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Apretó con fuerza la frágil muñeca de la ooman, salgo de ese oscuro sintió. Sabía que ese tipo daría problemas, un asqueroso traficante. Se de ellos, tiene jefes sucios, jefes qué  le solicitan exótica mercancía, hembras de cualquier tipo, mientras no sean letales, las usan y luego las venden como esclavas.

Comenti el error de no decirle que se pusiera la mascara, pero igual necesitaba comer, a mi lado nadie se hubiera atrevido a tocarla.
Ser sin honor, pensaba inyectar si asqueroso veneno y salir con ella de ahí, fue satisfactorio dejarlo sin su aguijón.

Lo único que quiero ahora es llegar a mi nave, y salir de este maldito y frío planeta de traficantes.

Escucho el rugir del cuerpo de la ooman, esta pequeña, necesita alimento tan seguido, qué diseño tan ineficiente.
Desacelero el paso y volteo a verla, su  máscara no me deja ver su expresión, me choca un poco había olvidado que se la había puesto.

—Lo siento... — ella me dice, cuando el culpable he sido yo, no preveer qué causaría tal revuelo.

—Comerás en la nave — le digo, más severo de lo que en realidad quería. La escucho jadear de cansancio.

Aunque camino más lento, no paro y la soltare apenas entremos a mi nave, al final se que los esclavistas, no se quedarán quietos al haber dañado a su reclutador.

Por fin dentro, la suelto, la escucho dejar salir un suspiro, supongo que descansa de la apresurada caminada. Me dirijo a los controles, debo elevarme ya.

—¿Yeyin-de...? — ella me llama, yo la ignoro.

—Yeyin-de — ella vuelve repetir, ahora con más energía.

—¿Qué? — me giro, para verla, y esas palabra salió acompañada de un rugido.

Veo como ella se tensa.

— Yeyin-de ¿Cómo puedo quitar la máscara? — lo había olvidado, debo enseñarle todo como a un pequeño cachorro.

Me relajo, estamos en la nave, aquí no hay traficantes.
Me acerco a ella, tocando el punto de apertura del dispositivo, qué suelta la presión de succión.
La máscara cae en sus manos, y veo su boca abrirse, para tomar una bocanada de aire.

—Yeyin-de, no sabía, aún no se bien que pasó— sus ojos grandes me miran, esas finas lineas de pelo sobre sus ojos se arquean, muestran preocupación ¿no se cansan de hacer tantos gestos?

No estoy molesto con ella realmente lo estoy conmigo.

—Era un Parieth— ella me mira, obviamente no sabe el significado — son una raza, usados por otra más poderosa, para atrapar hembras dóciles de diferentes especies, buscan cosas exóticas — ella baja su cabeza tratando de analizar.

—¿Para que o por qué hacen eso? — sus voz tiene un tono preocupado.

—Para aparearse, por diversión — ella abre sus ojos, creo que logro persivir un leve temblor en su cuerpo — luego de usarlas, las venden, hasta que su vida se acabe — hago mi gesto de asco — son seres sin honor — terminó diciendo y me dirijo hacia los controles. Revisó la estabilidad de la nave, para después revisar el nuevo asiento, apretá un poco la zona de mando, pero era necesario para la ooman.

—Iré a comer algo —  ella se da la vuelta.

— Apresurate, haremos un salto pronto — veo como se detiene en seco, dándose la vuelta hacia mi y regresando en sus pasos — Entonces los haré después — me mira con angustia. No puedo evitar relajar mi semblante, a veces es muy graciosa.

— ¿ A donde iremos? — la ooman pregunta, mientras veo como se sienta y ajusta en la nueva silla.

—Es un planeta tranquilo, sus habitantes no son hostiles, y su fauna no te matara — digo mientras preparo  los controles.

Ella asiente, y suspira, supongo de alivio.

—Yeyin-de, no te he visto comer — es gracioso escuchar eso, comer es la última preocupación de mi raza.

—No lo necesito, tan seguido como tú — ella me mira, y pega un brinco al sentir el cinturón apretarla.

—Prepárate —le indico sabiendo la última vez como la paso, los saltos no son lo más agradable, no importa cuantas veces lo hagas.

Ella asiente, y se agarra fuerte a cada lado de la silla, sus garras sin filo no me hicieron daño la última vez, pero por lo menos esta, mis piernas estarían a salvo.

Los saltos, no duran mucho, es un breve lapso de tiempo, pero para los que no están acostumbrados es una experiencia no agradable.

— Ha pasado— miro a la ooman y tiene los ojos fuertemente cerrados, observó que igual su boca retiene el impulso de vacíar su estómago.

Ella poco a poco, respira y abre los ojos, con unos ojos extraños, que parecen mojados. Ladeo mi cabeza tratando de entender su expresión. Qué raza más extraña, para mi es agitador tratar de adivinar cada uno de sus gestos.

—Ahora puedes comer — le digo, conociendo que tiene hambre.

—Lo intentaré — dice mientras suspira cansada.

—Legaremos en dos días — le digo, para distraerla de la molestia que visiblemente esta padeciendo.

—A donde vamos, ¿como se llama ese planeta? — ella me sigue, su curiosidad que la caracteriza no me molesta.

— Es un planeta parecido al tuyo, su atmósfera es repirable  por ti, su población nativa no es hostil, y sus animales no intentarán matarte. Aquí quiero que entrenes el uso del arco y defensa — saco carne congelada, yo la como cruda.

La veo quedarse en silencio, mientras mastica algunas semillas.

—Será interesante — al final responde, la veo tragar algo de agua.

Le entrego un pedazo de la carne, se que ella se la debe cocinar, aunque eso es una pérdida de tiempo.

— Prueba esto — ella me estira su mano, en la punta de su Da'dtou-di hay un pedazo de carne humeante, no puedo negar que huele bien.

—Comer carne cocida, solo atrae otros  depredadores, no es práctico — le digo mientras miro con desconfianza lo que le ofrece.

Ella recoge el brazo y mira la carne en la punta de su cuchillo, y después mira a su alrededor, en su asiento.

—No veo depredadores ahora — estira nuevamente su brazo, y la miro, sus ojos se han hecho pequeños mientras me muestra sus dientes sin puntas, en esa extraña expresión qué ella llama sonreir. Suspiro y me acerco a su Da'dtou-di, abro mis mandíbulas externas, y acerco más mi  interna, agarro el pedazo de carne aún caliente, debo admitir que no esta nada mal.

—Verdad que esta rico — ella ahora parece sonreir más, de veras pienso que me esta desafiando en este momento.

— Es poco práctico — le digo mientras, regreso a mi pedazo frío y crudo.  Igual no estuvo mal volver a comer alimento caliente, algo que solo hacemos cuando regresamos a nuestros hogares.

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Una rastreadora y un cazador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora