlo y que me ame, y que me comprenda - lagrimas ardían en los ojos de Chumani y ella luchaba por no dejarlas salir.

- ¿Qué son esos pensamientos, infantiles? - levanta la voz su tía - Tienes que madurar, ¿acaso no crees que eso deseamos todas en nuestra tierna juventud? - parece que las palabras de Chumani, habían afectado una fibra sensible en su tía - todas aceptamos los maridos qué se nos asignaron, por nuestras familias, y aquí estamos, ninguna corrió a los valles y montañas, por el bien de la tribu, aceptamos nuestro deber - la respiración de Ulhi, era agitada, mientras miraba a su sobrina, como si quisiera saltarle encima por su insolencia.
-Conocerás a tu futuro marido, dentro de tres soles, mientras no saldrás de la tribu, y realizarás los trabajos de una mujer casada, serás vigilada todo el tiempo -

Chumani, no podía creer los que estaba escuchando, miro a su madre, qué ahora lloraba copiosamente. Chumani sintiendo que se ahogaba si pasaba un segundo más, dentro del tipi, se levantó rápidamente, miro a su tía con enojo, y salió. La mujer mayor se acercó a la madre derrotada de Chumani y la abrazo.
-Tranquila hermana, ella lo hará ahora -

 -Tranquila hermana, ella lo hará ahora -

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Una rastreadora y un cazador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora