La otra cara de la moneda.

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Mientras cruzaban por algunos pasadizos de la ciudad hasta llegar a un bar algo escondido entre las calles con más actividad nocturna en el país, los chicos pasaban un poco desapercibidos mientras eran dirigidos por el general Cross que los había convencido a darle una botella de vino a cambio de información al respecto del paradero de Hohenheim, así los 4 chicos (Allen, Al, Lavi y Kanda) decidieron que debían seguir a Cross hasta dónde se detuviera, entraron a ese misterioso bar nuevamente y sentado en un rincón muy alejado estaba aquel hombre de cabello rubio, los nervios se les pusieron de punta, Allen lo reconocía pero no sabía si él hombre aceptaría dicho favor.

–Van Hohenheim... –dijo Cross el rubio levantó el rostro y vio a su homónimo rodeado de chicos cuya edad no rondaban a más de 19 años.

–¿Para que me citaste aquí?... Nuevamente traes niños, además creó que tus notas podrían sacarse de contexto fácilmente –dijo Hohenheim mostrando una carta que llevaba corazones impresos en él.

–Jajaja... Era la única hoja de papel vacía que tenía libre... Nunca me gustó su diseño. –dijo Cross mientras Hohenheim guardaba la nota de nuevo.

–Bien, ya que esto va para largo... Algunos de ustedes jóvenes pueden decirme que está pasando.

–Necesitamos su ayuda con un enfermo –dijo Kanda, Hohenheim solo suspiro pesadamente.

–¿Que clase de enfermedad?... No soy un doctor si eso piensan.

–No realmente... –dijo Allen está vez poniéndose al frente, Hohenheim lo reconoció de inmediato.

–Tu de nuevo... ¿Que te trae por aquí? y ¿como está eso de que necesitan mi ayuda?

–Por Edward... Hace poco fuimos atacados por una Noé y un par de Humunculos, secuestraron al bebé y de paso hirieron a Ed gravemente, está en estado de coma, y bueno no sabemos nada del paradero del bebé.

–Asi que buscan que cuide a Edward mientras ustedes van a ir a enfrentarlos... Me parece una idea muy pésima –dijo el rubio mientras bebía un sorbo del whisky.

–Hagalo por su nieto... O si no por su hijo... –dijo Allen poniendo las manos sobre la mesa.

–No es que no me importe... Solo que sería demasiado descarado de mi parte aparecerme así de la nada.

–Nunca es tarde para pedir disculpas –dijo Allen mientras señalaba a Al, Hohenheim no lo había reconocido hasta verlo con más detenimiento, Alphonse era más parecido a su madre excepto por su cabello rubio y sus ojos ámbar, Hohenheim se paró de su asiento y lo abrazo con fuerza sin decirle palabra alguna.

(...)

Mientras Lenalee caminaba de un lado a otro aburrida, estaba ahí a un lado de aquella cama a la cuál sabía que no podría quitarle ni un ojo de encima ya que ahí se encontraba el tesoro vivo de Allen y él no quería que nada en lo absoluto le llegase a pasar al joven que ahí yacia.

–Edward... ¿creo que deberías despertar?... Si es que puedes escucharme y no es porque no me guste que sigas dormido, de echo a nadie le gusta que sigas en esa cama –dijo Lenalee mientras miraba de reojo para ver si Ed respondía a sus acusaciones.

–Vamos Ed, puedes despertar, abre los ojos así sería más fácil poder cuidarte... –aseguro Lenalee –y menos aburrido...

La chica siguió viendo que Ed no tenía ni la menor intención de despertar... Así que se levantó y prosiguio a seguir caminando cuando pensaba que Ed pudiera despertar lo miraba pero no encontraba ni un signo que le dijera que eso sucedería, al saber aquello Lenalee se acercó a él, Winry que había llegado para arreglar la pierna mecánica de Ed paso por la habitación se sorprendió al escuchar la voz de Lenalee detrás de la puerta de la habitación de Ed.

Mi Alma Gemela II (Allward)Where stories live. Discover now