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Han sido unos días tan estresantes, esperando conocer a su marido

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Han sido unos días tan estresantes, esperando conocer a su marido. Chumani respeto y aguanto la vigilancia en silencio, realizó las tareas que le daban sus tías, sus primos y primas, habían muchos ojos sobre ella.

Chumani se sintió muy triste de ver a su madre llorar, no sabía que ella tenía tal angustia por como ella viviría su futuro y todo por estar ya muy mayor, los jóvenes no la querían para esposa, ni se le acercaban, por considerarla muy vieja y que no tendría hijos sanos.

Hoy ya sería el día, para el compromiso, tenía tanto miedo, y a la vez tanto deseo de complacer a su madre. Quería verla contenta y tranquila, como la madre que siempre había sido, verla llorar y tener que recurrir a la familia solo por ella, le partía su corazón, tal vez si era hora de aceptar su destino.

Chumani, se puso la palma de su mano, como vicera sobre sus cejas, para tapar el sol primaveral del medio día, y mira al horizonte, por donde se llega a la tribu. Un grupo de varias cabezas de hombres y caballos se asoman sobre el pequeño cerro, su corazón saltó y por un momento dejo de respirar. Termino con la ropa y rápidamente, corrió al tipi de su madre, a ella ya le había llegado la noticia, el prometido había llegado.

El grupo de hombres y caballos, entra a la aldea, se veían intrépidos y majestuosos, un gran grupo de caballos sanos y briosos es llevado al área de los corrales, donde ya habían preparado un espacio, éste es el pago de la dote por Chumani. Gran Oso, es un hombre que puede fácilmente doblarle la edad a Chumani, tiene una mirada poco amable y como su nombre lo dice su constitución física es grande. A Chumani le sudaban las manos, mientras estaba junto a su madre y tías, no levantaba la vista ni siquiera quería mirarlo, pero las veces que lo hizo, vio a un hombre mayor, con la piel curtida por el tiempo y el sol, tenía una gran cicatriz en su mejilla izquierda, y no sonreía.

"Mi destino, ha sido escrito, debo casarme con este hombre, qué no me gusta y que dudo llegue a hacerlo. Se ve tosco y nada amable, arrogante por traer esa dote de caballos. Quiero irme, quiero correr y ver si él sigue ahí, pedirle que me aleje de aquí." - los pensamientos de Chumani se ven interrumpidos, cuando la voz rasposa y áspera de Gran Oso empezó a hablar, por un lado lo agradeció, ya que sorprenderse pensando en que Yeyin-de fuera su salvador es la posibilidad más remota jamás pensada.

— Viviremos en mi tribu, celebraremos la ceremonia, y partiremos al medio día, la fiesta continuará en nuestra tribu y los esperamos allá, tenemos unos dos días de viaje, por eso no quiero demorarme, mis diversas ocupaciones no me lo permiten -

A Chumani, no le gustó esa voz, no le gustaba él, se sentía angustiada solo de pensar que le pusiera una mano encima, quería llorar.

—¿La novia está muy callada? - la voz que a ella no le gustaba, se dirigía en su dirección, lo que la obligó a subir su mirada, y ver bajo la luz de la fogata del medio día, a su dueño.

Chumani, trago pesado, su mente no le daba alguna palabra que responder.

—Solo esta algo nerviosa, ya habrá tiempo de conocerse y hablar - Ulhil la tía de Chumani, hablo por ella, y a Chumani le regreso al aire a sus pulmones.

—Bien, lo comprendo - dice Gran Oso, mientras empieza a ponerse de pie - iremos a ver los caballos y realizar el conteo - Gran Oso, le da otra mirada a Chumani, qué no había levantado la vista, para después, correr la tela de la entrada y salir por el agujero muy bajo para él.

Durante la noche, todo era fiesta y alegría, bandejas de comida y carne venían de aquí y allá. Una gran fiesta se estaba orquestando, una novia triste sentada al lado del prometido, qué de reojo la observaba en silencio.
Chumani solo desea levantarse y que amanezca. Ella qué ha probado la libertad, qué se ha esforzado por mostrar su valía a su tribu, contribuyendo con cazas menores, y rastreando buenas presas con los grupos de cazas mayores, ella ahora ha sido disminuida a una obediente mujer, qué debe cumplir sus obligaciones, bajo el lema de su edad y soledad, al final el destino de toda mujer de la tribu, la ha alcanzado.

Chumani vuelve a mirar hacia el infinito cielo nocturno, una lagrima se escapa, de sus ojos y parece pasar desapercibida para todos, que alegres danzan alrededor de la gran fogata.

El día a llegado, el grupo de Gran Oso, están listos para partir, Chumani abras a su madre, pero desde el momento que vio a su prometido, sus palabras se habían congelado, ella no había dicho ni una palabra.

—Hija, no has dicho nada - su madre la mira, buscando su mirada.

Chumani levanta si cabeza y la mira, su madre se te da, jamás había visto la mirada de su hija tan apagada. Sus hermanos estaban ahí, e igual notaron el gran cambio de Chumani.
—Chumani, tu entiendes que esto es por tu bien - su madre pasa una mano por su cabeza acomodando su cabello.

Chumani la mira, endereza su espalda. —Mi espíritu esta triste por dejar mi hogar de infancia, mi voluntad esta encadenada ahora madre, pero cumpliré... No quiero preocuparte - Chumani, esbiza con esfuerzo una sonrisa lánguida.

—Te oremos a ver pronto - le dice uno de sus hermanos mayores, no siendo lo suficientemente se sensible para notar su tristeza.

—Debemos irnos - Gran Oso esta impaciente por partir, el viaje no es corto y los peligros no son mucho, el paso qué tomarán, no solo es fecuetado por su tribu.

Chumani sintió la pronunciación de su sentencia, un escalofrío le recurrió la columna. Sin decir más, se dio la vuelta y subió a un caballo, preparado para ella, Gran Oso le ofrece su mano, Chumani la mira por pocos segundos insegura de tomarla, al final lo hace sin apretarle. Gran Oso la ayuda a subir, con su mano como balance, pero una vez la suelta, toma con su gran mano el muslo de Chumani, posandose en su piel desnuda. Chumani, quiso gritar, pero en lugar de eso trago pesado.

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Una rastreadora y un cazador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora