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Espere a la noche, para acercarme al sitio que creo puedo encontrarlo. Y lo veo, no tiene puesto su modo de hacerlo invisible, espero de verdad que no pueda olerme. Camino despacio, muy consciente de donde pongo mi pie, no quiero  una rama crujiendo y alertandolo, él puede ser muy rápido.

Me emocionó, siento que voy a ganar, desde lo alto del montículo de tierra lo veo, salto sobre él apenas  dándole  tiempo de voltear.

Golpeó contra el cuerpo de este guerrero y su hombrera lastima mi pecho, caigo al piso de sentó tocando mi pecho buscando alivio, miro a Yeyin-de y sonrió triunfante.

—Gane... — le digo en tono alegre, sin embargo observó que no reacciona, parece que no logra verme. Me levanto orgullosa de mi propio ingenio, y le toco el brazo. De pronto siento como si me hubiera enbestido  un alce. Siento la poderosa mano de Yeyin-de sobre mi cuello y ahora al dolor de mi pecho se une el de mi espalda, cuando me estampada contra un árbol.

—Yeyin-de.. ¿Qué pasa?, soy Chumani — le digo casi gritando, me aterra que me confunda con un enemigo, y un leve apretón de su garra, puede quebrar mi cuello, o abrirlo.

—Suéltame ¿qué haces? — lucho, y me agarro con ambas manos a su muñeca, se siente horrible, ya que mis pies no tocan el piso. Mi garganta arde y mis ojos también al sentir las lágrimas venir, me falta un poco la respiración ¿será que no es Yeyin-de? ¿Es posible que en este planeta hay otro de su especie y me confíe? Estos pensamientos pasaban a gran velocidad en mi mente, debía hacer algo, este yautja me iba a matar.

Sacando un poco de fuerza, más por instinto de supervivencia, me sugeto fuerte a su brazo, y levanto mi cintura, logrando asestarle una patada en su máscara. Él se sorprende, y pierde el equilibrio.
Logre mi objetivo y me suelta, caigo al piso, y me golpeo la rodilla, pero no tengo tiempo de lamentarme, miro al guerrero y si es Yeyin-de, pero no se que este pasando y no quiero averiguar más, estoy más que segura que va a matarme.

Me levanto, y corro. En eso Yeyin-de me ve huir, pienso que me dejara alejarme, pero de pronto siento el retumbar de un gran cuerpo que viene tras de mi, como un bisonte enfurecido, veo su enorme figura casi por atraparme. Por fin salgo a un claro, dejando atrás el espeso follaje de los árboles.

Me detengo giro en la dirección donde venía corriendo, Yeyin-de ha bajado su velocidad, y se acerca con un paso lento, pero aún en actitud amenazante. Agarro mi arco, estoy aterrada ¿qué será de mi, si él ha decidido eliminarme? De pronto soy consiente, de las lágrimas que salen de mis ojos. Estoy llorando. Mi cara tiene surcos negros de lodo fresco humedeció por el llanto.
Activo mi arco y lo apuntó a Yeyin-de.

—DETENTE, NO SE QUE ES LO QUE ESTÁ PASANDO, PERO SI NO ME LO DICES Y TE ACERCAS, VOY A DISPARARTE — mis palabras parecen firmes, pero el arco temblaba en mis manos.

Yeyin-de hace ningún caso a mi advertencia.

—NOOOOO... — grito para que el entienda, para que pare.

Cuando ya estaba a muy poca distancia de mi, lo veo pegar un brinco. Activo rápidamente el arco y la flecha, sale casi sin que le diera la orden, en dirección de Yeyin-de.

Caí al suelo, temblando y no quería ver si le había dado mi flecha.
Cuando por fin decido incorporarme, el enorme cuerpo de Yeyin-de se posa sobre mi.

Lloro, de miedo y de tristeza, lloro por que es mi fin de muchas maneras, lloro por que no volveré a ver a los míos jamás.

Mi cara es un desastre, negra, sucia, lodosa y mojada. Yeyin-de acerca su mascara y casi la pega a mi nariz. Con su dedo retira algo de lodo entre seco y húmedo de mi mejilla.

—Hueles a lodo... No hueles bien —

Oigo su voz, en un tono tan normal, como si hace un momento, no hubiera querido matarme.
El se pone de pie, liberandome de su cuerpo sobre el mio.

—Bien hecho... Lo del lodo fue excelente, regresemos a la nave, nos iremos hoy —

Estoy furiosa,¿ todo esto era parte de la prueba? Cuando me enderezó para reclamar su macabro juego, veo un gran charco de su sangre verde, y el camino que va dejando. Aunque camina bien, veo un leve cojear.
Y observó a medio muslo el gran corte.

Lo único que hago es ponerme de pie, y seguirlo, cabizbaja y en silencio hasta la nave.

Una vez llegamos, entro detrás de él. Escucho el sonido metálico que se produce mientras, los terrones secos de lodo caen de mi piel, algo se desprende aunque aun esta bien pegado.

Veo a Yeyin-de, dirigirse al cuarto de trofeos, armas y medicamentos, se sienta en el banquito, después de sacar algunos implementos.

Me acerco, y veo como agarra, una especie de tela, y la pone sobre su herida, qué por fin deja de sangrar.

——¿Qué haces? — me dice Yeyin-de, mirándome ahora sin su máscara. —Estas llenando de tierra mi nave ve a lavarte — el voltea hacia la mesa, buscando más cosas para curarse.

—Pude haberte matado — le digo entre hipos, por ahora mi llanto esta desbordado.
Caigo de rodillas  frente a él, y poso mi frente sobre su pierna a la altura de la rodilla.

—Omman, ¿qué haces? -—

No respondo, este simple acto es un mero hecho, para convencerme, que el estaba vivo.

De pronto, su gran mano, toca mi mejilla lodosa, el hace que me separe de su rodilla, y levanta mi cabeza para que lo mire. Con su pulgar, toca mis lágrimas, y limpia la tierra en el proceso. Yo no me atrevo a mirarlo.

De pronto, siento que mete su mano debajo de mis muslos, y la otra en mi espalda. Me levanta como si no pesará nada, y con ese leve renqueo me saca del cubículo y me lleva por el pasillo.

—Yeyin-de,  bajame, estas lastimado — le digo, mientras mi cuerpo va tenso entre sus brazos. El no me dice nada y abre la puerta de la posa curativa. Entra en el agua, aún conmigo en brazos.

—Yeyin-de no, tu herida —

El se detiene y lo miro a los ojos, ay un brillo maloso, en ellos, como cuando un niño hace una travesura.

Sin previo aviso me suelta, y caigo en el agua, hundiéndome por completo. Logro salir, tomando una gran bocanada  de aire, para luego toser en el proceso. Un halo de suciedad se forma a mi alrededor.

—Limpiate primero —

Me dice Yeyin-de sin más, y lo veo alejarse.

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Una rastreadora y un cazador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora