𝒫𝑅Ó𝐿𝒪𝒢𝒪

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La luna estaba ya alta en el cielo y el silencio reinaba en la imponente biblioteca. La quietud del lugar podría decir que no quedaba nadie, pero allí estaba. Una figura que se levantó del sillón donde se encontraba leyendo un libro, y miró hacia la chimenea, donde se quedó unos segundos pensativo, contemplando en soledad el crepitar de las últimas ascuas. Tras esto, se dispuso a abandonar aquella sala de su mansión para dirigirse hacia sus aposentos y tratar de descansar, algo de lo que su reciente insomnio le estaba privando. Se acercó a la vela que le alumbraba, y por fin se pudo distinguir su rostro. Era un hombre ya mayor, de pelo cano y porte cansado, que cojeaba al andar. Aquel era, pese a su frágil apariencia, el Conde más poderoso de todo el Reino de la Aurora.

"Las píldoras de aquel curandero eran inútiles" —se le escuchó pensar en voz alta, mientras sujetaba su vela — "remedios para dormir, dijo...sólo era un sacadineros que pretendía dejarme en la ruina... "

Y así, refunfuñando, se perdió por el corredor en dirección a su cámara.

Pero a mitad de camino, algo le distrajo. Un sobre. Tendido en el suelo, distinguió fácilmente la blancura de la carta frente a lo negro de la noche. Extrañado, y no sin esfuerzo, se agachó resoplando hasta alcanzarlo y, cuando lo tuvo en su poder, deslizó sus rugosos dedos por el escudo del sello, estampado en cera tan roja como la sangre. No llegó a reconocer el escudo, pero igualmente abrió la carta. Quizás cuando esa mañana uno de sus sirvientes le llevó el correo, perdió aquel sobre sin querer.

"Debió de haber elegido las píldoras, mi señor"—era lo único que se leía en la carta.

Un escalofrío recorrió la espalda del Conde, mientras buscaba algún detalle más en la nota. ¿Qué quería decir? ¿"Debería"? ¡¿Acaso era aquello una amenaza?!. Cada vez más agitado, acabó haciendo una bola con aquella nota y la tiró a la moqueta, aterrado. Salvo una impoluta caligrafía, escrita con buena pluma, no había un solo detalle más acerca de su remitente.

Pero el Conde estaba seguro, no podía ser otro sino aquel curandero misterioso, que le ofreció esas píldoras aparentemente para ayudarle con su insomnio.

¿Qué querría de él? ¿Qué serían realmente esas pastillas?. Quizás algún tipo de droga, o un veneno, para atentar contra su vida. ¿Pero por qué? ¿Acaso sus antiguos enemigos de guerra querían algo de él? ¿Por qué ahora?

Angustiado, el viejo Conde trató de llegar lo más rápido que pudo a su alcoba. Pero de repente, escuchó un ruido sordo al final del pasillo. Y otro, y otro. Cada vez más cerca. Con la respiración agitada y su pobre corazón desbocado, logró llegar a su habitación, y bloquear las pesadas puertas. Se sintió a salvo.

—Buenas noches, mi señor. —susurró una voz a su espalda.

Al Conde no le dio tiempo para gritar, justo antes de recibir una puñalada en el hígado desde atrás, impidiéndole ver el rostro de su agresor.

"Esto es la Revolución"

...

Holaaaa. Me alegra comunicar que he vuelto a Wattpad!

Traigo una idea nueva, "La corte de los traidores", la cual iré escribiendo cuando pueda puesto que voy a empezar un nuevo curso más complicado que el anterior. Pero como la persistencia es la clave para lograr cualquier meta, voy a tratar de no abandonar esta historia subiendo mi progreso a mi insta: elpezliterario

Yo escribo por el placer de contar historias, pero quiero ver estrellitas en estas páginas ;)

También me estoy planteando retomar "El monstruo de Olivia", repasando lo que llevaba escrito para publicarlo con ideas frescas. Pero lo importante será no abandonar ninguna historia.

Suerte a ti también, lector, si te estás planteando escribir algo! (o si simplemente te gustaría que continuase escribiendo)

Nos vemos en el siguiente capítulo, un abrazo <3

La corte de los traidoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora