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----------------------Yeyin-de----------------------

Parado frente a la puerta de mi nave, teniendo a mi lado a esta pequeña oomann, me llegan recuerdos de la primera vez que vine a este planeta. Un lugar primitivo y sin vida inteligente.

La puerta abre, y pega en mi cara el aire cálido, veo de reojo a Shumari, pupilas dilatadas, boca entre abierta, respiración ligeramente agitada, no es muy diferente de lo que mi cuerpo sentía hace años, nervios y miedo.

Coloco mi máscara, y reviso los controles, sin que ella lo sepa monitoreo el estado de su organismo. Físicamente esta bien, diría que es más fuerte, que cuando nos conocimos.

Hay un leve olor azufrado en el ambiente. Mi pies pisan el suelo de este planeta, haciendo crujir la graba. Solo era un joven sin sangrar, junto a muchos otros. Ninguno era particularmente importante para mi y yo no lo era para ellos. Todos teníamos la misma expresión de ella, miedo.

Muchos no lo lograron y al resto no nos importaba, habíamos sobrevivido, mientras aguantabamos el dolor de nuestras propias heridas. Regresamos muy pocos.

Detengo mis pensamientos y me concentró, escaneo la zona, buscando un sitio para refugiarnos y pasar la noche, mientras busco la presa adecuada para Shumari, la vegetación abundante es mucho más alta que ella. Dejo que vaya detrás, pero como yautja, jamás dejo puntos ciegos.

—Yeyin-de... —

Volteo al escuchar su voz en mi oído llamarme, gracias al aparato traductor.

— Podemos... Solo por un momento , podemos parar—

Este clima es inclemente, el cuerpo transpira y el calor hace que se agote.
Shumari no está acostumbrada a este ambiente, aunque en su planeta existan.

— Iremos hasta allá — señaló con mi dedo, la colina, no muy lejos.

Shumari , esta de acuerdo, la veo erguirde, pidiendole a su cuerpo que aguante un poco más, conozco esa sensación. Ella reanuda el paso, junto a mi.

Preparamos un campamento improvisado para que ella recupere fuerzas. Yo puedo pasar días, sin descanso, pero los humanos necesitan agua todo el día prácticamente y comer cada tres horas terrestres, su vida parece que se va a acabar si no lo hacen.

Esto será lento pienso, mientras la veo masticar un poco de carne seca.

Estar sin la biomascara por un rato no la matara. Pero sin embargo me mantengo alerta, por que los animales de este planeta si pueden hacerlo.

—Colocate tu máscara, si terminaste de comer -— le digo, ya que noto algo moviéndose entre la malesa. Ella me mira con sus grandes ojos, mientras le  hago la seña de no hacer ruido, ella asiente, y se coloca la biomascara. Hago una conexión y le muestro lo que estoy viendo. La siento ponerse muy atenta.

Esa es la presa que estoy buscando, una bestia mortal para cualquier criatura, quizás solo los kiande amedha puedan hacerle frente, pero no sin luchar.

Shumari, esta a mi lado, mira en dirección al feroz animal, que no nos ha detectado, camina sin preocupaciones allá abajo, sabiéndose  el rey depredador de este planeta.

Miro a la oomann, le hago la seña para que espere, veo el movimiento de su pequeña cabeza, que me indica que me entendió.

Bajo despacio el muro de rocas, tierra y plantas, para llegar a la planicie donde mi presa no me espera.

---------------------Chumani-----------------------

Veo a Yeyin-de mientras baja agilmente el precipicio, sabe donde y como pisar, para que nada alerte a esa cosa.

Es verdad que Yeyin-de me la mostró en la nave, pero estar aquí, mirando desde este sitio alto y aún así ver a esa cosa ser tan enorme y terrorífica no es lo mismo

Pongo atención una vez que veo a Yeyin-de pisar suelo plano, miro a la bestia que levanta la cabeza, su enorme ojo mira hacia arriba y en mi dirección. Por instinto pego mi cuerpo al suelo, y paro mi respiración, al poco rato vuelvo a levantarme y con cautela observó hacia abajo otra vez, esa cosa ya no me mira, por que ahora se esta defendiendo de Yeyin-de.

Al ver la escena mi cuerpo se endereza, mis músculos se tensan y siento el deseo de bajar, pero recuerdo que él me dijo qo no me moviera y le hago caso.

Yeyin-de se mueve magníficamente, sus movimientos son rápidos, el es tan veloz, ágil, no hay forma de que ni el mejor guerrero de mi tribu o de alguna otra lo supere.

Mi corazón se detiene por un segundo, cuando ve la enorme cola con puntas golpear a Yeyin-de, mis ojos se abren grandes, detrás de la máscara y con desesperación espero que el polvo se disipe. Veo al guerrero yautja, ponerse de pie, y es entonces que volví a sentir mi corazón latir. Si Yeyin-de muere, yo también lo haré, tarde o temprano. Si el supiera lo que estoy pensando, seguro que se ofenderia su orgullo de guerrero.

Escucho dos rugidos, uno primero, que pareció un grito de dolor, y el segundo un rugido de triunfo. Afortunadamente el del triunfo le pertenecía a Yeyin-de.

Mirando desde mi altura, veo a la enorme bestia tirada de lado en el piso, Yeyin-de estaba sobre el enorme cuerpo inerte, su rostro volteaba hacia mi.

Sentí como todo mi cuerpo perdió fuerza, mis rodillas temblaron y amenazaron mis piernas con no sosternerme más.

Veo a Yeyin-de subir con una gran agilidad el acantilado, trae consigo uno de esos cuernos. También traía consigo sangre de ese mounstruo sobre el, y pude ver  algo de la propia sangre de Yeyin-de.

—¿Estas herido? - le preguntó, mientras me quito mi máscara.

Yeyin-de se mira por todo lado, hasta dar con el sitio de su herida, esto me dejó ver que en el calor de la pelea, el no se dio cuenta.

—Toma esto -

Yeyin-de me entrega el gran pedazo de cuerno, algo pesado, veo que uno de sus extremos esta quemado, debe haberlo cortado con esa arma de calor que tiene.

Miro el cuerno, sin entender que debo hacer con el ¿me lo está regalando? En mi tribu los artesanos harían cosas espectaculares con esto.

—Puedes tirarlo, si no te interesa -.

Escucho la voz de Yeyin-de en mi oído, a través del traductor mientras absorta miro el material en mis manos.

—Esta bien, me gusta lo conservarse - le digo con una sonrisa. Él no se ha quitado su máscara, mientras lo veo buscando su caja de curación.

—¿Duele? - pregunto, mientras envuelvo el regalo, para meterlo en mi equipaje.

Yeyin-de, no me mira, mientras se concentra en poner ese líquido, que quema. Veo su cuerpo hincharse al  intentar aguantar el ardor, pero como todo macho, no importa la raza se hace el valiente.

Mientras el ardor pasa, veo como se quita su máscara, estira sus mandíbulas y mueve su cabeza hacia atrás, descansando en el tronco del árbol, con sus ojos cerrados.

Suspira por un momento, y endereza su cabeza para mirarme otra vez, sus ojos dorados hacia mi.

—Esa lucha fue espectacular, creo que hasta ahora no te había visto luchar — le digo, mientras le paso algo de agua y carne seca, pense que la rechazaría, pero lo tomo y lo comió.

—Mañana nos moveremos más adelante, esa no será tu presa. —

Veo sorprendida a Yeyin-de, pense que por eso me la había enseñado en la nave, en el fondo agradezco que no lo sea.

Una rastreadora y un cazador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora