CAPÍTULO IV

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Edward

Edward estaba de buen humor. Ir a la biblioteca había sido muy buena idea, ya que gracias a ello había conseguido posible información y además, había visto a la princesa. Y eso de que Gina hubiera estado espiándole... era extrañamente emocionante para él. Hizo que el general se sintiera... ¿especial?. Como fuera. Con ese agradable sentimiento, Edward logró encontrar un estudio vacío en el que comenzar con su investigación.

Ya tenía todos los libros que podrían servirle, pero por añoranza, decidió dejar a un lado los de historia y comenzar con el poemario de leyendas del reino.

Aquel era, como esperaba Edward, una edición antigua, por lo que en ella se encontraban tanto los tradicionales versos y leyendas con los que se educaban a los niños, como el casi único rastro del Reino del Ocaso en toda la literatura de la Aurora. Una leyenda.

Edward encontró cuanto menos extraño el hecho de que no hubieran retirado aún aquel volumen de la biblioteca real, debido al afán que parecía existir por borrar al Ocaso de las vidas de cualquier habitante de la Aurora, pero tampoco sería él quien alertase sobre ese libro, al menos hasta terminar su investigación. Pasando las páginas de aquel volumen, le llamó la atención el estado de las hojas. Era de hacía algunos años, pero seguía en buen estado.

Como yo.

Edward se rio ante su propia ocurrencia, pero de pronto, como atraído por un fuerte magnetismo, sintió que debía acudir al final del libro. Había algunas hojas sueltas, sin nada importante escrito en ellas.

Hasta que lo vio.

Aquella página no tenía nada de especial, podría parecer una más. Pero en tinta negra como el carbón estaba escrito en verso lo que Edward necesitaba: el por qué de la enemistad con el Ocaso. La leyenda decía así:

"En eras olvidadas, dos reinos se alzaron,

Aurora y Ocaso, que en pugna se enfrentaron,

Por un tesoro misterioso, joya sin par,

Robado en secreto, un plan singular.

La luz del alba, un ladrón silente,

Aprovechó la oscuridad, su plan latente,

En un destello, el tesoro arrebató,

Al Ocaso, la riqueza que más amó.

Por el tesoro perdido, sangre se derramó,

Batallas encendidas, donde el odio reinó,

Aurora y Ocaso, en un conflicto ancestral,

Luchaban sin tregua por el honor recuperar.

En el eco de sus espadas, un misterio encerrado,

La clave del destino, en el tesoro encriptado,

En este conflicto épico, la verdad hallarán,

Los reinos enfrentados, su leyenda forjarán."

Entonces... ¿La Aurora le había robado algo al Ocaso?. Pero ¿el qué? ¿para qué?. Según había oído por los más ancianos del pueblo, aquella enemistad comenzó sin motivo aparente en el reinado del actual rey, ¿habría ordenado él aquel misterioso robo?

"¿Y si los revolucionarios atentan contra él para recuperar su tesoro?"

"¿Y si lo devolviéramos?"

"¿Y si...?

¿Acaso simpatizas con los Rebeldes?

Ese pensamiento pilló a Edward por sorpresa. No se lo había planteado así. Quizás ni siquiera eran tan malos, solo querían recuperar lo que es suyo...

La corte de los traidoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora