CAPÍTULO VI

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Edward

"Buenas noches, princesa", eso es lo que dijo al despedirse de Gina. Pues bien, aquella noche pretendía ser de todo... menos buena.

Edward, para tranquilizar a la princesa, le contestó que probablemente el asesino se quiso deshacer del cuerpo allí, por pura casualidad, pero...

Con la cantidad de caminos que hay, ¿quién escogería el más transitado, aún por las noches? además de que ese era el único camino que llevaba directamente al palacio...

¿Sería aquello una lúgubre señal?

Tras asegurarse de que Gina se quedaba en su habitación, sana y salva, Edward corrió hasta la sala del trono con la esperanza de hallar allí dentro a su Majestad. Pero dadas las horas que eran... Fue comprensible que el rey no estuviera allí, por mucho que el nerviosismo de Edward no quisiera entenderlo. Desesperado, preguntó aquí y allá, y abrió cada puerta que encontró en su camino, hasta que por fortuna, dio con la cámara del rey, el cual se encontraba dando vueltas por la habitación. Por suerte, parecía que su Majestad no lograba conciliar el sueño.

Apuesto a que cuando se entere de mis noticias, no podrá dormir tampoco...

—¿Edward? ¿Qué hace aquí? ¡¿Le ha ocurrido algo a mi hija?!

El monarca se acercó velozmente al general, soltando primero sobre su cama una libreta que sostenía.

—Mi señor —explicó Edward tras una reverencia nerviosa. —Gina está a salvo, pero... no sé si por mucho tiempo.

Y tras aquello, Edward explicó lo que les había sucedido en el camino de vuelta. El rey preparó rápidamente a un equipo, y partieron hacia el cochero, que aún seguía junto al cadáver guardando su posición.

—¿Lo reconoce, Majestad? —preguntó Edward impaciente.

El rey pareció dibujar una extraña expresión en su rostro, pero fue algo tan fugaz que Edward creyó que habían sido imaginaciones suyas.

—No. No sé quién es este hombre.

Edward se extrañó ante su respuesta. ¿Por qué Gina sí había creído reconocerle entonces?

—Viste bien. ¿Será algún alto cargo?

—Ya le he dicho que lo desconozco, general. Probablemente sea algún mercader que llegó a estas tierras y fue asaltado... Déjese de investigaciones sin sentido. Limítese a proteger a mi hija.

¿Un mercader? ¿Y dónde habrá escondido el asesino su carro, o sus mercancías...?

Edward no quedó satisfecho con la respuesta del rey, aún no había olvidado sus dudas sobre el monarca... Pero proteger a la princesa era más importante que cualquier incidente de un pasado, sobretodo ahora que el asesino podía estar más cerca de Palacio...

...Y su prometido parecía no preocuparse demasiado por Gina.

Cierto, Edward debía hablar aún con ese idiota. Si tan solo encontrase la oportunidad... Pero no aquella noche, debía descansar para poder estar a pleno rendimiento al día siguiente, cuando enseñaría a Gina algunas claves para defenderse de gente como él.

Y del asesino, claro está.

Y entonces, Edward se ofreció para escoltar al rey a Palacio, pensando que su Majestad tendría tantas ganas de descansar como las tenía él.

—No, no. No es necesario. Yo regresaré en un rato. —fue la respuesta del rey.

—Pero... es peligroso que se quede aquí solo, mi señor.

—No se preocupe por eso, no estaré solo. He mandado llamar a... alguien que quizás conozca a este hombre. Probablemente quiera velar su cuerpo, ¿no haría usted lo mismo de conocerle?

—Sí, claro pero...

—Edward, un habitante de mi nación ha fallecido esta noche. ¿Acaso espera que como rey, no me quede junto a él o charle con alguien que pueda conocerle? Usted no se preocupe y vuelva a Palacio. Pero sobretodo, no alerte sobre este... hallazgo. No hay que entrar en crisis.

Aún

Edward sintió sus palabras como algo extraño, pero luego se regañó a sí mismo por pensar mal. ¿Es que un rey no puede velar por sus caídos sin parecer cuanto menos sospechoso? Quizás el general necesitaba un buen sueño más de lo que él pensaba... Por ello, se despidió de su rey con una reverencia y cabalgó hacia el castillo, hasta que se cruzó con un coche de caballos que velozmente se movía en dirección contraria a Edward.

"Seguro que ahí dentro está esa persona que puede conocer al fallecido" —pensó. —"Pero van sin escolta alguna. Qué extraño"

Pero el General estaba muy cansado, la cabeza no le daba para inventar más teorías o encontrar algo sospechoso. Hasta que algo en el castillo despertó su intuición. Escuchó un sutil murmullo proveniente de una de las habitaciones más cercanas a Edward, el cual aunque en un principio fue todo risitas discretas, terminó convirtiéndose en una discusión por un tema que Edward no pudo oír.

Sintió cómo unos pasos se aproximaron a la puerta, y rápidamente se escondió en la habitación contigua, afortunadamente vacía. Aquello le salvó de ser descubierto, pero mientras miraba por una pequeña rendija que dejó en la puerta, solo pudo ver a una de las dos personas que salió de la habitación, pues el otro tuvo que haber tomado la dirección contraria.

Emy...

¿Con quién habría discutido? Edward recordó lo que escuchó de la conversación entre las sirvientas, y sintió un mal presentimiento. Trató de confirmar sus sospechas saliendo cuanto antes del cuarto en el que estaba, pero tardó demasiado y la otra persona ya había desaparecido.

Pero ahora, Edward no pensaba apartar los ojos de Emy. Él descubriría si de verdad estaba traicionando a Gina.

Aunque por el momento, debía dormir.

...

Feliz sábado de subida, pececillos! La trama va caldeándose... ¿El rey no ha reconocido al cuerpo? ¡Pero si Gina soñó con él! ¿Qué estará ocurriendo...? Pronto, los secretos saldrán a la luz, ¿creéis que la princesa y el general van a estar preparados para ello?

P.D.: Gracias por el apoyo que está recibiendo esta historia, es muy inspirador saber que lo que escribo llega a las personas <3. Pero si no podéis aguantar la impaciencia de tener que esperar una semana más para un nuevo capítulo... ¿por qué no le echáis un vistazo a mis microrrelatos?

Y sí, en el próximo capítulo por fin entrenan un poquito... 

Lo veréis en el próximo sábado... Hasta entonces, un abrazo, Carla :)

La corte de los traidoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora