Acosadores y castigo

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En una sala oscura, polvorienta y sórdida se encontraba una persona igual de cochina. Alto y de complexión atlética, tiene un piercing dorado en la nariz, bajo su ojo derecho tiene un tatuaje de dos curvas que le llegan hasta las orejas. Su cabellera es verde y se ve que esta mal cuidado, en una forma de cresta con un par de patillas largas y terminadas a los lados de su cabeza. Eso le daba una apariencia bestial, pero su interior...era otra cosa...

Su vista estaba clavada en una pared decorada de fotos pegadas de un chico que parecia mucho más joven que el. Sus ojos reflejaban lujuria, deseo, locura y obsesión. Cada día, al despertar, se quedaba admirando su amplía colección de fotografías de el joven pelinegro.

El sabía que el joven no conocía ni su nombre, pero también sabía que, algun día no muy lejano. Lo iba a saber. Algo digno de un Acosador.

Bartolomeo. El jefe de una mafia y el primer acosador del joven Monkey D. Luffy quien, sin saberlo, ya tiene 2 acosadores bajo sus pies. La segunda persona es Boa Hancock, quien ha hecho una alianza con Bartolomeo sobre el reparto de "información" sobre Luffy.

Esa información contenía fotos que en su mayoría eran subidas de tono y un reporte detallado de lo que ha hecho y dicho durante todo el día.

Desde hace bastante tiempo, él y Hancock, han elevorado un plan de secuestro para tenerlo solo para ellos dos. Bartolomeo al principio no estaba muy convencido de compartir a su amado senpai con alguien como Hancock. Ella es bastante conocido en los barrios bajos como la "Gata del sexo". Ha resivido este nombre ya que tiene unos grandes atributos, los cuales son utilizados para fines sexuales y para ganar favores.

Mientras que el no ha ganado nada por su apariencia, sólo desprecio y miedo. Su madre y padre lo despreciaban, como la mayoría de los adultos que conocía y los niños le temian.

Solo faltaban unos pocos días para que el plan se ejecute y poder cumplir los sueños más eroticos y sexual de ambos.

Con Robin y Nami

Las damas se encontraban amarradas a unas sillas con morazas en la boca que solo les permitia emitir sonidos incomprensibles. Habían sido vendidas como castigo y también fueron despedidas para que no pudieran hacer ninguna demansada hacie ellos.

Bartolomeo fue el que compró a las jóvenes mujeres, no para utilizarlas como juguetes, bueno si, pero no para el ya que el solo tenía ojos para su senpai, sino a sus amigos.

Los cuales si aprovecharon al máximo. En ese momento solo querían que Sanji las rescatará como siempre hacía, aunque después de como lo utilizaron no podrían hacerlo y ahora más que era imposible. Que destino más cruel para este par de mujeres.









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